Siempre que sea posible, la cirugía es el tratamiento principal para el cáncer de riñón que pueda extirparse. Sin embargo, para las personas que están muy enfermas o no quieren someterse a operación, a veces se pueden emplear otros tratamientos
El cáncer de riñón también se denomina carcinoma de células renales (RCC). Este cáncer empieza cuando las células en el riñón crecen de manera descontrolada y sobrepasan en número a las células normales. Esto hace que al cuerpo le resulte difícil funcionar de la manera que debería hacerlo.
La crioablación ha demostrado ser un tratamiento mínimamente invasivo, con bajas complicaciones, en pacientes que necesitan conservar el órgano.
El cáncer de riñón es la novena neoplasia más frecuente entre los españoles, representando el 2-3% de los tumores del adulto. Su incidencia aumenta con la edad y es ligeramente más frecuente en el varón. Constituye en la actualidad el 2% de las muertes por cáncer, siendo el más letal de todos los tumores genitourinarios.

Así lo destaca el doctor Carlos Suárez Fonseca; del Grupo de Urología de Mínima Invasión del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo de Madrid; quien afirma que esta neoplasia se detecta habitualmente por casualidad, en el 50% de los casos; diagnosticándose mediante síntomas el resto de los casos.
«En la actualidad -prosigue el especialista- el tratamiento para el cáncer renal y cuando la neoplasia se encuentra localizada en el órgano, es la cirugía radical o parcial; y ésta se puede hacer por cirugía abierta clásica laparoscópica o mediante técnicas mínimamente invasivas o ablativas.»
La cirugía abierta clásica es una cirugía «agresiva» -resalta el doctor Suárez- y conlleva a la pérdida del parénquima renal; (las nefronas, corteza y médula renal que aseguran su correcto funcionamiento), «lo que a nivel funcional es bastante importante», según advierte el especialista de Quirónsalud.
Por ello, y con el objetivo de minimizar estas intervenciones, así como los riesgos que puedan ocasionarse en las mismas, el doctor Suárez Fonseca resalta que han emergido como una opción potencial de tratamiento quirúrgico para el carcinoma de células renales clínicamente localizado, un par de técnicas ablativas: la radiofrecuencia y la crioterapia o crioablación renal.
En el caso de la radiofrecuencia, la Sociedad Americana del Cáncer señala que es un procedimiento que emplea ondas radiales de alta energía para calentar el tumor: «Una sonda delgada, parecida a una aguja, se coloca a través de la piel y se mueve hasta que el extremo llegue al tumor. Se utiliza la tomografía computarizada o la ecografía para guiar la colocación de la sonda. Una vez que se coloca, se transmite una corriente eléctrica a través del extremo de la sonda. Esto calienta al tumor y elimina las células cancerosas».
Generalmente, sostiene que se utiliza de forma ambulatoria, mediante anestesia local en el área donde se inserta la sonda. «También es posible que se le administre un medicamento para ayudarle a relajarse», comenta.
Minimizar riesgos y complicaciones
En el caso de la crioablación o la crioterapia renal, el doctor Suárez destaca que son expertos en el Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo; puesto que desarrollan desde 1995: «Consiste solamente en destruir el tejido tumoral, minimizando el riesgo de pérdida de parénquima renal».
«Las técnicas ablativas mínimamente invasivas permiten conservar el riñón tratando exclusivamente al tumor y están destinadas a pacientes con tumores renales pequeños, múltiples; pacientes con un solo riñón y pacientes con elevado riesgo quirúrgico que no podrían someterse a tratamientos más agresivos. La crioterapia destaca sobre otras técnicas ablativas por sus mejores resultados oncológicos», reitera Suárez.
En concreto, indica que la crioablación renal efectiva se consigue mediante abordaje abierto y laparoscópico (localizando el tumor y congelándolo in situ); así como por vía percutánea (metiendo criosondas a través de la piel sin necesidad de entrar en el abdomen del paciente), guiada por técnica de imagen (ECO o TAC).
De hecho, destaca que el tratamiento de los tumores renales con frío, a partir de crioablación percutánea, muestra unos «resultados favorables con tasas de control local del 83% al 95%».
Desde la Sociedad Americana del Cáncer agregan que la crioterapia emplea el frío extremo para destruir el tumor: «Una sonda hueca (aguja) se inserta en el tumor a través de la piel o durante la laparoscopia. Se introduce gas muy frío a través de la sonda, lo cual crea una bola de hielo en su extremo que destruye al tumor».
Ahora bien, para asegurarse de que se destruye el tumor sin causar demasiado daño a los tejidos adyacentes esta sociedad científica dice que el médico observa cuidadosamente las imágenes del tumor durante el procedimiento (con ecografía, CT o MRI), o mide la temperatura del tejido.
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