Su nombre de pila era Antoine Marie Jean-Baptiste Roger; el Conde de Saint-Exupéry. Nació en Lyon, en Francia, el 29 de junio de 1900; y murió cerca de Marsella, el 31 de julio de 1944. Es conocido como Antoine de Saint-Exupéry, escritor galo, autor de la famosa obra El principito.
Saint-Exupéry, el último de los románticos

Saint-Exupéry le escribió a su madre “no estoy muy seguro de haber vivido después de la infancia». Contaba con treinta años de edad y ya había sumado varios logros en su hoja de vida.
Había acabado el servicio militar y se había enrolado como piloto. Estuvo en el Sahara y escribió su primera novela, alcanzado el éxito literario con «Vuelo nocturno» (1930). De ahí, que la confesión que hizo a su madre sea hoy fundamental:
«A pesar de todas las aventuras vividas y de todas las que me quedan por vivir, todo queda desdibujado a la luz de la verdadera aventura: la infancia». Antoine de Saint-Exupéry
Saint-Exupéry: Periodista, aviador, aventurero, novelista, militar… El autor de ‘El Principito’, el libro que enseña que lo esencial es invisible a los ojos

El pequeño Príncipe
Perdió a su padre cuando tenía solo cuatro años; y desde entonces, fue su madre la que cuidó de él y de sus cuatro hermanos, un varón y tres hembras.
Desde que quedó huérfano de progenitor, les ayudó una tía, la condesa de Tricaud. La dama los cobijó bajo su protección en el castillo de Saint-Maurice-de-Rémens, en las adyacencias de Lyon.
El pequeño Antoine —siempre con su pelo rubio y alborotado— ya apuntaba maneras y era el centro de un torbellino de juegos y travesuras.
Su imaginación era desbordante y el vuelo era uno de sus temas favoritos. “No puedo —decía con cara seria— estoy en mi aeroplano”, era lo que siempre respondía cuando lo llamaban para bañarse.
Renunció a aquel paraíso infantil a la edad de nueve años, cuando junto a su hermano François y su hermana Gabrielle (los tres mayores), dejó la libertad del castillo para conocer la autoridad de un internado en Le Mans.
El protagonista de su máxima obra
El autor decía haber conocido al principito en el desierto del Sahara, tras haber sufrido un accidente. Contando su historia conocemos que el protagonista procedía de un pequeño asteroide, tan diminuto que con echar para atrás la silla podía ver la puesta del sol.
Del suelo brotó una rosa de la cual el principito se enamoró. Sin embargo, no pudo soportar su orgullo y presunción, decidiéndose a abandonar el asteroide para emprender viaje a otros menudos planetas.
En cada uno de estos mundos habitaba un único personaje encarnando algún defecto humano: la ambición, el egoísmo o la vanidad.
Finalmente, el principito llegó a la Tierra donde descubrió, consternación, que su rosa no era la única del universo. Entabló, entonces, amistad con una zorra y después con el narrador. Los simbolismos de la obra sugieren el sentido del amor y la amistad que se revelan como una necesidad ineludible y enriquecedora.
Fuentes: NATIONAL GEOGRAPHIC – WIKIPEDIA
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