El plan corporal: Veamos de dónde procede nuestra morfología

Remontándonos millones de años encontramos, además del origen de las especies, la razón por la cual hemos evolucionado a la actual forma. Lo que hoy nos parece diferente tiene similitudes.

El plan corporal: ¿de dónde procede nuestra morfología?

De todas las formas posibles, los humanos tenemos una muy específica.

Un tronco con cuatro extremidades, más la cabeza con orejas, ojos, nariz y boca muy cerca unos de otros.

¿Por qué los humanos tenemos dicha forma?

El plan corporal: Tipos de simetrías

A la estructura general del cuerpo se le llama «plan corporal».

Los primeros zoólogos descubrieron que había varios tipos.

El naturalista francés Georges Cuvier determinó que había cuatro planes básicos: vertebrados, moluscos, articulados y radiados.

Ahora, los biólogos distinguen 35 planes corporales diferentes.

Básicamente se pueden agrupar, de acuerdo con su simetría, en tres: asimétricos, como las esponjas marinas que no tienen un plan definido; de simetría radial, como las anémonas o los erizos de mar; y de simetría bilateral.

En esta última categoría encontramos a los peces, los insectos y los humanos.

De hecho, el 99 % de los animales tenemos simetría bilateral.

Pero, ¿cómo llegamos a tener esta forma particular? Para entenderlo tenemos que viajar unos 555 millones de años en el pasado.

En esta época todas las criaturas pluricelulares eran asimétricos o radiales. Vivían fijos en el fondo del mar o simplemente se dejaban llevar por la corriente.

El plan corporal

El plan corporal: Procesos sorprendentes

Algunos de ellos preferían moverse por su propia cuenta. Así, de ser redondos se alargaron de generación en generación.

Y ahora que tenían un frente les convenía que se situara allí cerca la boca y los ocelos – ojos primitivos -,. Sus células nerviosas se comenzaron a agrupar también en ese extremo, prefigurando un cerebro.

Este proceso se llama cefalización, que es formar una cabeza.

Los primeros seres en tener una simetría bilateral fueron unos gusanos llamados urbilaterianos, parecidos a los actuales acelomorfos.

Son los tatarabuelos de todos nosotros. Como datos curioso tenían boca pero no «puerta trasera», así que comían y excretaban por el mismo orificio.

Unos cuantos millones de años después vino la explosión del Cámbrico, una época en la cual las formas de vida se diversificaron de forma impresionante.

En este período se diferenciaron los protóstomos de los deuteróstomos.

Cuando un animal está en sus primeras etapas de desarrollo embrionario se le forma un orificio que se denomina blastoporo.

El plan corporal

El plan corporal: Un orificio y una espina

Ese orificio se convierte en la boca de los protóstomos como lombrices, moluscos o insectos.

En los deuteróstomos, como anguilas, mamíferos y otros, el orificio se convierte en el ano. La boca se forma después.

También fue en el Cámbrico cuando aparecieron los primeros animales con espina dorsal, entre ellos los peces. Y hace 390 millones de años, al parecer en charcos que se secaban, algunos peces hicieron una asombrosa transición.

Pudieron respirar aire y sus aletas les sirvieron para arrastrarse por el lodo. De allí surgieron los tetrápodos, palabra que significa de cuatro patas.

Los anfibios – ranas, sapos y salamandras – son tetrápodos. También son tetrápodos los dimetrodontes y un curioso grupo que apareció hace 275 millones de años: los terápsidos.

A medio camino entre reptiles y mamíferos algunos ya tenían pelo, sangre caliente y otras características de nuestro grupo.

Sus manos, por ejemplo, ya mostraban la estructura de dos falanges en el pulgar y tres en los demás dedos.

A partir de ahí surgieron los cinodontes, cuyos paladares ya les permitían comer y respirar al mismo tiempo.

Y a ellos pertenecemos los mamíferos.

¿Diferencias o semejanzas?

Aunque a primera vista un humano puede parecer muy diferente a un perro tenemos estructuras similares. Nuestro plan corporal es el mismo.

Y aunque parezca sorprendente también es el mismo plano que el de un cachalote o un murciélago.

Por ejemplo, la aleta del cachalote y el ala del murciélago son manos, con el mismo número de dedos pero adaptadas a diferentes funciones.

En el caso de la pierna de un ciervo la estructura es la misma que la de una persona, pero en el ciervo los dedos se han fusionado, además de que el ciervo camina de puntitas con la uña.

Y nuestras similitudes con nuestros primos primates son mucho más notorias.

Pero no somos exactamente iguales, tenemos diferencias claras.

Como las otras especies, los humanos tenemos la forma que poseemos porque nuestros ancestros fueron expuestos milenio tras milenio y eón tras eón a un medio ambiente cambiante.

Este proceso se produjo con retos que favorecían a algunos cambios y perjudicaban otros.

Así seguirá ocurriendo en el futuro.

¿Te imaginas que forma tendrán nuestros descendientes dentro de cien millones de años?

Tomado de CuriosaMente, Wikipedia, Investigación y Ciencia.

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