Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo, II Fase – 67ma. entrega

(Continuación)

A través de las diferentes revisiones efectuadas en distintos documentos cuyo marco está referido a la reclamación del espacio geográfico integral del Esequibo, se puede afirmar que la disputa en sí no se inició desde el nulo y viciado Laudo Arbitral de París de 1899, sino desde 1841, en el que Venezuela denunció la penetración no autorizada a esa región por parte de Gran Bretaña, cuyo territorio continental conforma por sí solo a partir del pronunciamiento de dicho Laudo, 159.500 kilómetros cuadrados, y que al incluirse posteriormente el Derecho del mar, tomando en consideración la plataforma continental allí existente que sobrepasa la zona económica exclusiva abarcando parte de la zona de Alta Mar, hecho que le concede un inmenso privilegio a la región marítima gracias a los sedimentos generados por el Río Orinoco, se conforma un aproximado de 400.000 kilómetros cuadrados, lo que equivale hoy en día a un 60% del territorio de la República Cooperativa de Guyana, y en cuanto al territorio continental venezolano actual equivaldría al 44% del mismo.

Así que si Guyana se ha quejado ante la comunidad internacional de la pretensión venezolana de arrebatarle un 60% del territorio que intenta administrar en la actualidad, nosotros no nos quedamos atrás, al encontrarnos con una realidad que pretende taparle los ojos al mundo al encontrarnos que esa nación vecina pretende no solo gestionar ese espacio, sino apoderarse del 44% de nuestro territorio continental, y que por demás le pertenece legítimamente a los
venezolanos; aunado a ello, los yacimientos encontrados en materia energética, minera, hídrica, forestal, etc., entre otros, ha complicado el manejo de la ecuación para la búsqueda de una solución adecuada a este litigio, en el que se han involucrado otras organizaciones como las Naciones Unidas y la Corte Internacional de Justicia.

A pesar de tener el conocimiento pleno de los acontecimientos históricos en el que está más que sustentado que dicho territorio en reclamación estuvo controlado por los españoles, en el que un 27 de marzo de 1528 se creó por la Real Cédula de Don Carlos la Provincia de Venezuela, pasando la misma a conformar la Capitanía General de Venezuela cuando esta fue fundada en 1777, y más tarde integrada a la nueva República de Venezuela a partir de 1811, Gran Bretaña penetró dicho territorio, intentando obviar que cuando Venezuela se independizó definitivamente de la Gran Colombia en 1830, la frontera oriental quedó definida por el río Esequibo.

Sobre este particular, es importante acotar que los documentos emitidos y firmados por las autoridades competentes desde ese entonces para la conformación de los límites de nuestra geografía, son propiedad del Archivo de Indias en España, y en ellos se establece que el Decreto Real agrupó en ese entonces a seis provincias, siendo estas Maracaibo, Margarita, Guayana, Trinidad, Nueva Andalucía y Venezuela, por lo que se debe señalar que antes del año de 1814 la Gran Bretaña inició el ejercicio de su soberanía sobre los establecimientos de Esequibo, Demerara y Berbice; sin embargo, como bien lo señala Daniels (2015), “los fundamentos documentados nos hacen asumir que todo comenzó el 13 de agosto de 1814, cuando Gran Bretaña recibió de los holandeses la soberanía sobre los Establecimientos que estaban ubicados en las márgenes de los ríos Esequibo, Demerara y Berbice”. (p.13)

Y al revisar más a fondo, es absolutamente lógico asumir sin discusión racional alguna, que los holandeses no podían cederle y menos bajo la firma de un Acta Constitucional, la soberanía a Gran Bretaña sobre un territorio que no les fue concedido anteriormente por España a través del Tratado de Munster en el año de 1648, el cual fue realizado entre las Provincias Unidas de los Países Bajos y España firmado en el año ya señalado, formando parte de la Paz de Westfalia y que esta acabó con las guerras de larga data entre las partes. Y por el Tratado de Londres de 1815, los Países Bajos le cedieron a la Gran Bretaña las colonias que posteriormente se llamaron Guayana Británica. Creada la Colombia “Heroica”, de la cual formaba parte Venezuela, el Libertador Presidente Simón Bolívar, mediante notas explicativas en 1821, 1823, 1824 y 1825, le dio a “…conocer a Gran Bretaña cual era la frontera que la separaba de sus colonias antes mencionadas, sin que Gran Bretaña opusiese objeción alguna” (Ojer, 2001, p. 41).

Ahora bien, la Constitución venezolana de 1811, proclamada después de su independencia de España, en virtud del principio Uti possidetis juris aceptado por las Naciones hispanoamericanas para la delimitación de sus propias fronteras, estableció que su límite oriental “…seguía por el río Esequibo desde sus afluentes hasta su confluencia en el Atlántico” (Ibídem, p.41) (el subrayado es nuestro); mientras tanto, en este proceso de transición que estaba viviendo Europa por el auge de la revolución industrial manejada al otro lado del Océano Atlántico, se conformó un ambicioso acicate para los británicos que los impulsó a efectuar nuevas actuaciones en el continente suramericano ante la ausencia de poblaciones españolas entre Barima y el Esequibo; lo cual fue aprovechado por éstos para realizar nuevas invasiones hacia el Oeste del río Esequibo.

Y este hecho particular ocurrió ante el inocultable y exiguo interés que había tanto de España desde 1648 como de quienes lucharon por la independencia de Venezuela desde el año de 1810, en el que las fuerzas venezolanas se mantuvieron ocupadas en aras de atender los diferentes conflictos armados que se desarrollaron en otras áreas geográficas, aunado a que la visión geopolítica y geoestratégica en aquel entonces apuntaba con mayor intensidad a la consolidación de la región occidental del país y del espacio geográfico ubicado del lado oeste del continente suramericano. Y esta tendencia se reafirma, dado que durante el proceso de emancipación de Venezuela, la República no participó en conflicto alguno, ni generó acto gubernamental de peso en procura de fortalecer el ejercicio de su soberanía en esa región oriental de Venezuela.

Pero los ingleses generaron en 1834 una contradicción que fortalece la posición geográfica venezolana, dado que a partir de 1834 Gran Bretaña envió al naturalista Robert Schomburgk a realizar exploraciones de las colonias del Esequibo, Demerara y Berbice, presentando un mapa en el que la frontera entre Venezuela y aquellas colonias era el río Esequibo,…”este mapa lo tuvo oculto Gran Bretaña en los archivos de la Royal Geographical Society de Londres y, ha sido descubierto recientemente” (ibidem, p. 50).

Por supuesto que ello no justifica bajo ningún concepto la actuación osada que fue emprendida a partir del 18 de marzo de 1840 por Gran Bretaña; en el que Henry John Temple, quien se desempeñó como Canciller de ese Imperio, y tal como se evidencia en el volumen 34 de los Parlamentary Papers de 1840, desató deliberadamente las pretensiones territoriales de Gran Bretaña al oeste del Río Esequibo, aprovechando la coyuntura del vacío existente en cuanto a la presencia de la autoridad y del poblamiento en esa región oriental de Venezuela.

Ahora bien, aprovechando la ambigüedad limítrofe que dejaron los holandeses al otorgarles el territorio a los ingleses en 1814, conllevó a que éstos designasen al explorador de origen prusiano Robert Schomburgk, para que efectuara el trazado respectivo, iniciándose con esta discrepancia la actual disputa territorial con Venezuela, dado la línea de éste explorador creó un polémico trazado que abarcaba alrededor de 80.000 kilómetros cuadrados adicionales al oeste del río Esequibo, espacio geográfico que ya le pertenecía a Venezuela desde mucho antes, y que fue aprovechado en el Laudo Arbitral de París de 1899 con las consecuencias ya conocidas por muchos venezolanos.

Barandarián (1983) ha señalado que los arawacos, ubicados antes de la época de la conquista en el espacio geográfico integral esequibense, se unieron con los ideales patrióticos venezolanos, originando acciones en contra de los caribes y de los holandeses. Ni los ingleses pudieron someterlos a sus intereses y designios. Geográficamente, el río Moroco está ubicado en el centro de la costa esequibense, cuya extensión alcanza los 275 kilómetros desde Punta Playa al río Esequibo; es allí donde se encuentra el poblado arawaco:

“…los guyaneses los llaman “spanish indians” y ellos se sienten honrados de que así se les nombre: entiéndase “venezolanos”. Y para más exacta coincidencia son también católicos, como sus hermanos de hasaroro, y no quieren destruirse con creencias anglosajonas” (Barandarián, 1983, p.167).

Por otra parte, en 1837, John Gladstone sugirió que en vista del desagrado de los negros liberados por el trabajo libre de las plantaciones, debían traerse a trabajadores hindúes de la India Británica. Concedido el permiso respectivo, “…se trajeron trabajadores indostanos de la India, que los británicos llamaron “culíes”, y así comenzó el gran cambio social de esa colonia”. (ibidem, p.172)

Con esta mezcolanza, la población de la Guyana independiente de hoy, es paradójica e incongruente, al predominar dos grandes etapas:

“…los negros, traídos como esclavos por los holandeses en el lapso del dominio holandés que va desde 1625 hasta 1814: unos 100.000 esclavos.

Los indostanos de la India, traídos por los ingleses como trabajadores contratados luego de la liberación de los esclavos negros: un total de unos ochenta a cien mil, con la última inclusión de los familiares: 1846-1870.

Los colonos portugueses, de las islas Azores y los colonos chinos de la región cantonesa: 1850 -1870.

Los anglosajones o círculo cerrado dominante, con las posiciones claves en los negocios, bancos, plantaciones y minas” (ibidem, p.173).

Es evidente que el hombre de raza negra con más tiempo en Guyana que el hindú (dos siglos más), ha sentido la tentación de monopolizar su clase y su cultura con la identidad misma de la Nación guyanesa. Al respecto, Barandiarán (1983) expresa:

“…se supone que inconscientemente, los hindúes vinieron no para ser guyaneses, sino para reemplazar a los negros libres en el desempeño de trabajos específicos de la tierra,…,y esta compartimentación de ocupación igual ha calado tan hondo en Guyana, que los líderes negros se autoproclaman con la única representación de Guyana como Estado: un Estado negro (p.174, el subrayado es nuestro).

Sin embargo, la población hindú aparece notablemente hoy en día más numerosa que la negra. Durante largos períodos de tiempo, esta raza vivió miserablemente, sin mantener sus tradiciones de castas cerradas. Esta condición cambió desde principios del siglo XX, consolidando cierto tipo de vida comunitaria con manifestación de sus creencias religiosas, que les permitió edificar templos hindúes y mezquitas musulmanas. Una parte notable de la juventud a diferencia de la anterior vivencia hindú, ha tomado gradualmente participación en la vida social y adopta un modo de ser y de vivir más guyanés que hindú o musulmán:

“…la rapidez con que estos indostanos están tomando su lugar como miembros de la comunidad guyanesa, en contra de la voluntad del monopolio guyanés por lo negros, está creando una gran reacción entre las mayorías indostanas en vistas a destronar la primacía negra. Ya que en realidad y a pesar de su mayoría, los indostanos tienen una representación mínima en la enseñanza, en la salud pública y en política. (ibidem, p.175)

Los portugueses suman unas 8.000 personas, formando el 1% de la población guyanesa. Su dedicación es la pesca y su religión es católica romana. Las matanzas que la comunidad portuguesa sufrió a finales del siglo XIX por parte del populacho negro y, con la indiferencia de las autoridades británicas “…a causa de su confesión religiosa católica, de su constancia y tesón en el trabajo, han originado profundos resentimientos y distanciamiento” (ibidem, p. 175, el subrayado es nuestro).

Los chinos llegan a unos 6.000 habitantes. Están identificados con el ser guyanés y se han casado y cruzado “…con todos los grupos étnicos existentes en Guyana. No tienen contacto en China y no existe hostilidad alguna hacia ellos” (ibidem, p.175).

Los anglosajones están reducidos a unos 2.500, es decir el 0,4%, con una imagen social compleja, pues segrega también a los portugueses-guyaneses, por cuanto que su imagen va indefectiblemente “…unida a su frenesí de la lengua inglesa, a sus vestidos y forma de vivir. Explotan los recursos bancarios, minerales y laborales” (ibidem, p.176).

En Guyana todo es vinculado a factores externos, incluso la gente. A falta de una industria nacional, con exclusión de la tierra y la bauxita, Guyana debe traer todo de otras naciones: desde vestidos y maletas hasta papel y las revistas.

Se asoma la cultura escondida y como avergonzada del Asia o de África en los mercados. El idioma oficial es el inglés-guyanés con un gran aporte afro-hindú. Los hindúes prefieren en general cultivar los dialectos originales de su propia lengua de la India: el hindi. Los distintos dialectos hindúes han complicado la comprensión entre los mismos hindúes, generando fragmentación sin cohesión entre ellos.

La gente de raza negra habla el inglés criollo caribense, llamado “toqui toqui”. La diversidad de credos religiosos dificulta en Guyana las unidades económicas, políticas y sociales. A consecuencia de la independencia de la India, hubo una gran adhesión a esa causa, dejando de lado una necesidad de alerta espiritual por lo guyanés nacional. Todo esto ayudó al ascenso del poder a la raza negra. En su falta de cohesión supranacional o por encima de los particularismos limitantes de cada comunidad, se ha observado el profundo racismo latente en los sedimentos políticos, sociales, culturales y religiosos.

El hindú-guyanés está persuadido que su cultura y religión están distantes de la raza del negro-guyanés, y hasta los musulmanes consiguieron que miles de personas de raza negra se adentraran en esa religión, considerándolos como súbditos. Esta diferencia racial está permanentemente a flor de piel, acrecentando la desconfianza mutua. Los hindúes advierten que Guyana ha sido su obra y que la gente de raza negra quiere destruir todo lo realizado; también, cuando se intenta proclamar una integración racial y cultural, esta es recibida con protestas.

El censo de la población guyanesa hasta la primera década del siglo XXI sobre quienes habitan en el espacio geográfico integral esequibense, entre negros, hindúes y mestizos, indicó que existen apenas 60.000 habitantes, lo que representa “…el 7,8%, en contraposición con los amerindios que suman unos 30.000, representando el 66% del total de esta población (ibidem, p.177).

Se destaca la ausencia casi absoluta de la población guyanesa (aparte de los amerindios) en el Esequibo; la tendencia “…es llenar con un coeficiente notable de más del 90 % de los habitantes en las franjas costeras e islas deltaicas (ibidem, p.177, el subrayado es nuestro). Esta aseveración no se compagina con la realidad de la queja oficial guyanesa sobre el supuesto imperialismo de Venezuela, intentando afectar su integridad territorial, pero en el fondo ha demostrado que el Esequibo es visualizado como tierra de desarrollo por los inmensos recursos descubiertos, pero a principios de este siglo no representaba un elemento trascendental en el pensamiento y prioridad del guyanés, hasta que a partir del año 2015 todo cambió ante el potencial descubrimiento en la plataforma continental de los yacimientos petrolíferos allí existentes.

Este vacío presencial que aún existe relativamente en el Esequibo de parte de Guyana, que con toda seguridad va a comenzar a generar cambios proclives en materia de actuación del Gobierno guyanés hacia la población que habita en el Esequibo ante el súbito interés por los recursos encontrados, permite alertar a Venezuela sobre varios factores:

  1. La clara disposición de Guyana de no negociar el Esequibo aun con la sustentada demostración de un territorio que no les pertenece, dándole descaradamente la espalda al Acuerdo de Ginebra de 1966, lo cual ha sido un irrespeto para todos los venezolanos.
  2. La necesidad de evaluar que la Corte Internacional de Justicia es un mecanismo utilizado por Guyana como parte del desgaste, distracción y desvío de la atención de Venezuela, mientras Guyana continúa su proceso de desarrollo mediante la explotación de los recursos allí existentes, cuando ello quedó muy claro que NO se haría desde la firma del Acuerdo de Ginebra de 1966. Y es que algún país u organismo internacional se ha manifestado hasta ahora ante
    esta descalabrada actuación?
  3. Debemos entender que Guyana jamás acudiría a la Corte Internacional de Justicia si no tuviese la certeza de una decisión proclive a su favor, por lo que una vez más se estaría repitiendo un proceso que estaría viciado, lo que antes de nacer dicho proceso ya es nulo por su naturaleza jurídica, en el que el Secretario General de las Naciones Unidas ha actuado previo entendimiento con Guyana y a espaldas del Acuerdo de Ginebra?
  4. Mientras nos dedicamos en Venezuela a realizar foros, conferencias, etc. para informar sobre lo que está ocurriendo con Guyana (hecho que constituye un valor agregado muy importante), debemos estar conscientes que tenemos un vacío muy grande con la población que habita en el Esequibo, por lo que ya deberíamos haber iniciado actividades apropiadas que permitan escalar y llenar los vacíos que Guyana nunca atendió.
  5. Debemos una vez más entender, que este tema no se trata de protagonismos institucionales ni de ideologías partidistas, ni de posiciones encontradas atendiendo a intereses netamente políticos, esta coyuntura histórica es un tema de Estado en el que todos los venezolanos tenemos una corresponsabilidad, y que debemos aportar acciones que sumen y generen valor agregado, y no adoptar posiciones contrarias como si este tema fuese de terceros en el que no se vislumbra solución alguna.

Venezolanos, abramos los ojos, no nos dejemos apaciguar por tendencias amarillistas que buscan debilitarnos, sino más bien, entendamos que debemos cambiar nuestra actitud, dado que el país requiere de acciones contundentes que hagan sentir a Venezuela como nación solidaria en este tema ante la comunidad internacional, en el que quede muy claro que no nos dejaremos quitar lo que nos pertenece, así como debemos atender adecuadamente a nuestros connacionales en el Esequibo y evitar que sigan explotando nuestros recursos en los territorios terrestre y marítimo de esa región que son nuestros por Derecho; ya basta que Guyana evada su responsabilidad, comportándose con el irrespeto e intransigencia que la ha caracterizado, y que la tendencia real sustentada sobre los elementos jurídicos existentes, deben llevar ineludiblemente a que Guyana más temprano que tarde tendrá que llegar a un entendimiento, ceder a lo que nos pertenece, atender el daño que a conciencia le ha generado a nuestro gentilicio y aún continúa con todos los connacionales de este país, y es así, como fortaleceremos nuestro sentido de integridad territorial mediante el ejercicio de nuestra soberanía sobre dicho espacio geográfico integral.

Por: CA (r) Dr. José Chachati Ata

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