El Día Internacional del Beso se celebra este martes 13 de abril, por segundo año consecutivo en pandemia, con menos besos por la distancia social. El ósculo forma parte del lenguaje universal del amor pero además «ayuda a mitigar el dolor, refuerza el sistema inmunitario o libera endorfinas», pero debido a la covid-19 se han limitado desde el primer trimestre de 2020.
Cuando se reciben o se dan besos se genera una tormenta bioquímica en el organismo que provoca sentimientos de confort o seguridad. Expertos aseguran que esta demostración de cariño es fundamental en la crianza de los niños, pues quienes crecen sin esa clase de demostraciones afectivas suelen desarrollar «inseguridades» con mayor frecuencia.
Besos tiernos en la mejilla, besos de amor pleno entre padres a hijos, besos dulces de abuelos, besos de amigos, besos apasionados y también besos de compromiso son algunos ejemplos de la importancia que tiene en la sociedad un beso que ahora no se da ni se recibe.
Ejercicio medicinal
La cariñosa práctica que el mundo ha tenido que frenar debido a la pandemia, si se pone en práctica de forma frecuente, ayuda a quemar calorías. Un beso apasionado «acelera» las pulsaciones y «aumenta» el ritmo cardíaco, mientras que un beso afectivo «relaja», de forma generalizada, el organismo.
Esta muestra de afecto algunos la consideran una medicina antienvejecimiento, ya que ejercita treinta 30 músculos faciales y activa el flujo sanguíneo del rostro, lo que se traduce en un cutis más firme, suave y joven. Además, según los expertos, los besos disminuyen el colesterol, refuerzan el sistema inmunitario y ayudan a reducir la presión arterial al aumentar los latidos de forma saludable.
Los besos tienen el poder de reforzar el sistema inmunitario, desatar calma, además de aliviar el estrés y la tensión. Aunque este año tampoco se han puesto en practica como antes por la covid-19, pronto vendrán tiempos mejores.