Un estilo de amar abarca nuestras tendencias e inclinaciones de cómo respondemos a nuestras parejas románticas.
Las formas de amar provienen de la infancia.
Aunque tenemos la opción de llegar a ser las personas que queremos ser, no queda duda de que la infancia nos moldea hasta cierto punto.
El cómo escogemos reaccionar ante ciertas situaciones y la forma en que nos expresamos son patrones de conducta que formamos a temprana edad, cuando empezamos a entender el sentido de nuestro entorno inmediato.
Todos tenemos cierto estilo de amar basado en nuestra crianza.
Un estilo de amar abarca nuestras tendencias e inclinaciones de cómo respondemos a nuestras parejas románticas.
Al entender cómo amamos podemos comprender la forma en que un estilo de amar afecta a nuestras relaciones.
Revimos estilos de amar.
Las formas de amar: El complaciente
El complaciente a menudo crece en un hogar con padres demasiado protectores o irascibles y críticos.
De niños los complacientes hacen todo lo que pueden para ser buenos y mostrar una buena conducta para no provocar una respuesta negativa de ,los padres.
Los niños complacientes no reciben consuelo. En lugar de eso emplean su tiempo y energía reconfortando a sus padres reactivos.

Los complacientes se sienten incómodos con los conflictos y enfrentan los desacuerdos cediendo o compensando a ,los otros rápidamente.
Generalmente les cuesta trabajo decir no y debido a que quieren minimizar el conflicto pueden no ser sinceros y mienten para evitar confrontaciones difíciles.
A medida que los niños complacientes se hacen adultos aprenden a leer el estado de ánimo de las personas que los rodean para asegurarse de que pueden mantener a todos felices.
Sin embargo, cuando los complacientes se sienten estresados o creen que están defraudando constantemente a alguien, tienen un decaimiento y huyen de las relaciones.
Los complacientes se esfuerzan de más tratando de ser todo para todos lo cual no es realista y en luar de ponerse límites sanos se enfocan más en las necesidades y deseos de otros.
La víctima: Las formas de amar
La víctima a menudo crece en un lugar caótico.
Las víctimas aprenden a ser obedientes para sobrevivir poniendo menos atención en ellos mismos para poder pasar desapercibidos.
Para lidiar con sus irascibles y violentos padres los niños víctima aprenden a temprana edad a esconderse y mantenerse callados, porque el estar completamente presentes es doloroso para ellos.
Los niños víctima a menudo construyen un mundo imaginario en sus mentes para lidiar con los peligros que se enfrentan a diario.
Las víctimas tienen baja autoestima y usualmente luchan con ansiedad y depresión.
Pueden acabar casándose con personas controladoras que reflejen las mismas conductas que sus padres.
Las víctimas aprenden a encajar haciéndose adaptables y siguiendo la corriente.
Están tan acostumbrados al caos que cuando experimentan la calma esta los hace sentir intranquilos porque anticipan el siguiente estallido.
Las formas de amar: El controlador
Normalmente crece en un hogar sin mucha protección por lo que aprenden a ser fuertes y cuidarse a sí mismos.
Necesitan sentir el control todo el tiempo para evitar que la vulnerabilidad que experimentaron en su infancia sea expuesta en su adultez.
Las personas con este estilo de amar creen que tienen el control cuando evitan acusar sentimientos negativos de miedo, humillación e impotencia.

Los controladores, sin embargo, no asocian la ira como una vulnerabilidad, así que la usan como arma para mantenerse en el poder.
Los controladores tienden a ser rígidos, pero también pueden ser esporádicos e impredecibles.
No les gusta pisar fuera de su zona de confort porque les hace sentir débiles y desprotegidos.
Prefiern resolver los problemas por ellos mismos y obtener las cosas de una manera específica o d elo contrario se enfurecen.
Para que los controladores formen relaciones estables y duraderas necesitan aprender a soltar las riendas, confiar en los otros y moderar su ira.
El indeciso
El indeciso crece con padres impredecibles.
De niño los indecisos aprendieron que sus necesidades no son la prioridad de sus padres.
Sin el constante afecto de sus progenitores los indecisos desarrollan un profundo miedo al abandono.
Pero cuando por fin a los padres les nace darles tiempo y atención, los indecisos normalmente ya están muy enojados y cansados para recibirlos.
Cuando los indecisos se vuelven adultos tratan de encontrar el amor consistente del cual fueron privados de niños.
Los indecisos tienden a idealizar nuevas relaciones, pero una vez que se sienten decepcionados se muestran abatidos y dubitativos.

A menudo se sienten incomprendidos y experimentan muchos conflictos internos y estrés emocional dentro de sus relaciones.
Para que los indecisos cultiven relaciones sanas y estables necesitan aprender cómo mesurarse y conocer a la otra persona antes de comprometerse muy pronto.
El evasivo
El evasivo por lo común crece en un hogar poco afectivo donde se valora la independencia y la autocinfianza.
De niño los evasivos aprenden a cuidar de sí mismos a muy temprana edad, y ponen sus sentimientos y necesidades en pausa para lidiar con la ansiedad de tener poco o nada de consuelo de sus padres.
A los evasivos les gusta tener su espacio y se apoyan más en la lógica y desapego que en sus emociones.
Se sienten incómodos cuando la gente que los rodea experimenta cambios drásticos de humor.
Para que los evasivos cultiven relaciones sanas y duraderas necesitan aprender a abrirse y expresar sus emociones honestamente.
Tomado de Psycho2Go Español.
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Porque ven las formas de amar, entre víctima y victimario. Es que no disponen de una opinión sobre, el amor sano. «Que Si, existe».
Documentenlo… No todo es malo en una relación de parejas.
Hay que saber de las cosas buenas que Sí, da la vida. «Todos tenemos algo bueno que dar»
De lo No tan bueno, extraiga como hacerlo Bueno.
Gracias
Edgar, excelente comentario que invita al debate. Gracias por dar tu opinión y por seguir a Curadas. Bienvenido siempre.