La queja gestiona las emociones en las personas

«Cuando hablamos de algo que nos ocurre, que sentimos, generalmente estamos gestionando. Cuando yo me quejo los demás me hacen caso».

La queja gestiona las emociones en las personas.

Además de ser una forma de manipulación emocional, también se sabe que la queja resulta adictiva.

Así lo dictamina el psicólogo español Jesús Matos, autor de los libros «Buenos días Alegría» y «Un curso de emociones».

La queja gestiona las emociones: Lo que pasa cuando me quejo

«La queja tiene sentido, Es poner en palabras lo que estamos sintiendo», dice.

El profesional tiene un master en psicología clínica y de la salud y en psicología legal y forense.

«Si pasamos esa emoción por el centro del lenguaje lo que ocurre es que se desactiva el sistema límbico. A nivel de lo que sentimos es que la intensidad de la emoción baja».

¿Qué quiere decir esto en nuestra vida diaria?

«Cuando nosotros hablamos de algo que nos ocurre, de algo que sentimos, generalmente estamos gestionando. Cuando yo me quejo los demás me hacen caso», manifiesta.

La queja gestiona las emociones

No es el mejor mecanismo: La queja gestiona las emociones

El egresado de la Universidad Complutense de Madrid indica que a corto plazo puedo estar gestionando emociones, «pero a largo plazo puede ser que estoy obteniendo una atención de los demás mediante un mecanismo que no es el mejor».

«Me deja cognitivamente ahí en el pensamiento de la queja o de ver la parte negativa del mundo».

«Cuando uno se queja es como vomitar emocionalmente y después uno se queda más a gusto y sigue».

¿Cuál es el problema?

«Muchas personas obtienen la atención de esta forma y no saben captarla por otras vías más sanas, entonces ese es el peligro de la queja», explica.

La queja gestiona las emociones: Manipulación

«Instrumentar la queja es una forma muy sibilina de obtener mis objetivos. Yo lo veo como una forma de manipulación emocional, te estoy empujando de una manera invisible a que tú actúes».

«Al final nos enganchamos a ese mecanismo de gestión emocional y si es el único que tenemos pues estamos todo el día quejándonos», enfatiza Matos.

El especialista asevera que cuando uno está permanentemente señalando la parte negativa del mundo lo que vamos es a fijar es una forma de ver el mundo, fijar unas creencias y retroalimentarlas.

La queja gestiona las emociones

«Puede ser que en un principio esto haga que la gente nos atienda pero a medio y largo plazo va a ocurrir lo contrario, y vemos que personas que viven en la queja se van quedando solas».

«Probablemente la función inicial de esa conducta que es hablar de lo malo que tiene el mundo operaba como manera de conexión, pero a largo plazo no está sirviendo», destaca el especialista.

La frustración: La queja gestiona las emociones

Sostiene que ligado a la queja muchas veces hay que ver qué función está cumpliendo la emoción que lleva a la persona a quejarse.

«Si yo estoy frustrado por algo tengo que ver si esa frustración me está ayudando o no me está ayudando, no tanto la queja en sí. Tendría que ver si la queja es un comportamiento general o está contextualizada en un punto».

«Muchas veces llegamos, por ejemplo, a un ambiente de trabajo en donde todo el mundo se está quejando y llegamos allí y lo que hacemos para integrarnos es quejarnos», aclara el experto.

«»Puede ser que estén justificadas las emociones desagradables en ese contexto, pero probablemente no estamos ayudando con la queja. Deberíamos emitir otras conductas que nos conduzcan a modificar el ambiente para que no nos genere frustración».

La queja gestiona las emociones

Llevar un diario de quejas

«Si tengo un jefe que me exige estar todos los días estar dos horas más a lo mejor quejarme con mis compañeros no va a suponer un cambio. Tiene más sentido que me reúna con él para corregir esto».

Argumenta que la emoción de frustración de ir al enfado es muy útil y surge ante la injusticia.

«¿Cómo gestiono esa injusticia? Va a depender de mis recursos. A lo mejor el cuerpo me pide a nivel conductual es buscar el conflicto. Puede ser que lo resuelva».

«Muchas veces los conflictos, que no tienen que ser violentos, pueden constituir un intercambio de opiniones muy civilizado, muy asertivo, nos hacen crecer».

Expone que una buena forma de manejar la queja es llevar un diario.

«Registrar cuándo me estoy quejando, en qué situación, y cuando uno va teniendo cierta visión intentar ver qué pasa si trato de no quejarme».

«En lugar de dejarme llevar por la emoción, que seguramente será de enfado, de ansiedad, de tristeza, en lugar de dejarme llevar por la queja tratar de aceptar la emoción y no reaccionar ante ella», concluye el psicólogo Jesús Matos.

Tomado de ABC, Conecta y Observa.

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