“Las situación era insoportable. Nos tenían en un apartamento bajo llave, donde solo nos abrían la puerta para pasarnos comida, que no se le da ni a los perros. El apartamento no tenía agua, la ponían una hora cada día y éramos más de ocho personas”.
El relato es de una migrante venezolana que retornó a principios de mayo. Su historia es la de cientos de venezolanos a quienes les han tratado como escoria en su propio país, por el solo hecho de haber salido para mejorar y haber tenido que regresar, obligados por la pandemia. Gran parte de ellos lleva esta cruz a cuestas.
La joven cuenta que decidió irse a Cúcuta, Colombia, a comienzos del 2020. Pero llegó la pandemia y tuvo que dejar de trabajar. Como no tenía para pagar el cuarto que mantenía alquilado, no tuvo más opción que regresar a Venezuela junto a su bebé de un año.
A finales de abril por fin logró tocar suelo venezolano, pero siguieron las penurias: durmió seis noches en el terminal de San Antonio del Táchira, a la espera de que un transporte del régimen de Maduro la buscaran a ella y a los que tenían como destino Barquisimeto, estado Lara.
El 6 de mayo llegó al refugio que le asignaron: la Villa Bolivariana. A ella la dejaron 14 días, pero al otro grupo con que compartía piso los mantuvieron aislados 34 días, pese que en el mismo apartamento una joven dio positivo de COVID-19.
El caso de la Villa Bolivariana no es el único. El 29 de mayo un grupo de más de 100 personas provenientes de Colombia llevaban 24 días en el Hotel Vizconde, en Caracas, denunciaron a los medios de comunicación que los mantenían “secuestrados, a pesar que les habían practicado cinco pruebas de COVID-19 y habían salido negativos. La denuncia hizo que funcionarios del régimen de Maduro los liberaran.
Tal es la situación en los refugios que la noche del 14 de mayo un migrante de 22 años que se encontraba en un refugio ubicado en El Vigía, estado Mérida, fue trasladado al Hospital Universitario de Los Andes por presentar fiebre y otros síntomas del COVID-19. El hombre falleció a las pocas horas de haber sido ingresado al centro de salud.
De acuerdo con información aportada por el diputado a la Asamblea Nacional en el exilio, José Manuel Olivares, el paciente, 10 días antes de morir, informó que se sentía mal, pero quienes resguardaban el refugio no lo llevaron a recibir atención médica. Después de muerto le practicaron la prueba del COVID-19, y dio positivo.
Esta semana Venezuela se acerca a los 3.500 casos de coronaviris y el régimen insiste en culpar a los migrantes retornados de propagarla enfermedad y hasta los ha calificado de «armas biológicas» enviadas por el presidente Iván Duque para contaminar a Venezuela.
Hace unos días, Maduro anunció la restricción del regreso de los venezolanos por la frontera con Colombia, a 300 por día y solo los lunes, miércoles y viernes. Esto ha empeorado las condiciones de los refugios y hasta la situación de las ciudades fronterizas. Tanto que la autoridades colombianas habilitaron campamentos temporales con ayuda de Acnur, para atender a los que van de paso a la froteray puedan recibir, al menos, un trato decente.
Con información de Fronteraviva.com