Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo, IX Fase – Centésima decima quinta entrega

(Continuación)

Por: José Chachati Ata

El tema central de esta semana ha estado orientado al conflicto actual entre Rusia, Ucrania y los países de la OTAN. Y ello lo menciono, dado que nuevamente hoy en día, se encuentran participando en una confrontación de intereses los países que decidieron llevar a cabo la nefasta sentencia del Laudo Arbitral de París del 3 de octubre de 1899 en contra de Venezuela, entregando 159.542 kms 2 correspondientes al Territorio Esequibo en manos de los ingleses para conformar la Guayana Británica en conjunto con el territorio continental ubicado al este del Río Esequibo, siendo estos los Gobiernos de Gran Bretaña e
Irlanda del Norte, Rusia y los Estados Unidos de América, recordando que éste último representó a Venezuela, y la decisión tomada se efectuó por consenso bajo presiones como lo mencionó años después el Abogado Principal norteamericano que participó en el proceso, Severo Mallet-Prevost, además de manejarse a espaldas del gentilicio venezolano, aun con los sustentos geohistóricos demostrados en favor de la República.

Debe recordarse que años después, Gran Bretaña reconoció la reclamación venezolana en la década de los sesenta del siglo XX, y aceptó reabrir el caso ya cerrado con el Laudo antes citado, considerando que el contexto geopolítico reinante en aquel entonces, se vinculaba con que Venezuela ya era miembro activo de la Comisión en la Organización de las Naciones Unidas para la independencia de las colonias, aunado a la fuerte presión del Gobierno británico que inmiscuyó dicha independencia de la Guayana Inglesa a la firma del Acuerdo de Ginebra de 1966, por lo que quedó involucrada la República Cooperativa de Guyana en la solución al reclamo efectuado por Venezuela.

Un verdadero compromiso que adquirió y debió atender frontalmente Gran Bretaña como actor responsable de la nefasta jugada del Laudo de París que reconoció indudablemente como inadecuada, pero que se jugó en el tablero estratégico dejando el manejo del caso en manos de un peón como lo ha
sido el Gobierno de Guyana, quien ha sido asesorado como se ha conocido a lo largo de la historia, de manera que se visualice el tema como un asunto bilateral, cargado en la realidad de tóxicos eventos y grises discursos en contra de Venezuela, con el silencio y/o posiciones contrarias de varios sectores de la
comunidad internacional, siendo ello aprovechado muy bien por el Gobierno de Gran Bretaña, quien se ha lavado las manos sobre la mesa en torno a la reclamación, mientras conjuga sigilosamente la actuación con Guyana, semejante a la de un Estado profundo, mostrando como la cebolla, solo su capa superficial, pero que en sus capas interiores ya se conocen muy bien las turbias realidades que confronta y necesita ocultar.

Si fue un error o no del Gobierno británico y del Gobierno de Guyana reconocer el reclamo venezolano sobre la nefasta sentencia del Laudo Arbitral de París de 1899, en el que se le concedió el carácter de nulo e írrito, ya ello se consolidó jurídicamente a través de la firma del Acuerdo de Ginebra de 1966, y es a partir de ello, que bajo la más clara y mejor interpretación, se debe llevar a cabo un proceso de entendimiento para darle una solución que sea aceptable, práctica y satisfactoria para ambos países vecinos. Pero NO, el Gobierno de Guyana se ha empecinado en no querer llegar en ningún momento a un entendimiento claro con Venezuela, ha evadido descaradamente cualquier intento de negociación emitiendo todo tipo de pretextos, ha irrespetado al gentilicio nacional venezolano ante la comunidad internacional mal poniendo el nombre del país, se ha aprovechado de Venezuela para su beneficio en un
marco de cooperación sin haber correspondido con ningún tipo de reciprocidad, ha irrespetado y dejado de reconocer los límites internacionales sobre los espacios acuáticos realizado por Venezuela con Trinidad & Tobago desde 1990, ha delimitado arbitrariamente con Surinam a través de la Comisión de límites de la plataforma continental de la Organización de las Naciones Unidas, los límites marítimos entre ambos países, tomando como punto geográfico un saliente continental correspondiente al espacio geográfico integral del Esequibo, ha otorgado concesiones a Canadá para la explotación minera en el espacio continental del Esequibo, ha otorgado concesiones a los Estados Unidos de América y a China para la exploración y explotación de hidrocarburos en los espacios acuáticos del Atlántico derivados del Esequibo, ha generado sensibles daños ecológicos significativos en la zona en reclamación, ha mentido ante el mundo, ha demandado a Venezuela ante la Corte Internacional de Justicia con la aprobación unilateral del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, sabiendo éste muy bien que aún existen otros mecanismos de entendimiento bilateral contemplados en la Carta de la O.N.U., y que no fueron mencionados en absoluto, y que Venezuela no estuvo de acuerdo en ningún momento en acudir por lo pronto a la instancia judicial, por lo que claramente se estaba satisfaciendo los intereses unilaterales de Guyana.

Y este es entre otros, el triste panorama que afronta la Nación venezolana en búsqueda de una solución aceptable, práctica y satisfactoria, ajustada a lo establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966 ya firmado entre los tres gobiernos que tienen una clara y frontal responsabilidad. Si se llevó a cabo la firma del Acuerdo de Ginebra de 1966, reconociendo la nulidad del Laudo de 1899, por qué hoy en día se aceptó llegar a una instancia judicial, en la que se le ha dado la espalda al citado Acuerdo, y todos los involucrados han pretendido obviar esta realidad, buscando que Venezuela participe de manera natural
mediante su comparecencia ante la Corte Internacional de Justicia. NO HAY UN SOLO HECHO QUE OTORGUE CONFIABILIDAD EN CUANTO A ESTA PRETENSIÓN DEL GOBIERNO DE GUYANA, más bien, pareciese que el peón del Gobierno de Gran Bretaña, como lo ha sido el Gobierno de Guyana, ya
mencionado al inicio de este artículo, hizo su jugada amparado por los alfiles, torres y caballos, aguardando las órdenes de la reina, para entrar en un proceso de “jaque al rey”, mediante la difusa decisión que ha tomado la Corte Internacional de Justicia en aceptar su competencia jurídica.

El hecho que el Gobierno de Guyana manifieste que considera dirimir la validez del Laudo Arbitral de 1899 como la solución definitiva, cuando ya había firmado el Acuerdo de Ginebra de 1966, en procura de llegar a un entendimiento para arribar a una solución aceptable, práctica y satisfactoria con Venezuela,
realmente no ha sido la actuación más inteligente de ese país, dado que de entrada una instancia judicial escrita como última posibilidad, debió asumirse como tal, agotando todas las alternativas directas y bilaterales, y escribo el término “posibilidad” mas no “probabilidad”, porque debieron haberse concebido primero condiciones adecuadas para hacer que la instancia judicial sea posible, y como se observa, dichas condiciones en sí nunca las hubo, sino que la decisión fue tomada forzosamente en beneficio de una de las partes. En opinión del suscrito, esta actuación sobre el litigio territorial ha sido una de las más desfachatadas decisiones en contra de Venezuela. Por lo tanto la probabilidad como tal, expiró antes de haberse considerado.

Aunado a ello, “quien no la debe no la teme”, y expreso esto, porque si el Gobierno de Guyana hubiese tenido realmente basamento sólido geohistórico al igual que el Gobierno de Gran Bretaña para sostener la pertenencia del territorio usurpado a los venezolanos, ya lo hubiesen presentado y no ocultado como lo pretendió anteriormente Gran Bretaña, y hoy en día, ha intentado hacerlo repetidamente el Gobierno de Guyana ante la Corte Internacional de justica, desviando la atención sobre una realidad inocultable, siendo muy clara la condición turbia del Laudo que fue reconocida tanto por Gran Bretaña como la sucesora República Cooperativa de Guyana, y de allí, fue que surgió la necesidad de llegar a un entendimiento enmarcado en una solución aceptable, práctica y satisfactoria para las partes (Venezuela y Guyana),quedando obvia y jurídicamente incapacitada Guyana ante Venezuela para imponer su absurda pretensión ante la Corte Internacional de Justicia sobre lo que esta ha denominado “la cosa juzgada derivada del Laudo de París de 1899”, hecho que carece de los pilares fundamentales para sustentar dicha
posición, dado que existen como se ha manifestado en diferentes escritos, que el citado Laudo estuvo viciado de forma y de fondo, y en consecuencia, es nulo e írrito.

En lo particular como venezolano que se ha dedicado a la investigación del tema objeto de estudio, aunado al solapamiento de los estudios realizados por otros expertos sobre la materia, considero que si la Corte Internacional de Justicia hubiese creado mayores y mejores condiciones de posibilidad y
probabilidad en una balanza ajustada al caso en cuestión, mediante la conformación de una medida cautelar dirigida a las acciones del Gobierno de Guyana, en cuanto a las concesiones y actividades económicas otorgadas y ejercidas en el espacio geográfico integral del Esequibo, aunado a que si la actuación con mayor justicia y ponderación del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas se hubiese demostrado, sin olvidar que éste pertenece al Organismo que le rinde cuentas anualmente la Corte Internacional de Justicia, y que además manifestó que Venezuela nunca le había reconocido jurisdicción, las circunstancias hubiesen conformado una matriz de evaluación muy distinta en cuanto a la comparecencia de Venezuela ante ese organismo, pero la realidad ha sido muy distinta.

Sin romper el paradigma del lenguaje y la actuación que se requiere en el campo diplomático, no pretendo ser incisivamente rudo, pero sí en definitiva expresar abiertamente como venezolano, que la credibilidad en cuanto a la objetividad e imparcialidad de la Corte Internacional de Justicia sobre su pronunciamiento en cuanto a su competencia sobre la demanda introducida por el Gobierno de Guyana, aunado al hecho de haber aceptado dirimir sobre la validez del Laudo Arbitral de París de 1899 y de los límites que le corresponden geohistóricamente a Venezuela en el espacio geográfico integral del Esequibo, en el que se le estaría dando abiertamente la espalda al Acuerdo de Ginebra de 1966, la mantengo con una reserva total, puesto que hasta ahora dicho organismo jurídico internacional no ha dado ninguna muestra que no sea la de manipular la interpretación que favorece los intereses de Guyana y la posición del Secretario General de la O.N.U., Antonio Guterres, por lo que presentar cuando le corresponda el 8 de marzo del año 2023 las pruebas fehacientes que sustentan la pertenencia de un territorio usurpado, mas no la comparecencia de Venezuela ante el citado organismo jurídico,
constituyen hasta los momentos y sin lugar a dudas la mejor decisión adoptada, y con absoluta responsabilidad agrego que esta ha sido la tendencia de muchos connacionales interesados frontalmente en el tema, por lo que no se puede poner en dudas que “el sol de Venezuela, nace en el Esequibo”…

Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata

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