La perrita Zola cayó desde más de 600 pies en las montañas nevadas de Colorado y sobrevivió hasta ser rescatada

Un grupo de excursionistas que avanzaba por el Torreys Peak, una de las montañas más visitadas de Colorado (EE.UU.), advirtió a la distancia una pequeña mancha negra sobre un campo de nieve inclinado.

La figura contrastaba con el relieve rocoso y no coincidía con ninguna formación natural. Minutos después, la sorpresa resultó mayor: aquella silueta correspondía a Zola, una perra de tres años que había caído cientos de pies durante una salida con su familia. Así comenzó un operativo de rescate que puso a prueba la experiencia y el compromiso del Alpine Rescue Team.

El episodio ocurrió a comienzos de julio de 2023, pero fue esta semana que fue dado a conocer.

Zola llevaba ocho horas desaparecida desde la caída y nadie tenía certezas sobre su estado. Según informó Greater Good, el llamado de la familia a los servicios de emergencia describió una escena dramática.

Ellos habían visto la cabeza de la perra unos metros más abajo del sector cercano a la cumbre y, después de un instante, el rastro se perdió otra vez. El clima en la montaña mostró preocupación y silencio cuando los rescatistas llegaron al lugar.

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Siete miembros del equipo afrontaron el ascenso final hasta la zona alta con un objetivo claro: revisar el área del accidente y determinar si existían posibilidades reales de acceso. El trayecto demandó cerca de una hora. Desde un punto elevado, los rescatistas lograron distinguir una forma oscura sobre un couloir de nieve de unos 2.000 pies. A esa distancia no había confirmación absoluta, aunque algunos integrantes percibieron leves movimientos. Ese indicio bastó para sostener la búsqueda.

El asombro apareció en el momento del contacto visual definitivo. Al asomarse al borde, los rescatistas encontraron a Zola con vida. La perra se ubicaba en la parte superior de una pendiente nevada, bajo una pared de hielo de casi cinco metros apoyada sobre una roca. El cálculo posterior indicó una caída aproximada de 600 pies. Pese a las heridas, Zola se mantenía alerta y movía la cola frente a los rescatistas.

«Imaginen nuestra sorpresa y alegría absoluta cuando nos asomamos al borde y allí estaba, viva y meneando la cola», dijo Angela Widler, miembro del Equipo de Rescate Alpino , según Greater Good.

¿Cómo lograron trasladar a Zola a un lugar seguro?


El equipo diseñó un plan rápido y seguro. Tras evaluar el terreno, los especialistas instalaron anclajes y descendieron con cuerdas hasta el couloir. El acercamiento exigió precisión y paciencia, ya que Zola mostró dolor y miedo. Lloró, tembló y rechazó el contacto al principio. «Me gruñó varias veces mientras intentaba meterla en la bolsa», afirmó Widler.

La perra presentó raspaduras en el abdomen, las patas traseras y la zona de la cadera, además de la imposibilidad de apoyar una de las extremidades. Con cuidado, los rescatistas lograron asegurarla dentro de una bolsa de transporte y comenzaron el regreso hacia un sector estable de la montaña.

Ya en terreno firme, otro integrante del equipo la acomodó en una mochila para completar la caminata de salida. Zola se mantuvo tranquila durante todo el trayecto. «Estaba tan tranquila como un pepino y no dijo ni pío», agregó la rescatista.

El reencuentro con la familia reunió alivio, emoción y gratitud después de horas de incertidumbre. La intervención del Alpine Rescue Team evitó un desenlace trágico y dejó una lección sobre la preparación en actividades de montaña con mascotas.

Los rescatistas remarcaron la importancia de conocer los límites físicos de cada animal, usar correa en áreas riesgosas y aceptar la posibilidad de regresar antes de tiempo si aparecen señales de fatiga o malestar. También subrayaron la necesidad de llevar insumos básicos para personas y perros. La historia de Zola expone el valor de la coordinación y de la comunidad en escenarios extremos, además del vínculo profundo entre las familias y sus compañeros de cuatro patas.

Con información de El Clarín

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