El Roraima: la montaña sagrada que inspiró un «Mundo Perdido»

El Monte Roraima se alza majestuosamente como el punto más alto de la cadena de tepuyes de la Sierra de Pacaraima. Está ubicado justo en la frontera entre Venezuela y Brasil

Con sus imponentes paredes verticales que se elevan abruptamente desde la Gran Sabana y su cima plana, a menudo envuelta en nubes misteriosas, el Roraima no es solo una maravilla geológica. Así, es también un lugar cargado de significado espiritual para los pueblos indígenas y una fuente de fascinación para exploradores y científicos.

Su aislamiento milenario ha dado lugar a un ecosistema único. Es el hogar de especies endémicas de flora y fauna, y su peculiar belleza inspiró la novela de Arthur Conan Doyle, «El Mundo Perdido». Imagen superior de Juan Manuel Pérez en Pixabay.

Una formación geológica ancestral y singular

El Roraima forma parte del Escudo Guayanés, una de las formaciones geológicas más antiguas del planeta, datando de hace aproximadamente dos mil millones de años. Su estructura como tepuy, una meseta con paredes verticales y cima plana, es el resultado de millones de años de erosión sobre capas de arenisca precámbrica.

La cima del Roraima abarca unos 31 kilómetros cuadrados y está dividida entre los dos países fronterizos. La ausencia de fósiles dificulta la datación precisa de la Formación Roraima. Las hipótesis más aceptadas sugieren que se depositó durante el Mesozoico, probablemente en el Cretácico. Su aislamiento geológico de millones de años, ha permitido la evolución de un ecosistema único en su cima, diferenciado de las sabanas circundantes.

El Roraima
Imagen de brainin en Pixabay
Un ecosistema aislado: flora y fauna endémicas

La cima del Roraima alberga un mundo aparte. Tiene condiciones climáticas distintas a las de la base, caracterizadas por alta humedad, lluvias frecuentes y temperaturas más frescas. Este aislamiento propicia la evolución de numerosas especies endémicas de flora y fauna. Es decir, no se encuentran en ningún otro lugar del planeta.

En la flora del Roraima destacan diversas especies de orquídeas, bromelias y plantas carnívoras, como las Heliamphora nutans y varias especies de Drosera.

La fauna incluye especies únicas de ranas. Por ejemplo, la Oreophrynella quelchii, pequeños mamíferos y una variedad de aves e insectos adaptados a las condiciones del tepuy. Este ecosistema relicto es de gran interés científico para comprender los procesos evolutivos en aislamiento.

El Roraima en la cosmovisión de los pueblos indígenas

Para los pueblos indígenas Pemón, que habitan la Gran Sabana y sus alrededores, el Roraima es mucho más que una montaña. Es un lugar sagrado, considerado el «árbol de la vida» o la «madre de todas las aguas».

En sus mitos y leyendas, el Roraima es el tronco de un gigantesco árbol primigenio que contenía todos los frutos y las semillas del mundo. Hasta que fue derribado por el héroe mítico Makunaima, dando origen a la vida y a los ríos de la región.

Los Pemón creen que la cima del tepuy está habitada por espíritus poderosos, los «Mawari». La etnia Pemón mantiene una profunda conexión espiritual con la montaña, transmitiendo sus conocimientos ancestrales y respeto por este lugar sagrado de generación en generación.

Pueblo Pemón

La exploración y el «Mundo Perdido» de Conan Doyle

El Roraima despertó la curiosidad de los exploradores europeos desde el siglo XVI. Sin embargo, su cima no fue alcanzada sino hasta 1884 por el explorador británico Sir Everard im Thurn. En su expedición, encontró una ruta relativamente accesible por la ladera venezolana.

Las descripciones de aquella travesía, con su cima plana y su ecosistema único, inspiraron al escritor escocés Arthur Conan Doyle a escribir su famosa novela de 1912, «El Mundo Perdido». En esta obra de ficción, el Roraima se convierte en una meseta aislada. En ella sobreviven dinosaurios y otras criaturas prehistóricas, alimentando la imaginación de generaciones de lectores. Así se consolidó la imagen del tepuy como un lugar misterioso y lleno de maravillas.

El Roraima hoy: turismo y conservación

Actualmente, el Roraima es un destino popular para el turismo de aventura y el senderismo. Como es sabido, atrae a visitantes de todo el mundo, quienes buscan experimentar la majestuosidad de sus paisajes y la singularidad de su ecosistema. La ruta de ascenso más común se encuentra en el lado venezolano, y requiere varios días de caminata a través de la Gran Sabana hasta alcanzar la cima.

En general, el aumento del turismo plantea desafíos para la conservación del delicado ecosistema del tepuy. Especialmente, se deben respetar los sitios considerados sagrados por los pueblos indígenas. Así, se están implementando medidas para regular el acceso y promover prácticas de turismo sostenible que permitan preservar la belleza natural y el valor cultural del Roraima para las futuras generaciones.

Un legado de misterio y biodiversidad

El Roraima sigue siendo un lugar que evoca misterio y asombro. Su imponente presencia en el paisaje, su ecosistema único y su profundo significado cultural lo convierten en un tesoro natural invaluable. Más allá de la leyenda literaria, el Roraima es un testimonio de la antigüedad geológica de la Tierra y de la increíble capacidad de la vida para adaptarse a condiciones extremas.

Créditos al canal Morten Rustad en YouTube

Su preservación es fundamental no solo por su biodiversidad única, sino también por su importancia cultural e inspiradora para la humanidad. El Roraima, la montaña sagrada que inspiró un mundo perdido, continúa desafiando nuestra imaginación y recordándonos la fragilidad y la belleza de nuestro planeta.

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