Las velas producen luz a través de la combustión de una mecha, usadas para iluminar, crear ambientes o con fines simbólicos
Pero la pregunta es, que poder tienen, porque la cristiandad las utiliza como medio sagrado. Que poder místico poseen las velas desde siempre. Imagen superior de Ri Butov en Pixabay
Que poder místico poseen las velas desde siempre.
Edgar Alan P, escritor y poeta de lo macabro, era un hombre atormentado y por ello recurría a la bebida y al lucinógenos. Pero y tal como lo anotó en su diario, cierta madrugada después de una noche de excesos, acerté pasar frente a una iglesia en Irvington, suburbio de Boltimore.
Sin saber cómo o por qué, ya que soy agnóstico, sentí la necesidad de entrar a ese templo. A una hora tan temprana, no había casi nadie allí. Justo a la izquierda del portón estaba un velatorio donde distintos fieles habían dejado encendidos sirios votivos y me acerqué hasta allí.
Curiosamente y al rato de contemplar aquellas luces parpadeantes, comencé a sentir algo así como un oasis de paz y sosiego que los estimulantes jamás me habían brindado.
No es difícil entender el efecto de calma casi hipnótico que los sirios de aquella iglesia que Edgar Alan Paul casualmente visitó le infundieron, pues ha sido así para muchos desde tiempos inmemoriales.
Casa animal y mechas rudimentarias quizás pudieron haber sido las primeras velas, aunque no necesariamente para meditar, desde luego. Posteriormente, y aparte de su empleo para iluminar el interior de cavernas paleolíticas, aquellos candiles quizás tuvieron connotaciones rituales a dioses paganos. Relieves en tumbas egipcias muestran velas en platillos especialmente diseñados para ese fin.
Y ya durante la civilización minoica sucedía algo parecido. Con el advenimiento de la cristiandad, las velas pasaron a ser como un símbolo místico de claridad espiritual, una especie de faro simbólico para ayudar a fieles y pecadores a reafirmar su fe.
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