El impacto de las políticas de confiscación en la economía
Cuáles son las consecuencias de la expropiación por parte de Venezuela de activos norteamericanos
Una deuda que no para de crecer
La expropiación de activos norteamericanos por parte de Venezuela representa uno de los capítulos más oscuros y complejos de la historia económica reciente del país porque generó compromisos financieros gigantescos.
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Las expropiaciones de activos en Venezuela representan uno de los capítulos más oscuros y complejos de la historia económica reciente del país porque generaron compromisos financieros gigantescos.
El conflicto sobre la propiedad privada en Venezuela volvió al centro del debate público tras declaraciones recientes desde Estados Unidos.
Donald Trump y varios funcionarios acusaron al gobierno venezolano de robar activos norteamericanos.
Aunque el lenguaje político suele ser estridente, la base de estas afirmaciones tiene un sustento real en la historia de las expropiaciones que iniciaron en 2007.
Hugo Chávez popularizó la frase «exprópiese» y marcó el comienzo de una política que desmanteló el tejido industrial privado. No solo afectaron a empresarios locales, sino que grandes corporaciones estadounidenses terminaron bajo control estatal sin recibir el pago correspondiente.
Esta práctica continuó bajo el mando de Nicolás Maduro y generó una cadena de litigios internacionales que hoy asfixian las finanzas del país.
Las empresas que perdieron todo
Cuando revisamos quiénes sufrieron estos procesos, la lista es larga y variada. En el sector petrolero, gigantes como ConocoPhillips y ExxonMobil perdieron sus derechos de explotación.
Estas empresas no se quedaron de brazos cruzados y acudieron a tribunales internacionales para exigir justicia. Sin embargo, el alcance de estas medidas llegó mucho más allá del petróleo.
Empresas icónicas como Owens-Illinois, dedicada a la fabricación de vidrio, pasaron a manos del Estado de forma abrupta. Con el paso de los años, marcas de consumo masivo como Clorox y Kellogg’s también enfrentaron la toma de sus activos.
El experto José Ignacio Hernández señala que Venezuela es actualmente el estado soberano con más litigios y arbitrajes internacionales en curso en todo el mundo.
El costo de una política arbitraria
¿Por qué es interesante este tema hoy? Principalmente por la magnitud de la deuda. Solo en sentencias y laudos arbitrales a favor de empresas estadounidenses, Venezuela debe aproximadamente 12.000 millones de dólares.
Si sumamos las reclamaciones de otros países y los bonos de la deuda, la cifra total escala hasta los 160.000 millones de dólares. Es una cantidad que el país no puede pagar en su situación actual.
Lo más curioso y paradójico es cómo el Estado utiliza esos bienes hoy. PDVSA produce parte de su crudo utilizando infraestructura y derechos que pertenecen legalmente a las empresas expropiadas.
Básicamente, el gobierno extrae riqueza de activos que tomó por la fuerza y por los cuales todavía no paga ni un centavo después de una década.
Verdades y exageraciones en el discurso
Es importante filtrar la narrativa política para entender qué pasó realmente. Trump mencionó el robo de tierras y petróleo.
Técnicamente, el petróleo pertenece al Estado venezolano por Constitución, así que no existe un robo de recursos naturales como tal.
Sin embargo, las empresas sí eran dueñas de los equipos, las plantas y los terrenos donde operaban.
La viralidad de este tema surge porque toca la fibra de la seguridad jurídica y las relaciones diplomáticas.
Cuando un gobierno toma una fábrica o una oficina sin compensación, envía un mensaje aterrador a los inversionistas globales.
Nadie quiere poner su dinero en un lugar donde las reglas cambian según el humor del gobernante de turno.
Un futuro lleno de incertidumbre
Al pensar al respecto, queda claro que la voluntad de pago es nula. El gobierno de Nicolás Maduro no muestra interés ni capacidad financiera para resolver estos conflictos.
Mientras no exista un cambio en la dirección política, las empresas afectadas seguirán con las manos vacías y el país seguirá excluido de los mercados financieros internacionales.
Las expropiaciones de activos transformaron el paisaje económico de Chacao y de toda Caracas. Lo que antes eran empresas pujantes, hoy son estructuras estatales ineficientes u opacas.
La recuperación de la confianza internacional pasa obligatoriamente por enfrentar estas deudas y devolver la seguridad a quienes desean invertir en el país.
Sin justicia para los propietarios anteriores, el crecimiento futuro parece una meta inalcanzable.
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