Aunque suene a película, las mutaciones de bacterias resistentes son una amenaza y realidad en el espacio. Afortunadamente, ya hay soluciones y protocolos para evitarlas
Ni la peor película de clase B con ese título se acerca a la amenaza real de las superbacterias. Desafortunadamente, no hace falta que lleguen desde el espacio. Las verdaderas invasoras están ya en la Tierra; la FAO tiene fichados a una decena de microbios potencialmente resistentes al ataque de antibióticos.
El problema es que, además, en los ambientes extraterrestres hay terrícolas microscópicos y hemos sido los humanos quienes los hemos llevado hasta arriba. En nuestras manos está el no hacerlos más fuertes aún, fuera de nuestro planeta, donde algunos estudios señalan que se aceleran las mutaciones.
La historia viene de lejos. Desde 1967 se aborda específicamente en el Tratado del Espacio. “Ahí se expone la preocupación de la comunidad científica de evitar la contaminación de los cuerpos planetarios que vayamos a explorar”, explica desde el INTA José Eduardo González-Pastor(@eglezpastor), del Departamento de Evolución Molecular del Centro de Astrobiología (CAB). “Es importante para que eso no dificulte las futuras misiones destinadas a estudiar la presencia de vida en los mismos. En el caso de que albergaran vida, que no se vea afectada por los microorganismos que pudiéramos introducir.”
Las misiones espaciales anteriores a esas fechas no tenían en cuenta el problema de la contaminación que podían llevar consigo naves y astronautas a ambientes como la Luna. Aunque la radiación fuera de la atmósfera es muy alta y aunque el frío es helador, hay vida que puede quedar agarrada a todo lo que visita la Estación Espacial Internacional (EEI). Y el problema es que esas bacterias viajeras se han hecho fuertes ante semejantes inclemencias. Lo que no muere, se hace más fuerte.
“En la Tierra existen microorganismos que pueden sobrevivir a dosis de radiactividad muy elevada, como por ejemplo Deinococcus radiodurans, en centrales nucleares. Además hay otros microorganismos que pueden sobrevivir a temperaturas superiores a 70 grados e incluso resistir a 121 grados (la temperatura que alcanza el agua en una olla a presión)”, señala el investigador español.
“Además, otros muchos microorganismos con un metabolismo no tan resistente, sí pueden sobrevivir en forma de espora durante largos periodos de tiempo y en condiciones muy adversas. Claramente el ser humano ha exportado y sigue exportando formas resistentes de microorganismos al espacio exterior y a otros planetas. Es casi seguro que hayamos introducido microorganismos en la Luna y en Marte, pero eso no significa que hayan prosperado”. ¿Lo han hecho en la EEI?
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