Dos años puede tardar un venezolano para comprar un par de zapatos (II)

La pérdida del poder adquisitivo del venezolano ha sido tan brutal por la inflación que desplomó el consumo per cápita de tres a medio par de zapatos.

De pie en la entrada de una zapatería en Sabana Grande el gerente miraba hacia afuera, donde decenas de personas caminaban sin fijarse en lo que exhibían las tiendas en sus escaparates, salvo pocas excepciones. Otros ciudadanos estaban sentados en los bancos del bulevar, otrora una de las zonas comerciales más emblemáticas de la ciudad capital, hoy un paseo donde abundan las santamarías cerradas. El único otro trabajador de la zapatería estaba sentado en una de las sillas dispuestas frente a unos espejos para que los clientes se prueben los zapatos. No había nadie a quien atender. Ya había pasado el mediodía del martes 24 de septiembre.

“Mira esto”, señaló el gerente hacia el desolado y oscuro interior del negocio. “Antes ni siquiera me daba chance de comer por la cantidad de gente que atendía”.

De pronto, un consumidor entró en la tienda. Tras observar los zapatos, preguntó por el precio en dólares de un par. “38”, respondió el gerente, y el cliente poco después se fue. Los zapatos para caballeros, fabricados en el país, costaban entre 387.000 bolívares (sintético) y 747.000 bolívares (de cuero).

Aseguró que las ventas durante la temporada escolar no se comparan con las de años anteriores a 2017, antes de que el país entrara en un severo ciclo hiperinflacionario que ha pulverizado el poder adquisitivo de los venezolanos y la capacidad de compra del bolívar. “Las ventas cayeron 70% en los últimos dos años”, añadió el gerente, quien hasta 2014 trabajó en una zapatería en El Cementerio que cerró definitivamente sus puertas.

De una tienda de calzado importado femenino ubicada justo al lado, donde tenían una oferta de dos pares por 330.000 bolívares, salió Jessica García, quien confesó que lleva dos años sin comprarse un par de zapatos nuevos. Hasta ahora ella ha compartido con sus cinco hermanas sus zapatos, pero decidió que era hora de adquirir unos nuevos. “Ya casi se me sale la lengua por el zapato. Reuní un poco, pero todos los precios que encuentro son excesivamente altos, y todo el tiempo aumentan”, dijo García, quien vende ropa para damas en Sabana Grande.

 

Vía TalCual.

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