Thomas Becket uno de los santos más famosos de Inglaterra es también de los que más misterios sigue escondiendo a día de hoy… y de quien se ha hallado un libro que se creía desaparecido
Sobre Thomas Becket, el arzobispo asesinado a golpes en la catedral de Canterbury hace exactamente 850 años, se ha escrito más que sobre cualquier otro inglés de la Edad Media que no fuera miembro de la realeza.
Sin embargo, parece que todavía es posible descubrir cosas nuevas sobre su extraordinaria vida.
Antes del amanecer del 14 de octubre de 1164, Thomas Becket encontró una puerta abierta en las murallas de Northampton y salió a caballo con un sirviente y dos guías, mientras el sonido de los cascos era enmascarado por el fuerte viento y la lluvia torrencial.
El arzobispo estaba huyendo después de haber estado una semana en el banquillo de los acusados, en un juicio en el castillo de Northampton.
La acusación inicial había sido menor, pero el rey Enrique II había agregado acusaciones nuevas y cada vez más graves, y parecía probable que se emitiera un veredicto de traición.
Becket se dirigió hacia el norte, llegando a Lincoln en dos días; luego se puso la túnica de lana oscura y áspera de una orden religiosa local, adoptó el nombre de Hermano Christian y se dirigió al sur para internarse en la zona de los pantanos.
Sus compañeros eran auténticos hermanos legos, capaces de llevarlo por marismas y cursos de agua hasta ermitas y prioratos aislados, donde podría planificar sus próximos pasos.
Si lo hubieran atrapado, dice la profesora Anne Duggan, la principal experta en Becket, el rey podría haber elegido el castigo que se le antojara: castración, cegamiento e incluso la muerte.
Pero Becket no fue capturado.
Finalmente, llegó a Kent y desde allí lo llevaron a Francia en los primeros días de noviembre.
En el exilio necesitaría dinero, así que antes de salir de Northampton, Becket había enviado en secreto a su confidente más cercano, el erudito Herbert de Bosham, a Canterbury, para reunir todo lo que pudiera y llevarlo a la Abadía de St Bertin, cerca de Calais.
Pero también había otra cosa que quería que Herbert encontrara:cierto librito.
«La implicación es que se trataba de un libro que era muy importante para Becket y que Herbert sabía a cuál se refería», dice Anne Duggan.
«Es muy interesante que no dice claramente cuál es, así que hay un misterio allí. No era un libro de leyes, no era un evangelio, era un librito, una codicella».
¿El librito?
En el verano de 2014, el doctor Christopher de Hamel, en ese entonces bibliotecario de uno de los colegios de la Universidad de Cambridge, invitó a almorzar a un historiador medieval, el doctor Eyal Poleg.
Mientras tomaban un café, De Hamel comentó que siempre le había parecido extraño que, mientras que cualquier fragmento de la ropa de un santo había sido considerado en la Edad Media como una reliquia sagrada, saturada del Espíritu Santo y capaz de obrar milagros, los libros del santo casi nunca lo eran.
Poleg le contestó que sabía de una excepción y buscó en su computadora portátil una lista hecha en 1321 de tesoros guardados en la catedral de Canterbury.
En latín leyó en voz alta: «Objeto, encuadernación con el salterio de Santo Tomás, encuadernado en plata dorada, decorado con joyas…»
Al escuchar estas palabras, De Hamel dice que tuvo «uno de esos repentinos escalofríos de reconocimiento que hacen que nuestras vidas como historiadores valgan la pena».
Las había leído antes, en uno de los manuscritos que estaban a su cargo en la biblioteca Parker, una colección legada al Corpus Christi College Cambridge por un exarzobispo de Canterbury, Matthew Parker, en 1574.
El inventario seguramente se refería al mismo libro.
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CURADAS | Tu compañía en información…
Parece que al artículo de Thomas Beckett le falta concluir. No aclara ni concluye la idea principal del asunto
Que pésimas redacciones muestran ustedes últimamente.
Normalmente a lo que he visto, el título lo ponen dos veces seguidos con un medio adelanto y dejan las notas inconclusas.
No lo digo solo yo, ya muchos lo han hecho saber.
Asumo que usted es estudiante de periodismo, no alguien interesado, pero de igual forma, cuando se hace algo, se hace con pasión o no se hace…
Si está aprendiendo, toca mejorar, por usted, por sus lectores, por realización personal y/o profesional.
Ejemplo:
«Porque los venezolanos nunca responden lo que se les pregunta»
Se han quejado del artículo mal redactado.
Tengo un call center acá en Venezuela y otro en Dominicana y mientras el de Dominicana hace dos ventas diarias, 3 por agente, en Venezuela hacen 1 máximo 2 a la semana.
Quizás el problema no es el venezolano, si no la capacidad de organizar ideas, o la pésima calidad de la educación con la que se viene arrastrando en estos 21 años que ya es visible en todos los niveles.
Suerte, y que mejoren…
Hola! Gracias por el comentario. Lo tendremos muy en cuenta.