Positivismo tóxico: Llevar el positivismo al extremo

Una delgada línea diferencia a la psicología positiva del positivismo tóxico. Este plantea una negación de todos los aspectos emocionales que sentimos ante cualquier situación que plantee un desafío.

Positivismo tóxico: llevar el positivismo al extremo.

Es la imposición de un pensamiento positivo como la única forma de solución a los problemas.

Exige que las personas eviten o nieguen pensamientos negativos y no expresen emociones negativas.

«Cualquier intento de escapar de lo negativo -evitarlo, sofocarlo o silenciarlo- fracasa. Evitar el sufrimiento es una forma de sufrimiento. La negación del fracaso es un fracaso».

Esta frase del escritor estadounidense Mark Manson revela lo que significa el positivo tóxico.

Positivismo tóxico: No existe el mundo perfecto

Desde España el psicólogo Antonio Rodellar prefiere hablar de emociones desreguladas.

«La paleta de colores emocional abarca emociones desreguladas, como la tristeza, la frustración, la rabia, la ansiedad o la envidia».

«No podemos obviar que, como seres humanos, tenemos ese rango de emociones que tienen una utilidad y que nos dan información sobre qué sucede en nuestro entorno y en nuestro cuerpo. No podemos ignorarlas», manifiesta.

Los expertos indican que la psicología positiva fue malinterpretada convirtiéndose en una positividad tóxica.

Positivismo tóxico

Esta puede entenderse como el estado de vivir en una fantasía, en un mundo perfecto donde nada produce daño, nada sale mal, todo funciona de manera ideal.

«El problema de la positividad tóxica es que es una negación de todos los aspectos emocionales que sentimos ante cualquier situación que nos plantee un desafío».

Así se expresa la terapeuta y psicóloga británica Sally Baker.

 «Negar constantemente todo lo ‘negativo’ que sentimos en situaciones difíciles es agotador y no nos permite crear resiliencia», señala.

Positivismo tóxico: Primero la psicología positiva

Para entender el positivismo tóxico primero debemos revisar la psicología positiva.

En la década de los 90 del siglo pasado el psicólogo norteamericano Martin Seligman trabajó mucho en el tema de la depresión, y confirió una visión diferente para abordar problemas, situaciones o patologías.

Planteó que la psicología necesitaba dar un nuevo paso para estudiar todo aquello que hace feliz al ser humano, explicando que el pesimista no nace si no que se hace, que se aprende a ser pesimista por circunstancias.

Seligman avaló el combate del pesimismo con la transformación de los pensamientos negativos en otros más positivos.

Pero no es tan fácil como tan solo concentrarse en ser feliz.

De hecho, es probable caer en el positivismo tóxico porque para trabajar en las emociones negativas estas no pueden ignorarse, sino primero aceptarlas.

«La psicología positiva aplicada correctamente es una práctica muy útil, pero de forma indiscriminada genera una visión muy parcial de la realidad y una sensación de indefensión», asevera Rodellar.

«Negar las situaciones dolorosas y dañinas de la vida es como ver la realidad con solo un ojo».

Positivismo tóxico

Positivismo tóxico: Señas para identificarlo

Entre las características del positivismo tóxico encontramos el ocultar los verdaderos sentimientos, el tratar de seguir adelante ignorando una o varias emociones y creerse culpable por experimentar lo que se siente.

Asimismo, minimizar las experiencias de otros con declaraciones que hacen sentir bien, tratar de darle otra perspectiva en vez de validar la experiencia emocional y avergonzar o castigar a otros por expresar frustración.

También se detecta la positividad tóxica ignorando las cosas que molestan con un «es lo que es».

Negar las emociones «negativas» puede acarrear consecuencias en la salud, desde problemas en la piel hasta síndrome del intestino irritable, por ejemplo.

Para Rodellar «todas las emociones que reprimimos se somatizan, se expresan a través del cuerpo, muchas veces en forma de enfermedad».

«Cuando negamos una emoción, encontrará una manera alternativa de expresarse», aclara.

Baker coincide en que «reprimir las emociones afecta la salud»

«Si se esconden las dificultades mentales tras una fachada de positividad tóxica, estas serán reflejadas de formas alternativas en el cuerpo».

Rol de las redes sociales

Además, de acuerdo con Rodellar, «cuando se enfoca solo en las emociones positivas se obtiene una versiòn más ingenua o infantil de situaciones que pueden ocurrir en la vida».

Acota que ello hace que las personas se vuelvan más vulnerables ante momentos difíciles.

Los expertos aducen que en la actualidad las redes sociales propenden a poner de moda el positivismo tóxico, toda vez que las personas comparan sus vidas con lo que aprecian en Internet.

«Hay una tendencia constante en las redes sociales a mostrarnos perfectos que resulta agotadora y que no es real», destaca Baker.

«Si hubiera más honestidad en cuanto a las vulnerabilidades, nos sentiríamos más libres a la hora de experimentar todo tipo de emociones».

«Somos humanos y debemos permitirnos sentir todo el espectro de emociones. Está bien no estar bien. No podemos ser positivos todo el tiempo», subraya.

El arte de reconocer

Los especialistas corroboran que hay que aceptar todas las emociones en lugar de suprimir las que hacen sentir mal.

«Ser más honestos, más auténticos, no tener miedo a expresar que nos sentimos tristes, deprimidos o con ansiedad», concluye Baker.

«Reconocer sentirse mal y saber que eso pasará. Experimentar esas emociones y aprender de ellas para ser más resilientes».

En Estados Unidos la psicóloga Stephanie Preston explica que la mejor forma de validad las emociones es «simplemente escuchándolas».

«Cuando alguien comparta sentimientos negativos en lugar de apresurarse a que esa persona piense de forma más positiva – ‘todo estará bien’ -, tomarse un segundo para reflexionar sobre su malestar y escucharla».

En resumidas cuentas, el psicólogo Antonio Rodellar enfatiza que se debe «ser consciente de cuál es la situación y la emoción que se está viviendo».

«No negar que hay algo malo que está ocurriendo, no mirar para otro lado».

«Pero tampoco quedarse estancado en esa emoción negativa», concluye.

Tomado de BBC News Mundo, Así Vamos en Salud, Paola Herrera.

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