Las grandes crisis mundiales siempre han afectado al número de habitantes del planeta. En las guerras, debido a las muertes directas y al descenso de natalidad durante la posguerra.
En las pandemias, además de la mortalidad, se añaden dos factores: el posible efecto directo de la enfermedad sobre la fertilidad (efecto fisiológico) y el efecto indirecto sobre las decisiones de las parejas a la hora de concebir (efecto psicológico).
En pandemias anteriores ha sido difícil estudiar estos dos factores. El caso más estudiado ha sido el de la pandemia causada por la gripe de 1918. Cuesta analizar los datos porque la expansión de la enfermedad coincidió con la Primera Guerra Mundial, pero aún así se pudieron extraer ciertas conclusiones.
En EE UU se produjo un descenso de nacimientos en los tres meses siguientes al pico de mortalidad. Se debía al aumento de abortos relacionados con la enfermedad (también se observó para la gripe A/H1N1 de 2009). Después, pasados 5-7 meses tras el pico de mortalidad, se produjo un aumento del número de nacimientos relacionados con una reversión a la normalidad.
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