Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo, XII Fase – Centésima vigésima novena entrega

(Continuación)

Por: José Chachati Ata

Esta semana tuve la ocasión de recibir y leer un artículo de opinión emitido por el Dr. Espinal Vásquez, a quien no conozco personalmente, pero viendo su trayectoria e investigación realizada sobre el litigio con Guyana en cuanto a la recuperación del espacio geográfico integral del Esequibo, en el fondo me alegró que ello haya sido así, dado que aún en estas condiciones, hemos coincidido totalmente independientes pero con amplio conocimiento de causa, en los criterios que deberían manejarse sobre el tema en cuestión, cuyos pilares apuntan fundamentalmente a la incorporación estructural del vigésimo cuarto Estado venezolano, ya sea denominado “Piar” como él lo menciona o “Esequibo” como lo he señalado en distintos artículos anteriores, a propósito de materializar su inclusión en la actual división político administrativa de Venezuela, aunado a las posiciones contradictorias asumidas por algunos venezolanos, y fundamentalmente la justificación sobre la actuación de Venezuela en no comparecer ante la Corte internacional de Justicia, al manifestar que si dicho organismo jurídico internacional tiene jurisdicción en lo contencioso sobre la reclamación que ha venido efectuando el Estado venezolano, también es cierto que el citado organismo no tiene competencia alguna para conocer de mediaciones, si ello no se genera por consenso previo entre las partes, y como se sabe, esta aquiescencia no existió desde el principio, además de haberse manejado unilateralmente la decisión entre el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, y el Gobierno de Guyana, cuyo acto fue concebido a espaldas del Acuerdo de Ginebra de 1966, único documento legal vigente como respaldo para el manejo del
presente litigio, en el que no se agotaron mecanismos de entendimiento bilateral, dado que el mecanismo de los Buenos Oficios no estaba concebido en Acuerdo antes señalado, tal como ha sido explicado ampliamente en el libro de reciente edición, titulado “La Daga de la Corte Internacional de Justicia sobre el Esequibo”.

Aunado a lo señalado anteriormente, me causa gran satisfacción el hecho de haber coincidido también en cuanto a la investigación señalada, en que el asunto jurídico en cuestión no se trata que Venezuela presente ante la Corte Internacional de Justicia las pruebas de la pertenencia de su territorio despojado a través de la nefasta sentencia del Laudo Arbitral de París de 1899, más bien es al Gobierno de Guyana quien le corresponde como demandante contra Venezuela, demostrar que ese territorio le pertenece, hecho que tampoco por lo visto puede ni podrá hacerlo, porque sencillamente carece de pruebas históricas para ello, por lo que ha pretendido desviar la atención sobre esta carencia ante la comunidad internacional y ante la Corte Internacional de La Haya, mientras que a Venezuela le asisten sobradas pruebas fehacientes, aunado a los soportes históricos que acompañaron a nuestros próceres independentistas, quienes con el gentilicio nacional de la época lucharon sangrientas batallas por alcanzar la libertad, y no obtener un territorio por convenios de descolonización que terminaron los ingleses otorgando a los guyaneses a partir de 1966.

En las circunstancias actuales, debemos estar muy claros que la realidad del litigio en cuestión no está únicamente ligada a un proceso jurídico a través del citado organismo jurídico internacional que le rinde cuentas de su gestión a la Organización de las Naciones Unidas, sino también a factores de carácter geopolíticos, geoestratégicos y geoeconómicos que se mueven en el tablero de este nuevo orden mundial a raíz del conflicto de Rusia contra Ucrania, en el que se ha intentado un acercamiento parcial por parte del Gobierno de los Estados Unidos hacia Venezuela, concediendo por lo pronto la autorización
a la empresa Chevron para reanudar actividades en materia energética dentro del país, hecho que por sí solo no constituye suficiente aval para atender ni los intereses de un lado ni del otro, y más aún, cuando resaltan en el tapete otros factores que se enlazan ineludiblemente entre sí, pero se mantienen ante la opinión pública como elementos que reposan en una nube virtual en espera de una decisión que no se le avizora una respuesta de corto plazo, hecho que en mi opinión profesional, es un error al que se le está dando muchas largas.

Sin embargo, todo parece apuntar a que los pasos que se están dando se realizan con elevada medición de las consecuencias que se podrían generar por parte de los Estados Unidos ante la coyuntura mundial actual, dado que recientemente dicho gobierno le aprobó a Venezuela la comercialización de su petróleo para su envío a Europa a través de la empresa española REPSOL y la empresa italiana ENI, sin que las sanciones impuestas por el Gobierno del Norte afecten estas actividades económicas; ahora bien, no se puede pretender de buenas a primera, que la exportación del crudo venezolano hacia Europa como medio de amortiguación a la actuación de Rusia contra Europa, genere significativas incidencias en el precio del producto, pero Sí es bueno considerar que indistintamente del tema político, ello tendrá una escalada que dependiendo como se maneje, incidirá positivamente sobre Venezuela y por ende, en todos los venezolanos, pudiendo generar la apertura a una reciprocidad que se corresponda con la respuesta del país ante la crisis que se está generando a nivel mundial, y en este particular, el tema del Esequibo es un tema prioritario que debe considerarse por quienes están manejando el caso en la actualidad por parte del Gobierno venezolano.

No hacerlo, sería una inadecuada decisión, aunada al desaprovechamiento de una extraordinaria oportunidad que se tiene en las manos, pero lo cierto es que aún no se percibe la ruta que quiere manejar sobre este particular el Estado venezolano.

Mi razonamiento sobre este particular estriba en que ya es hora en que Venezuela le dé peso y respuesta a uno de los nódulos que conforma la telaraña que se enlaza a raíz de las diferentes sanciones que ha venido imponiendo Europa a Rusia, bajo el velo justificativo de la participación de los países de la OTAN, en el que la realidad apunta a nefastas consecuencias, que de no tomarse cartas en el asunto mediante un sensato y claro proceso de acercamiento y entendimiento, estarían propiciando el aceleramiento de acontecimientos inadecuados al no tener hasta ahora una clara respuesta que sustituya las necesidades que les venía proveyendo precisamente uno de los países en conflicto en materia petrolera, gasífera y alimentaria, entre otros, como lo ha sido Rusia. Mi posición en este escrito no es defender a uno u otro lado, porque no es el tema en cuestión, pero sí brindarle al lector una correlación de todos los eventos
actuales y su inserción sobre el litigio objeto de estudio relacionado con el espacio geográfico integral del Esequibo.

La actuación de Europa en la actualidad con las sanciones adoptadas, sin tener para ella capacidad de respuesta colateral y contundente para cubrir lo que usualmente recibía de Rusia, hasta ahora lo que ha logrado es arrojar consecuencias muy negativas sobre los propios países OTAN y no precisamente sobre Rusia como se esperaba, por lo que el tema en materia petrolera tendrá muy sensibles incidencias al no obtenerse la importación requerida hacia Europa que normalmente se manejaba con el citado país, hecho que en la época de verano no se sentirá con la fuerza y dureza necesaria, sino que ello será en el próximo invierno, hecho que requiere a muy corto plazo capacidad de respuesta adecuada, mientras que Rusia ya tiene negociada la comercialización de su petróleo, orientando tales acciones a la región sur de Asia (China e India); por otro lado, esta coyuntura estratégica incide también sobre los recursos que maneja el Gobierno de los Estados Unidos, quien se ha visto obligado a raíz del conflicto en Ucrania, a la utilización de su reserva estratégica petrolera a fin de afrontar tensiones internas que le han venido galopando al país en materia inflacionaria a través del costo del combustible para el consumidor, hecho que ha desencadenado un efecto dominó sobre el resto de la economía.

Para Estados Unidos, la reapertura de negociaciones con Venezuela sobre el tema petrolero, es indudable que con ello no solo obtendría una respuesta parcial con crecimiento en un futuro cercano si realmente brindase el apoyo requerido y no limitado como lo ha hecho hasta ahora, además que su estrategia principal está más que clara en volver a recuperar los espacios un tanto olvidados en América Latina, tratando de alejar a estos países de Rusia y China, considerando los espacios que han venido ocupando y obteniendo acceso a grandes recursos estratégicos, por lo que la respuesta de Venezuela además de los intereses políticos que se manejan en la actualidad, tiene el derecho indiscutible de exigir la participación de los Estados Unidos y de Gran Bretaña como países que participaron en la nefasta sentencia del Laudo Arbitral de París – que Guyana utiliza hoy en día como elemento fundamental de la demanda contra Venezuela ante la Corte Internacional de Justicia -, para que eleven su voz y actuación adecuada ante el organismo jurídico internacional que se declaró competente sobre el caso y la Organización de las Naciones Unidas, de manera que se ventile a los cuatro vientos la realidad de un fraude montado a espaldas del gentilicio nacional venezolano entre 1897 y 1899; así mismo, el Gobierno de España, quien
reconoció la independencia de Venezuela, debería manifestarse abiertamente en señalar y demostrar con pruebas fehacientes el territorio que fue heredado y reconocido en favor de Venezuela, y más aún, cuando REPSOL comienza a generar respuestas parciales con el crudo venezolano en Europa.

Estados Unidos de América teniendo la oportunidad actual de volver a insertarse en actividades geopolíticas y geoeconómicas con Venezuela y otros países del continente, no va a dejar de aprovechar esta extraordinaria oportunidad que se le ha presentado de renegociar con el Gobierno de Venezuela, y su tardanza obedece a una posición más política y estratégica que cualquier otro factor, por lo que los días siguen pasando y los avances sobre la materia aun cuando el tiempo lo permite “por ahora”, no arrojan resultados ni señales ajustadas a la realidad estratégica global, hecho que lo saben muy bien
ambos gobiernos, y mientras tanto, las autoridades de Guyana, en su comportamiento a mi criterio un tanto torpe por las decisiones adoptadas en escudarse bajo los cimientos de otros actores, compartiendo su problema con otros organismos y organizaciones internacionales, continúa administrando el espacio geográfico integral del Esequibo, y haciendo de las suyas mediante la obtención de cuanto recurso le apetece a expensas de empresas trasnacionales autorizadas ilícitamente, cuya tendencia al obtener los recursos abiertamente sabiendo que le pertenece a los venezolanos, sigue siendo el de un Estado Profundo, pero también, merece un llamado este escrito a las autoridades del país, quienes mantienen una actuación silente y pasiva, mientras se sigue pregonando por todos los medios que “el sol de Venezuela nace en el Esequibo”.

Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata

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