La trágica historia de cómo el creador de la Aspirina se hundió por una sola compra
El costo de la ambición: la destrucción de las finanzas de Bayer al pasar de la Aspirina a comprar Monsanto
Bayer de colorantes y Aspirina a Monsanto su gran error financiero
La caída de Bayer, la marca que inventó la Aspirina, es una de las historias más dramáticas del mundo empresarial reciente.
Un cuento de ambición desmedida que terminó en la destrucción de las finanzas de Bayer por una sola y costosa compra.
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Para entender cómo la empresa alemana llegó a este punto, donde pierde miles de millones y sus acciones se desploman, es esencial mirar su pasado y el momento exacto en que apostó su futuro a una de las compañías más controversiales del planeta: Monsanto.
La historia de Bayer comenzó en 1863 en la ciudad de Barmen, Alemania, de la mano del comerciante Friedrich Bayer y el maestro tintorero Johann Weskott.
Al principio, se dedicaron a fabricar colorantes artificiales para la industria textil.
No fue sino hasta finales del siglo XIX cuando la química comenzó a orientarse hacia la medicina.
El nacimiento de la Aspirina y la edad de oro
El gran hito que marcó su leyenda mundial ocurrió en 1897, cuando el químico Felix Hoffmann logró sintetizar el ácido acetilsalicílico.
Dos años después, lo registraron bajo el nombre de Aspirina, un medicamento que se convertiría en un ícono global, el analgésico más famoso y confiable del mundo.
Gracias a este éxito, Bayer se consolidó como una potencia química y farmacéutica, superando incluso un difícil periodo después de la Segunda Guerra Mundial, cuando sus activos formaron parte del conglomerado I.G. Farben.
Se refundaron en 1951 y aceleraron su crecimiento hasta convertirse en un titán global con competencias clave en salud y agricultura.
Durante más de un siglo, Bayer mantuvo una reputación de innovación y calidad en el sector farmacéutico.
Desarrollaron y comercializaron medicamentos clave, y su división agrícola se mantuvo fuerte, enfocada en la protección de cultivos.
La empresa alemana disfrutaba de un prestigio financiero innegable, con un balance sólido y la confianza de los inversores.
Sin embargo, la presión por la expansión global exigió una jugada arriesgada.
La apuesta del siglo: la compra de Monsanto
En el siglo XXI, bajo la presión de la globalización y la necesidad de expansión, la compañía decidió dar un paso que se convertiría en su perdición.
Quiso convertirse en el líder absoluto de las «Ciencias de la Vida», unificando el cuidado de la salud humana y vegetal.
El año 2016 marcó el inicio del desastre
Bayer anunció su intención de comprar la empresa estadounidense Monsanto, el gigante de las semillas genéticamente modificadas y los herbicidas.
La operación, valorada en unos sesenta y tres mil millones de dólares, buscaba fusionar dos gigantes para crear el mayor proveedor mundial de agroquímicos y semillas.
La junta directiva de Bayer vio en Monsanto la llave para dominar el mercado agrícola global, apostando a que la biotecnología era el futuro de la alimentación mundial.
El error estratégico fue doble. Primero, el precio que pagaron fue altísimo, cargando la empresa con una deuda monumental. Segundo, y lo más crucial, subestimaron el inmenso riesgo legal.
La herencia tóxica: el problema del Glifosato
Dos años más tarde, en junio de 2018, Bayer cerró la adquisición, absorbiendo todas las operaciones de Monsanto.
Apenas dos meses después de que Bayer completó la compra, llegó el primer golpe demoledor.
Un jurado en California emitió un veredicto contra la recién fusionada empresa, fallando a favor de un jardinero que alegó que el Roundup (el herbicida estrella de Monsanto basado en glifosato) causó su cáncer, un linfoma no Hodgkin.
El jurado ordenó una indemnización masiva
Este veredicto fue como abrir una caja de Pandora.
De un día para otro, Bayer heredó la responsabilidad de miles de demandas similares. Miles de personas en Estados Unidos, con casos pendientes, vieron en esta victoria una luz para litigar contra la multinacional.
A partir de 2019, la situación escaló sin control.
La destrucción de las finanzas de Bayer por los tribunales
Los litigios por el glifosato se multiplicaron.
Los veredictos en contra de Bayer se sucedieron, con jurados otorgando indemnizaciones de cientos de millones de dólares.
Aunque los montos de algunas sentencias se redujeron en apelaciones, el flujo constante de malas noticias y los miles de casos pendientes machacaron la confianza de los inversores.
Las acciones de Bayer en la bolsa comenzaron una caída libre que se mantuvo por años.
El costo de este desastre se mide en miles de millones
Bayer tuvo que destinar sumas enormes a provisiones para intentar llegar a acuerdos extrajudiciales y frenar la sangría legal.
El peso de los litigios, sumado a la gigantesca deuda que la compra original dejó, provocó que la empresa entrara en una crisis de rentabilidad.
El costo de la ambición en los balances
En los últimos años, la destrucción de las finanzas de Bayer se hizo palpable en sus balances.
La compañía ha reportado pérdidas netas multimillonarias.
Solo en 2023, la empresa registró una pérdida de aproximadamente dos mil novecientos millones de euros.
Estas cifras se deben en gran parte a los ajustes de valor (depreciaciones) que tuvieron que aplicar a su división agrícola (Crop Science), reconociendo que el valor de Monsanto, con todos sus problemas legales, ya no era lo que esperaban.
Las caídas en bolsa han sido brutales, eliminando miles de millones del valor de mercado de la empresa.
Planes de reestructuración y un futuro incierto
Para intentar salvar la situación, la nueva dirección de Bayer, encabezada por Bill Anderson, anunció una profunda reestructuración.
El plan es eliminar miles de puestos de dirección y simplificar drásticamente la estructura burocrática, buscando ahorros anuales de miles de millones de euros para 2026.
Sin embargo, el futuro de la compañía pende de un hilo.
La gran pregunta que se hacen los inversores es si Bayer debe o no separarse, escindiendo sus divisiones farmacéutica, de consumo y agrícola para liberar valor.
Por ahora, la dirección se opone a esta idea. Lo que comenzó como un ambicioso intento de dominio global con la adquisición de Monsanto, se convirtió en una pesadilla que amenaza con devorar el legado de la compañía que nos regaló la Aspirina. La lección es clara: una mala apuesta puede hundir a un gigante.
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