La historia del Sea Shadow, el buque «furtivo» que quiso ser la joya naval de EEUU y acabó en un rotundo fiasco

A sus 53 años, Ben Rich estaba lejos de ser un recién llegado al mundo de la tecnología militar. Su hoja de servicio le precedía. Formación aparte, que la tenía, y no poca, Rich era uno de los ingenieros estrella de Lockheed Corporation, había jugado un papel clave en el desarrollo del avión F-117 y se le consideraba «padre de la tecnología stealth» (aka furtiva), con la que EEUU aspiraba a burlar la vigilancia de las tropas enemigas y que todavía hoy, en pleno 2023, da que hablar.

Rich ya no tenía nada que demostrar. Se le respetaba. Se le escuchaba. En Lockheed confiaban en él lo suficiente como para que en 1975 le hubiesen dado las riendas de Skunk Works, su importante programa de desarrollo e I+D clasificado. Y con todo, en 1978 decidió jugársela. Se lanzó a la piscina siguiendo su intuición, una idea delirante que se le ocurrió casi por casualidad, mientras hacia algo tan anodino como ver a un fotógrafo de la compañía retratar sin éxito un F-117.

Por más que el bueno del reportero se afanaba no conseguía fotos decentes. El F-117 salía borroso. Él, claro está, le echó la culpa a su Polaroid. Tal vez alguna de las lentes, pensó. Para Rich la clave era otra bien distinta… distinta e inspiradora: no se trataba de que la óptica estuviese rota, sino de que la forma y el revestimiento «stealthy» del fuselaje del F-117 Nighthawk producían aquel efecto.

¿Un submarino a prueba de sonar?

Sea

«Interferían con el dispositivo de la cámara utilizado para enfocar, haciendo que las imágenes parecieran borrosas”, explican desde Lockheed Martin. El siguiente razonamiento de Rich, su salto al vacío, fue: ¿Y si se aplicase la tecnología furtiva del F-117 a un submarino? ¿Conseguiría librarse así de los sonar enemigos?

La cuestión era lo suficientemente interesante como para merecer una oportunidad, así que Rich y su equipo de ingenieros compraron un modelo pequeño de submarino, lo cubrieron con carenado y lo pusieron a prueba en una cámara especial. El diseño quizás fuese algo tosco, pero funcionó, y a lo grande: el retorno del sonar se redujo en tres órdenes de magnitud, dato más que prometedor que animó a la compañía a perseverar en la idea del submarinos furtivo.

Gracias a su diseño, el sumergible —que según Lockheed recordaba a un cigarro cubierto con paneles planos— hacía rebotar las señales del sonar y amortiguaba el rugido del motor y los ruidos de la tripulación. Cuando Rich consideró que la idea estaba lo suficientemente madura y habían realizado un número aceptable de estudios, cogió todo su material y llamó a la puerta del Pentágono.

El problema es que el capitán de la Marina que lo atendió no compartía su entusiasmo: un sumergible como aquel tal vez fuese silencioso, sí, pero su diseño podría restarle dos o tres nudos de velocidad, lo que mermaba su interés.

La reunión fue lo suficientemente mal como para que el concepto del buque furtivo pareciese tocado y hundido. Y quizás así habría sido si Rich no hubiese tenido una segunda idea inesperada, en esta ocasión mientras charlaba con un compañero de Skunk Works que acaba a de regresar de Pearl Harbor, en Oahu, Hawái.

Allí había visto el Small Water Area Twin Hull, un catamarán inspirado en las ideas del canadiense Frederick G. Creed que, le comentó el compañero, destacaba por su velocidad y estabilidad. Rich vio en él sin embargo algo más: una base ideal para retomar la idea del buque furtivo. Quizás lo de los submarinos no había salido bien, pero… ¿Y una embarcación en superficie que aspirase a lo mismo: dotarse de tecnología «stealthy» para burlar el control de los enemigos?

Continúa leyendo en Xataka.

¿Qué opinas?