La llegada del coronavirus sorprende al país sin defensas: con una economía en ruinas y un sistema de salud colapsado. El chavismo no puede hacer un uso político de la enfermedad en este escenario.
El carácter letal del COVID-19 reside tanto en el virus mismo como en su capacidad de desbordar rápidamente los servicios clínicos de cualquier país. Aunque el contagio no implica necesariamente el aniquilamiento inmediato, la identificación de las víctimas reales se confunde y la epidemia se transforma en una marea desconcertante que arrasa con cualquier asistencia sanitaria.
¿Qué puede pasar en un país que, ya antes de esta situación, padecía una crisis brutal en su sistema de salud público y privado?
Venezuela vive en un caos económico sin precedentes, causado esencialmente por el modelo chavista y la enorme corrupción que se dio durante la pasada bonanza petrolera. La caída de los precios del crudo y las más recientes sanciones de Estados Unidos también han agudizado este proceso. Pero la ruina sanitaria que sacude al país —y lo hace especialmente vulnerable al COVID-19— es anterior a las medidas de presión internacional y a las sanciones económicas impuestas sobre el gobierno de Nicolás Maduro.
Ya en marzo de 2015, un informe realizado por distintos médicos reportaba que casi la mitad de los quirófanos en Venezuela no estaban funcionando y que, en la salud pública, había 60 por ciento de escasez de medicinas y de insumos. A esto hay que sumar los numerosos casos de corrupción, relacionados con el sector salud, cuyas denuncias han sido reiteradas pero que jamás han sido atendidas por el chavismo.
La llegada del coronavirus sorprende a Venezuela sin ningún tipo de defensas. No solo se trata de la situación hospitalaria. La crítica realidad económica, que se ha venido agudizando desde 2014, ya presenta niveles trágicos en todos lados: inflación galopante, desempleo y desabastecimiento y fallas en los servicios básicos de luz y de agua en grandes zonas del país.
Susana Raffalli, especialista en nutrición y seguridad alimentaria, lleva años trabajando y dándole seguimiento al tema. Para ella, Venezuela se encuentra en un estado de “emergencia prolongada”. El coronavirus solo puede empeorar más las cosas y terminar generando una “crisis alimentaria a gran escala”.