Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo, XV Fase, entrega 148

(Continuación)

Por: José Chachati Ata

He querido iniciar el escrito de esta semana, recalcando la necesidad con la que culminé el artículo anterior, alentando a toda Venezuela, a que debe asumir con una mayor sensibilidad y compromiso lo que se está jugando actualmente sobre el destino de la Patria, por lo que insisto una vez más al Gobierno
Nacional, en que se deben adoptar acciones que estén NO a la altura de cuanto está haciendo Guyana, sino muy por encima, porque las acciones a nivel político tanto en el sector gubernamental como opositor necesitan revisar a fondo todo lo que se está haciendo, a propósito de llevar a cabo a la brevedad los cambios requeridos, porque en definitiva es necesario crear condiciones adecuadas y distintas a las que se exteriorizan actualmente ante la opinión pública nacional e internacional, de manera que ello permita crear una matriz favorable de opinión y de contrapresión sobre cuán sensibilizado se
encuentra el Estado venezolano respecto a este tema.

No debe olvidarse que el Acuerdo de Ginebra de 1966, ha sido el soporte jurídico fundamental empleado por aceptación, compromiso y firma entre los Gobiernos de Guyana y Venezuela en conjunto con Gran Bretaña, al momento de otorgarle esta última su independencia a la República Cooperativa de Guyana, para así alcanzar de manera bidireccional el arreglo práctico requerido, sobre la controversia limítrofe existente mediante una solución práctica, aceptable y satisfactoria para ambas partes, por lo que es obvio, que con el petitorio realizado por Guyana ante la Corte Internacional de Justicia, no se permite de entrada, precisar una solución ajustada a lo establecido en el compromiso jurídico firmado en Ginebra, desviación que por sí sola, conlleva a que la realidad manejada sobre el objeto de la contienda respecto
a la reclamación del espacio geográfico integral del Esequibo, en el que no sea definida esta de manera clara ni contundentemente reconciliada a dicho Acuerdo.

Y tomando en cuenta la actuación del Gobierno de Guyana desde el año de 1966 para llegar a un posible entendimiento con Venezuela, es necesario considerar la clara inclinación de ese país en su evasión continua desde el principio de su independencia, dado que precisamente el día de la Resistencia Indígena, 12 de octubre de ese año, a pocos meses de la firma del Acuerdo de Ginebra entre Venezuela, Guyana y Gran Bretaña, la Nación venezolana entró indiscutiblemente en una nueva fase de la reclamación, cuyo evento histórico se firmó a propósito de darle un vuelco a la nefasta y viciada sentencia del Laudo Arbitral de París de 1899; sin embargo, en esa fecha fueron avistados por cuatro (4) venezolanos algunos miembros efectivos de las Fuerzas de Defensa de Guyana (GDF) ocupando la isla de Anacoco, siendo esta parte geográfica del territorio venezolano, encontrándose ubicada en la confluencia de los ríos Cuyuní y Venamo, en Latitud Norte 6° 43¨N, Longitud 61°08¨W, territorio que debería conformar a estas alturas en la división política de Venezuela, el vigésimo cuarto Estado “Esequibo”.

Dicho territorio, según la viciada y nula sentencia de París de 1899, estaba dividido en una mitad oriental equivalente a 24 km 2 que sería de Guyana, y la otra mitad de Venezuela. En la fecha antes señalada, los guyaneses invadieron e izaron la bandera de su país en la isla venezolana; sin embargo, ese mismo día, tropas venezolanas al mando del coronel José Barbella Ramos desalojaron al personal militar guyanés, derribaron un hito fronterizo allí colocado e izaron la bandera de Venezuela, dándose inicio a la ejecución de la Operación “Libertad” ordenada inmediatamente por el Ejecutivo Nacional, en el que se llevaron a cabo varios actos de soberanía mediante la construcción de una pista de aterrizaje en dicho espacio, complementando la labor con una base militar y una escuela.

Dos días después del desalojo efectuado por los venezolanos, el 14 de octubre de 1966, el presidente de Guyana, Forbes Burnhan, emitió la nota de protesta sobre la ocupación total venezolana en la Isla de Anacoco, y luego de la alocución respectiva, fue tomado por asalto el consulado venezolano ubicado en la capital de Guyana, Georgetown, ubicada al este del río Esequibo, donde fue arriada y quemada la bandera de Venezuela. Cuatro días después, el 18 de octubre de 1966, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela contestó a la Nota de Protesta del Gobierno de Guyana, manifestando:

El Gobierno de Venezuela rechaza la referida protesta, por cuanto la isla de Anacoco es territorio venezolano en su integridad, y la República de Venezuela siempre ha estado en posesión de ella. Al propio tiempo señalo a Vuestra Excelencia, que si el Honorable Gobierno de Guyana tuviere alguna reclamación que formular, deberá hacerlo a través de la Comisión Mixta creada a tal efecto por el Acuerdo de Ginebra del 17FEB1966 de conformidad con lo dispuesto en el párrafo segundo del Artículo Quinto del mismo Tratado. Además, expresa su rechazo a la quema de la bandera nacional ocurrido el 14 de octubre de 1966. (el subrayado es nuestro)

Desde ese incidente, Venezuela no logró avanzar más en la recuperación de sus territorios, dado que la única incorporación de territorios adicionales ocurrió años después con Brasil, al realizarse la verificación de la delimitación establecida, permitiendo que de 912.050 kilómetros cuadrados, se rectificase la real superficie llegando actualmente a 916.450 kilómetros cuadrados, y aun cuando el Estado venezolano desde la crisis de Anacoco se acogió firmemente ante Guyana al Acuerdo de Ginebra de 1966, ello no frenó pocos años después, para suscitar un hecho que pudo incidir en rotundos cambios sobre la reclamación del espacio geográfico integral del Esequibo, como lo fue la Rebelión del Rupununi.

Desde los sucesos antes narrados, Venezuela se encuentra hoy en día ante una nueva coyuntura generada por el cambio de las políticas del Gobierno de Guyana, quien procedió a conformar distintos cuadros participativos ante la comunidad internacional, compartiendo hábilmente la controversia territorial con otros países y organismos, siendo uno de estos la Corte Internacional de Justicia, en el que Guyana generó una demanda sustentada en quiméricos fundamentos, dado que en principio, el Artículo IV, en su aparte 2, se aboca únicamente para indicar que el Secretario General de las Naciones Unidas podrá escoger entre los medios de resolución de controversias que se enumeran en el Artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas, lo cual no es en sí una disposición específica que le confiera competencia única y/o
obligatoria a dicha Corte Internacional, y a pesar de ello, el citado organismo jurídico admitió su competencia jurídica.

Varios eventos han ocurrido desde que Venezuela introdujo inesperadamente las excepciones preliminares ante la Corte Internacional de Justicia el pasado mes de junio de 2022, por lo que el Gobierno de Guyana complacida de haber estado hasta ese momento lidiando sola en el organismo, reanudó una serie de acciones, como siempre sustentadas en manipulaciones y engaños ante la comunidad internacional, demostrando con ello, la preocupación que implica para la ella la intervención de Venezuela, dado que a diferencia de Guyana, quien espera la validez de la nefasta sentencia de 1899, Venezuela tiene ineludibles soportes geohistóricos que ante una verdadera balanza de la justicia, son hechos irrefutables que echan por tierra todas las escabrosas y abruptas acciones que se manipularon a favor de los intereses de los Gobiernos de Rusia y Gran Bretaña, para decidir la sentencia señalada.

De hecho, hace pocos días, el Gobierno de Guyana le pidió tanto a Facebook como a Twitter que eliminen de las redes sociales respectivas, los mapas en el que aparece el territorio Esequibo como parte del espacio geográfico venezolano, afirmando el secretario de Relaciones Exteriores de Guyana, Robert Persaud, que dicho territorio es actualmente administrado por Guyana y reclamado por Venezuela, y que además que esas publicaciones son ilegales, también son ofensivas y contrarias a todo, incluyendo la Carta de las Naciones Unidas, por lo que ello se estaba produciendo en el contexto de una nueva campaña de desinformación. Para inyectarle mayor toxicidad, Guyana solicitó por escrito que este tipo de publicaciones emitidas por las citadas redes sociales, que según ella violan el principio fundamental de las relaciones internacionales entre los Estados, la soberanía y la integridad territorial de la República Cooperativa de Guyana, sean retiradas, así como pidió que se tomen las medidas necesarias contra dichas publicaciones; sin embargo, Google ha publicado también la realidad del territorio que le pertenece a Guyana, dejando el Esequibo integralmente marcado como parte del espacio geográfico venezolano. Las acciones tomadas por el Gobierno de Guyana sobre este particular constituyen simplemente un acto de distracción y de desviación de su objetivo principal, dado que es obvia la preocupación que se le ha sembrado al Gobierno de ese país a raíz de los giros inesperados de Venezuela que cuenta con los elementos probatorios, por lo que no debe perderse en absoluto el norte de este litigio manejado por la Corte internacional de Justicia, que en definitiva es lo que busca Guyana mientras ejerce sus acciones colaterales tratando de generar disuasiones y distracciones estériles.

Pero ello no es todo, dado que la ya conocida forma de acción del uso del poder táctico de Guyana contra Venezuela, la cual se ha centrado en mentir y mentir ante la opinión pública internacional, continúa realizándolo hoy en día al igual que ayer, tirando la piedra y escondiendo la mano, … y después de lanzarla, simplemente se mantiene bajo el amparo de Gobiernos de los países del primer mundo y de organismos internacionales, diluyendo y compartiendo su problema con éstos, dado que por sí sola, carece de fundamentos para defenderse al no tener base alguna que refutar o esgrimirle a Venezuela los derechos que le pertenecen. Verbo y gracia, al haber mencionado a la Organización de las Naciones Unidas como órgano primario al que le rinde cuentas la Corte Internacional de Justicia, se puede exacerbar como el Gobierno de Guyana le ha mentido a ésta, al protestar las acciones de Venezuela, pero la realidad es que Guyana administra hoy en día un territorio de posesión precaria, simplemente porque su supuesto título de propiedad tiene un fundamento totalmente incierto. Y si ella afirma que el citado título tiene su fundamento jurídico basado en la nefasta sentencia de 1899, y en el Acuerdo de 1905, entonces nuevamente pregunto, ¿por qué firmó el Acuerdo de Ginebra de 1966?

Adicionalmente, es importante que se tome en consideración, que lo que es para uno, también lo es para el otro, y en este contexto, el Gobierno de Guyana al haber introducido sus alegatos en la demanda contra Venezuela, solicitando a la Corte Internacional de Justicia la validez del Laudo Arbitral de París de
1899, no sustenta en ninguna parte el por qué el mismo debe ser válido, hecho que demuestra abiertamente la falsa afirmación guyanesa señalando que dicho Laudo conformó la solución definitiva sobre quien ejercería la soberanía territorial del espacio geográfico continental que se disputa, por lo
que ese país no podrá sustentarlo nunca, dado que carece de fundamentos claros, concretos y demostrables, pretendiendo así dejar en manos del citado organismo jurídico el hecho único que intenta exacerbar mediante la validación del Laudo de 1899. Buen intento de la actuación guyanesa, pero que por sí solo se cae, exponiendo una vez más las tergiversaciones y desaciertos de su actuación como Estado profundo, que no es capaz de asumir frontalmente su responsabilidad, si no es mediante el uso de estas manipulaciones inicuas que necesita aflorar en contra de Venezuela. Típica actuación que se amolda a la de un Gobierno desesperado.

Con la firma del Acuerdo de Ginebra de 1966, el Gobierno de Guyana aceptó sin dualidades de interpretación, que la posesión del territorio que recibió al momento de su independencia quedó colgante y abstraída, siendo necesario llevar a cabo acciones que implicaban desde la revisión sobre la forma en que se llevó a cabo la sentencia del Laudo Arbitral hasta la búsqueda de posibles soluciones que sean prácticas y satisfactorias para ambas partes, no para una como lo ha hecho el Gobierno de Guyana ante el mundo con el silencio complaciente de otros Gobiernos y organismos, y hasta que no se logre aclarar esto, la soberanía de la República Cooperativa de Guyana quedaría envuelta en un vacío o en un dilema obstaculizado. De hecho, así se mantiene hoy en día, y le desespera al Gobierno vecino saber las implicaciones que afrontaría sobre la pérdida y devolución del territorio a quien realmente le pertenece, así como la pérdida de los derechos a las concesiones otorgadas ilegítimamente a empresas trasnacionales, y por consiguiente, los ingresos de los recursos financieros provenientes de dichas trasnacionales si así lo autoriza su legítimo dueño, pasarían a manos de Venezuela. Más aún, ya comienzan en paralelo las preocupaciones de las trasnacionales que operan en el área integral del Esequibo, quienes utilizan el “bench mark” empresarial, como instrumento necesario para la toma de
decisiones futuras.

Seguros están los venezolanos, que detrás de la actuación guyanesa están inmersas otras manos de elevado poder en el ámbito político y económico, con capacidad de decisiones que inciden en todo cuanto pudiese manejarse sobre el contexto del nuevo orden mundial, por lo que sobre los hechos actuales no puede mantenerse Venezuela en actitud impávida, dado que aún con los elementos suficientemente demostrables a favor de la integridad territorial, la confiabilidad sobre la actuación de la
Corte Internacional de Justicia en este caso tiene severas fallas, por lo que ¡no hay peor ciego que quien no quiera ver”, y en este sentido, la reclamación sobre el espacio geográfico integral del Esequibo, se ubica cada vez más como un delicado y prioritario asunto de Estado, que requiere de sólidos fortalecimientos en los ámbitos jurídico, político, diplomático, geopolítico, geoestratégico y geoeconómico, , para expresar verdaderamente que “el sol que brilla sobre Venezuela, nace en nuestro Estado Esequibo”.

Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata

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