Todos hemos oído las historias de personas que han visto fantasmas, espectros, ánimas u otro tipo de apariciones; pero… ¿Existen los fantasmas?
La creencia en aparecidos (muertos que vuelven a aparecer para encomendar alguna misión) o revenants (lo mismo, en francés); espectros, ánimas del Purgatorio, almas en pena o fantasmas, es muy propia de la naturaleza humana; tanto que tiene visos de ser o constituir un ente antropológico abstracto que pervive, como otros tipos de superstición, a través de numerosos factoides concretos.
Este tema ha generado y genera una amplia literatura (novela gótica o de terror); inspira la cinematografía y el teatro; y ha creado innumerables leyendas y mitos; si es que estos, inversamente, no han creado este bulo.
La ciencia considera el creer en fantasmas un tipo de superstición; muy asentado en la psicología del ser humano, porque se alimenta de la necesidad de vida eterna como la religión; y sublima una muerte inaceptable y aborrecible por medio del acto apotropaico de creer que la conciencia pervive más allá del fin de la misma; de forma que la fantasmogénesis resulta ser un fenómeno o concepto antropológicamente paralelo a la hierofanía.

Para los pueblos primitivos, los fantasmas tenían una vida infinitesimal y miserable; insuficiente para animar y mover un cuerpo, hacer latir su corazón y darle aliento o respiración; pero vida, al fin y al cabo, ya que tenían bastante, o la suficiente fuerza, para manifestarse en los sueños para atormentar o avisar a los vivos; o como sombras y apenas necesitaban alimento (en las culturas antiguas con culto a los manes y antepasados, había un día anual designado para alimentarlos con ofrendas de comida o sacrificios; que los cristianos han sustituido por flores en el Día de difuntos o de Todos los Santos). Así se calmaba a los antepasados y se aseguraba su benéfica influencia
La creencia en fantasmas se testimonia desde los primeros textos escritos, de sumerios y egipcios: el fantasma de Enkidú se apareció a Gilgamesh en la llamada Epopeya de Gilgamesh. También se encuentra extendida en las epopeyas de otras civilizaciones de muy distinto desarrollo cultural. La Odisea del griego Homero y la Eneida del latino Virgilio acogen viajes de ultratumba, las llamadas nekyias. Los romanos ponían un puñado de tierra sobre el cadáver porque si no el alma erraría por toda la eternidad en la ribera de la Estigia, y era preciso poner una moneda en la boca para pagar al barquero o el alma no tendría descanso.
¿Existen los fantasmas?
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