El 25 de abril de 1792, Nicolas Jacques Pelletier se convirtió en la primera víctima de la guillotina en Francia.
Fue a las 3:30 pm en la Plaza de Grève, en París. La multitud, acostumbrada al morboso espectáculo de las ejecuciones capitales que duraban horas, se mostró decepcionada por la rapidez y eficacia de la nueva máquina.
Pero en realidad, ese era precisamente el objetivo y la importancia de la guillotina: una muerte rápida y sin sufrimiento.
Con el correr de los años, la guillotina, la máquina para decapitar, cobraría importancia como símbolo de la revolución
«Louisette», la rasuradora nacional, la viuda… la guillotina adquirió un sinnúmero de sobrenombres. Pero sobre todo, se instaló en la opinión francesa como un instrumento bárbaro y espantoso para la ejecución de los condenados a muerte.
Sin embargo, la idea de su principal impulsor era completamente distinta. Aunque resulte irónico, esta máquina se adoptó en Francia para permitir a los condenados tener una muerte digna.
La idea germinó en la cabeza de Joseph Guillotin, un ilustre médico cercano a las ideas de la Ilustración. El propuso a la Asamblea Constituyente la adopción de un nuevo aparato humanista.
La importancia de la guillotina: un invento de la ilustración
Se puede decir que la guillotina fue una invención de la Ilustración. La idea de Guillotin era humanitaria, digna de un médico ilustrado.
Hay que recordar que los condenados ordinarios en el antiguo régimen padecían suplicios terribles.
Contra la tortura y ejecución en la rueda, por ejemplo, la guillotina proponía una muerte instantánea. Y de hecho, la guillotina ya se conocía en Europa.
Los escoceses tenía una máquina para decapitar, que ellos llamaban la “Maiden”, la “Señorita”. En realidad, Guillotin solo propuso introducir en Francia esa «máquina inglesa para decapitar», que no se llamaba todavía guillotina.
Por último, la idea de Guillotin de implementar una muerte igualitaria era una propuesta política. Porque en la época la decapitación estaba reservada a la nobleza.
Guillotin proponía que fuera cual fuera el rango del condenado, noble o plebeyo, se le cortaría la cabeza. Así lo explicó en 1997 el fallecido Daniel Arasse, uno de los máximos historiadores franceses especialistas de la guillotine, en entrevista a France Culture.
Predilecta por decreto
En 1791 los diputados adoptaron un decreto que estipuló que todo condenado a muerte fuera decapitado, y dieron luz verde a Guillotin para trabajar en el prototipo de su máquina de decapitar.
Guillotin perfeccionó su idea en colaboración con el cirujano Antoine Louis quien concibe una cuchilla oblicua, más eficaz para cortar de manera precisa la columna vertebral.
Intervino también el ingeniero mecánico Jean-Tobie Schmidt quien se dedicaba a fabricar pianos, y el carpintero Guidon, quien diseñó el patíbulo.
El resultado fue todo un éxito y rápidamente los parlamentarios y periodistas bautizan a la nueva máquina «guillotina», contracción de Guillotin, su impulsor, y de «machine», para desgracia del doctor Guillotin, quien rechazó el término.
Durante el período del Terror, entre 1793 y 1794, se instalaron cincuenta guillotinas en toda Francia, en las que se ejecutaron unas 20.000 personas.
Las cabezas más ilustres que rodaron fueron por supuesto las de Luis XVI y la de su esposa, Maria Antonieta, ejecutados en la antigua Plaza de la Revolución, en el corazón de París, hoy Plaza de la Concordia. Una placa en el suelo recuerda esas muertes populares a las que asistió la población capitalina.
La importancia de la guillotina la llevó al cine
La célebre guillotina ha sido inmortalizada en numerosas obras de arte, cuadros, libros, películas y canciones, prueba de su anclaje en la conciencia colectiva.
Stendhal hizo lo suyo en su famosa «El rojo y el negro» con su personaje romántico Julien Sorel quien es ejecutado al final de la novela.
Las diversas adaptaciones de esta obra en el cine retoman la escena de la decapitación.
De hecho, la guillotina es una veterana estrella del cine, y esto desde las primeras película en la historia.
En 1899, Ferdinand Zecca dirige «Historia de un crimen». La película narra la historia de un asesino, desde su detención hasta su ejecución, escena que fue censurada en virtud de su crudeza.
La impresionante «La vida, el amor, la muerte» de Claude Lelouch merece una mención especial. Aparecida en 1969, la cinta narra, con extrema fidelidad, las últimas horas de Francois Toledo, un obrero condenado a la pena máxima.
Un caso real llevado al cine, que contó incluso con la colaboración del verdadero abogado del condenado, quien asistió a su ejecución.
Hasta cuándo se usó la guillotina
Pocos saben que en el llamado país de los derechos humanos, la guillotina tuvo una vida larga que se extiende hasta el siglo XX.
La última persona ejecutada con guillotina en Francia
En efecto, el último condenado a la guillotina en Francia fue Hamida Djandoubi, un tunecino de 28 años.
Su cabeza sufrió el filo de la navaja el 10 de septiembre de 1977 en la ciudad de Marsella. Y no fue hasta 1981 que se abolió la pena de muerte.
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Basado en un artículo de María Carolina Piña publicado en Las Voces del Mundo