Opinión no es realidad ni hecho pues hay niveles de refutabilidad

No debemos percibir indistintamente hechos, realidades y opiniones.

Siendo que cada uno de estos conceptos representa un nivel de veracidad y un grado de refutabilidad que moldea cómo entendemos el mundo

Hablemos de la maleabilidad de la opinión hasta la inmutabilidad del hecho, pasando por la naturaleza construida de la realidad.

Opinión no es realidad ni hecho pues hay niveles de refutabilidad

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En el nivel más refutable se encuentra la opinión

Una opinión es una creencia o un juicio personal que no requiere de pruebas para existir.

Se forma a partir de experiencias individuales, valores, emociones o interpretaciones subjetivas. Por ejemplo, «El helado de chocolate es el más sabroso» no es más que una opinión.

Si bien una opinión puede ser compartida por muchos, su validez no es universal ni objetiva. Otra persona podría preferir helado de vainilla, y ambas preferencias son tan válidas como subjetivas.

Las opiniones son intrínsecamente debatibles y su fuerza radica en la persuasión o en la afinidad de ideas, no en la demostración irrefutable.

Son el punto de partida de la discusión y el diálogo, y su refutabilidad es lo que permite la diversidad de pensamiento.

Pero recuerda, por genial que te parezca tu opinión, es principalmente tuya. No es una realidad, porque las realidades no pueden ser personales, sino comunes. No es un hecho, porque los hechos ni siquiera necesitan que estemos de acuerdo, o tengamos una opinión respecto a ellos.

Ascendiendo un peldaño en la escala de la refutabilidad encontramos la realidad

Una realidad es algo que hemos convenido o acordado colectivamente como válido o cierto.

La realidad, muchas veces, es una construcción social, un marco de referencia que aceptamos para poder funcionar y coexistir.

Por ejemplo, la economía es una realidad, porque respetamos una serie de reglas que la sostienen.

Otro ejemplo son las leyes de tránsito. Es una realidad acordada que un semáforo en rojo significa «alto». No es un hecho natural que la luz roja detenga a los vehículos o a los peatones, pero hemos convenido que así sea para garantizar el orden y la seguridad vial.

De manera similar, los sistemas monetarios, los idiomas o las reglas de un juego o un deporte, son realidades. Y son respetadas principalmente por quienes participan en cada actividad, porque si no lo hacen, se pierde el sentido.

Por lo general, la validez de la realidad no depende de una verdad universal e inmutable, sino del consenso y el respeto a las normas establecidas.

La refutación de la realidad convenida no se logra con una prueba empírica contraria, sino con un cambio en el acuerdo colectivo, una renegociación de las reglas o una transformación cultural. Aceptar la realidad nos permite interactuar, predecir y participar en la sociedad.

Finalmente, en la cúspide de la irrefutabilidad, residen los hechos.

Un hecho es una verdad objetiva e innegable, independiente de la percepción, la creencia o el acuerdo humano.

Los hechos son verificables empíricamente y existen con o sin nuestra aceptación.

Por ejemplo, «La Tierra gira alrededor del Sol» es un hecho. Esta afirmación era verdadera incluso antes de que la humanidad lo descubriera o lo aceptara.

La ley de la gravedad, el ciclo del agua o la composición química de un elemento son hechos. No importa si los convenimos o no, si los aceptamos o los negamos. Su existencia y sus efectos persisten.

La refutación de un hecho solo es posible si la evidencia que lo sustenta es errónea o incompleta, lo que llevaría a una redefinición del propio hecho a la luz de nuevos descubrimientos. No a una simple negación por desacuerdo.

Los hechos son la base inamovible sobre la que construimos nuestro entendimiento de la vida.

En resumen, una opinión es subjetiva y fácilmente refutable. Una realidad es una construcción social que requiere acuerdo y respeto de las reglas, y un hecho es una verdad innegable que existe independientemente de nuestra percepción.

Comprender estas distinciones es crucial para navegar un mundo complejo, discernir la información y construir un conocimiento sólido, permitiéndonos diferenciar entre lo que sentimos, lo que hemos acordado y lo que simplemente es.

Aunque todo esto parece obvio, y debería serlo, hay quienes creen que su opinión se equipara a la realidad, o incluso, que es un hecho. 

Otras personas no entienden que hay realidades construidas que, para funcionar bien, necesitan ser aceptadas y respetadas por todos los participantes.

Por ejemplo, para jugar fútbol necesitamos aceptar la realidad del fútbol, misma que está construida en base a las reglas del juego. 

Y por supuesto, también están quienes no aceptan que los hechos son irrefutables, innegables, inmunes a las opiniones, realidades, reglas o perspectivas de cada quien.

¿Qué opinas tú? ¿Es importante entender que una opinión no es una realidad ni un hecho?

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