Cómo repercute en tu cerebro y en la salud quejarte o enfadarte mucho

Investigaciones han demostrado que la mayoría de las personas se quejan una vez por minuto durante una conversación normal. Quejarnos es algo tentador porque se siente bien, pero como muchas otras cosas que se disfrutan (como fumar o comer dulce), quejarte no es bueno para la salud

Escuchar a alguien que se la pasa quejándose te puede traer más problemas que sólo unas ganas locas de salir corriendo de esa «conversación». La ciencia explica que recibir un torrente de quejas en tus oídos impacta de manera negativa en tu cerebro y en la salud.

Vivimos tiempos sumamente complicados en que lo único que podemos hacer es tener el máximo cuidado para frenar la transmisión del virus, y eso implica aislarse de nuestros seres queridos y cumplir con las medidas de seguridad dictadas por las autoridades sanitarias.

En este contexto, la queja, el lamento o el disgusto están justificados. Pero más allá de este problema colectivo que debemos intentar resolver lo antes posible para minimizar sus consecuencias, muchas personas tienen cierta tendencia a vivir quejándose constantemente. Y más en una época como esta, en la que existen tantos canales de comunicación a nuestra disposición para descargarse y dirigir el odio contra desconocidos a los que solo vemos tras una pantalla.

En definitiva, no merece la pena pasarse toda la vida enfadado con los demás o en actitud defensiva. Pero más allá de esta consideración lógica y banal, ¿qué efectos puede producir en el cerebro el hecho de pasar demasiado tiempo al día con el ceño fruncido?

«!En lugar de cambiar nuestra química cerebral a mejor, los enfados crónicos crean vías neuronales que refuerzan esas formas negativas de pensar»

«Si una persona se queja mucho de sus relaciones personales, posesiones materiales o problemas laborales, puede convertirse en un asunto serio, sin duda», asegura Amanda Levison, terapeuta y psicológa norteamericana, en un interesante artículo sobre el tema publicado en ‘Mel Magazine’. «A largo plazo, puede convertirse en un pensamiento automático y reiterativo en el que ya no existe ninguna conciencia sobre lo que dicen».

El reverso de la gratitud

Y como es evidente, «esto puede conducir a discusiones frecuentes y problemas con los demás, lo que a su vez causará estrés y ansiedad añadida, afectando a nuestra salud mental y física», recalca la psicóloga. Hay que entender en este punto que por mucho que te quejes de algo que te molesta, ello no va a mejorar ni cambiar de ninguna forma. «Quejarse es el reverso de la gratitud», afirma Lauren Vinopal, redactora de ‘Mel Magazine’.

«En lugar de cambiar nuestra química cerebral a mejor, los enfados crónicos crean vías neuronales que refuerzan esas formas negativas de pensar: tu pareja no te aprecia, tu jefe te explota y nada sale bien. Con el tiempo, cada vez se vuelve más difícil internalizar algo positivo».

Del mismo modo, vivir enfadado con todo el mundo y por todo tipo de razones no solo te perjudica a ti, sino también a los que te rodean. «Escuchar todo el tiempo a una persona quejarse tiene un claro impacto negativo en tus relaciones», señala por su parte el psicólogo Brian Wind. Tu cuerpo genera mucho más cortisol, las hormonas del estrés, lo que a su vez puede provocar problemas digestivos, inosmnio, depresión, hipertensión o un mayor riesgo de sufrir algún tipo de enfermedad cardíaca.

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