Mientras expertos experimentaban con sujetos sin su consentimiento, algunos de la Unión Soviética quieren crear una criatura poderosa haciendo un cruce entre especies
Ilia Ivanov tiene un interés inusual en la ciencia, ya había realizado cruces entre otras especies, pero ahora quiere cruzar humanos con chimpancés, convencido de que todo tipo de religión carece de sentido. El súper humano.
Mientras los expertos del proyecto Manhattan experimentan con estadounidenses sin su consentimiento, algunos investigadores de la Unión Soviética también persiguen la ciencia oscura. Quieren crear un nuevo tipo de vida, un cruce entre humano y simio.
Siete años después de la revolución rusa, el gobierno soviético se afianza en el poder. Sus dirigentes pretenden acabar con la religión por considerarla un obstáculo en una sociedad socialista. Lenin y Stalin están convencidos de que deben erradicar totalmente la religión si quieren llevar a cabo la gloriosa revolución comunista.

Siguiendo las ideas de Marx, piensan que es el opio del pueblo y que tiene que desaparecer. Para promover esa causa, Stalin recurre a un científico llamado Ilia Ivanov, que tiene un interés inusual en la genética humana. Para demostrar el potencial de esta nueva ciencia, Ivanov ya ha producido nuevas cruces, pero en 1924 decide probar algo que va mucho más allá de fusionar dos animales.
Lo que propone Ivanov es cruzar humanos y chimpancés para crear lo que llamará un humancé. Es un proyecto tan perverso y malévolo que impresiona totalmente, pero Ivanov apuesta su reputación y su vida al éxito.
Ivanov está convencido de que si sus experimentos funcionan y los simios y los humanos pueden cruzarse con éxito, eso significa que comparten un antepasado común y por tanto que la Biblia y la noción de creación única son falsas.
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