«Qué puedo decir, he liderado la carrera en mi debut, alcanzo el podio y… no sé que ha pasado en la segunda parada… pero estoy muy feliz». Así valoró Lewis Hamilton su primera carrera en McLaren junto a Fernando Alonso en Australia 2007, a mediados de marzo.
Le adelantó en la salida, por fuera (Alonso salía segundo, Lewis cuarto) y fue tal el clamor en el equipo que el mánager del español, sorprendido, y los suyos, se fueron a ver la carrera a Renault.
Se veían venir la temporada en el primer minuto de la primera carrera. Y un par de meses después, en un Mónaco a finales de mayo, explotó.
Australia fue la carrera clave en la que Hamilton se pudo comparar en realidad con Alonso y el resto de grandes. Hasta allí llegó con nueve días de test en un F1, el título de la GP2 bajo el brazo, un fichaje anunciado en noviembre de 2006 para sorpresa de todos (Pedro era el favorito) y un brutal accidente en los test de pretemporada en Cheste en los que aplastó el MP4-22. Pero donde ya había marcado un par de días mejores tiempos que Fernando. Quedaba la prueba con fuego real.
En Melbourne Alonso llegaba con rey indiscutible del cotarro, doble campeón en título y ‘destronador’ de Michael Schumacher. McLaren era el centro del universo, plagado de patrocinadores, como Vodafone y Santander, con una presentación en Valencia como no se recuerda otra (a los asombrados periodistas les cayó de regalo un teléfono móvil como no habían visto), con el mejor a bordo y la mayor estrella británica en ciernes a su lado en la que McLaren y Mercedes habían invertido 1.5 millones.

Fernando tenía más experiencia pese al cambio a neumáticos Bridgestone. Lewis quería aprovechar que las sesiones libres se ampliaban de 60 a 90 minutos y pese a que se podían usar varios pilotos, él solo quería rodar. Era uno de los siete circuitos que no conocía de otras categorías y lo había fundido en los simuladores de Woking en invierno.
Aquél viernes para los libres en el Albert Park Fernando llegó primero, a las 8.15 al circuito y ambos tuvieron su primera reunión con sus ingenieros. A las 10.06 se encendió el motor Mercedes del coche 2, calzado con gomas de agua y a las 10.08 el de Fernando. Al final de una sesión en la que el 1 rodó 23 vueltas y el 2 sólo 14, sólo seca al final la pista, Fernando marcó el mejor crono y aventajó en 1.6 segundos al debutante.
Pasta, ensalada y agua mineral para los dos antes del segundo libre esta vez con pista seca. Hamilton adelanta en medio segundo a Fernando tras una tanda de 10 vueltas. Al final el inglés es tercero entre sonrisas y Fernando séptimo con intensas explicaciones a sus ingenieros de lo que quiere para el día siguiente. Ni una palabra entre ellos hasta que ambos se marchan a las 18:34 del circuito a vestirse de Hugo Boss, Lewis para un acto de Mercedes en la planta 89 del Eureka Tower de 350 metros de alto donde responde preguntas de 150 invitados («Estoy viviendo un gran momento», dice) y Fernando al Grand Prix Ball y luego a un acto de Tag Heuer. Ambos tienen libre para cenar a las 20.30.
vía MARCA
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