La llegada del COVID-19 a Venezuela significó que el régimen de Nicolás Maduro desde marzo. Han pasado ya siete meses y con la cuarentena llegó el deterioro considerable de los servicios públicos en el país.
La oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, lo ha reflejado así en su más reciente informe. Mismo en el que manifiestan preocupación por la situación en Venezuela.
La crisis de gasolina se ha agudizado de manera abrupta. Aún cuando “se han reportado esfuerzos por incrementar la producción en dos refinerías”. Según reportó el diario venezolano Tal Cual.
Esta situación ha causado grandes limitaciones en la oferta de combustible. Y además consideran que “la limitación en la oferta de combustible ha impactado y restringido incluso la prestación del servicio en sectores prioritarios y en la respuesta humanitaria”.
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La escasez de gasolina ha complicado el traslado de pacientes con síntoma de COVID-19 y otras patologías hasta los centro de salud. Tal como lo ha denunciado el diputado de la Asamblea Nacional, José Manuel Olivares.
Por ejemplo, en Delta Amacuro, los habitantes han pasado horas buscando transporte para trasladarse a la ciudad de Maturín, donde aseguran queda el centro más cercano para la atención de estos casos.
A esta crisis de gasolina se le suman las limitaciones en el acceso a los servicios básicos de agua, electricidad, gas doméstico y hasta las telecomunicaciones.
La oficina de la ONU registra diversos reportes sobre los frecuentes cortes de energía eléctrica y fallas en la distribución de gas doméstico en varios estados. Esto ha generado “entre otras cosas, que un mayor número de personas deban recurrid a la biomasa y leña para cocinar, pese al riesgo de enfermedades respiratorias vinculados”.
Redacción Lohena Reverón/Curadas.