Por Katty Salerno
Iván Salvi tiene todo para ser un superhéroe de película de ciencia ficción. O tal vez un antihéroe, según se mire, porque se ha tomado muy en serio la misión no de defender a la humanidad de los bichos, sino, al contrario, la de defender a los bichos de la villana raza humana.
Sus poderes, como los de muchos superhéroes, se desarrollaron luego de un accidente ocurrido en un laboratorio donde se realizaba un experimento con la Latrodectus geometricus o viuda marrón, una prima hermana de la famosa araña viuda negra. Igual que ellos, también lleva una doble vida: una al servicio de instituciones públicas de salud y otra como @criabichos, el nombre que usa para llevar su mensaje conservacionista a la gente, especialmente a los niños. Y, cual galán de esos films, está a la espera de que la chica de sus sueños, su heroína, llegue finalmente a su vida.
Desde muy niño sintió un amor especial por los animales, principalmente por los que menos quiere la gente, los bichos. Ese es el nombre genérico con el que los humanos englobamos a todo ser vivo rastrero, que se alimenta de porquerías, vive entre aguas sucias de tenebrosas alcantarillas y es capaz de causarnos hasta enfermedades mortales. Y, por extensión, a todo ser humano que consideremos malvado o indigno de nuestro aprecio.
—¿Por qué tu empeño en hacernos entender que los bichos no son tan horribles como nosotros los vemos?
—Mi misión es desmitificar o desmontar tantas historias negativas que se han creado sobre ciertos animales que más bien contribuyen a que haya un equilibrio ecológico vital para la raza humana. Por ejemplo, la creencia de que culebra es culebra y por eso hay que matarla. Igual pasa con las arañas o los murciélagos. Los murciélagos son polinizadores, es decir, ayudan a que haya más cultivos. Las serpientes son grandes depredadores. Si no tuviésemos serpientes, las ratas y los ratones nos comerían. Si una rata o un ratón te muerde puedes adquirir el mal de rabia, enfermedad mortal, y Venezuela en estos momentos no está preparada para eso. La orina y las heces de los roedores transmiten leptospirosis, otra enfermedad mortal. La pulga que portan estos animales produce nada más y nada menos que peste bubónica, enfermedad que ha matado a millones de personas a lo largo de la humanidad.
—¿Y a qué crees que se deba entonces el que los humanos sintamos tanta fobia, asco, miedo, repulsa a los bichos, siendo tan útiles para nosotros? En el libro La metamorfosis, del escritor checo Franz Kafka, obra notable del siglo XX, el personaje central es justamente un hombre que un día amanece convertido en un insecto gigante, lo que metafóricamente sirve para mostrar la degradación moral a la que puede llegar el ser humano.
—Sí, en general la gente siente grima u hostilidad hacia todo lo que tiene que ver con insectos y por eso le han adjudicado ese nombre tan despectivo de “bicho”. Eso se debe al gran desconocimiento que tenemos acerca de estos animales. Por eso mi intención, mi propósito es ayudar a la gente a cambiar estas percepciones. A propósito de esto, te voy a echar el cuento de cómo nació @criabichos.
»En mis inicios, trabajando en el Instituto de Medicina Tropical de la UCV, ayudé a desarrollar su tesis a una estudiante que estaba por graduarse. Su investigación versaba sobre los efectos del veneno de la Latrodectus geometricus, nombre científico de la viuda marrón, araña presente en Venezuela. Esta es una prima hermana de la Latrodectus mactans, la famosa araña viuda negra. Yo me encargaba de la cría en cautiverio de estas arañas, a las que se les extraía veneno que, luego de una serie de pasos, se inoculaba en ratones para evaluar sus efectos.
»Con nosotros también trabajaba un muchacho que se ocupaba, básicamente, de mantener limpio el laboratorio, los equipos y todo el material que se usaba. Un día, él venía caminando con algo que había lavado y se tropezó y lo que traía en las manos cayó al suelo. No pasó nada, porque el envase estaba vacío y era de plástico, pero la estudiante, que era una muchacha realmente muy déspota en su trato hacia los demás, le gritó: «¡Tú si eres torpe, tú no sirves para esto ni para nada!».
»Eso me molestó mucho e intervine. «No, un momento. Aquí estamos él y yo trabajando para ayudarte a hacer tu trabajo. Tú, ni que ya fueras bioanalista, ni que fueras la directora del instituto, tienes derecho a tratarlo así». Ella se volteó y con una mirada de desprecio total, me dijo: “Cállate, que tú lo que eres es un pobre criabichos”.
»Me llamó “criabichos” con toda la mala intención, pero yo no me sentí ofendido en absoluto. Al contrario, me dio una gran idea. Yo llevaba tiempo dándole vueltas a la cabeza tratando de ver cómo llevaba a la gente mi iniciativa. Yo me quería acercar a los niños para hablarles de los animales, pero no tenía muy claro cómo hacerlo. Ahí se me encendió el bombillo. «¿Y si yo me presento como el ‘criabichos’ en los colegios?». «¿Y si lo hago también en los cumpleaños de los niños?». Ella quiso ofenderme, pero lo que hizo fue ayudarme al regalarme el nombre.
»¿Y por qué bichos? Porque, como tú dijiste al inicio de la entrevista, este nombre agrupa a toda esta serie de animales a los cuales la gente le tiene tanta grima. Pero si tú te preocupas por leer o saber algo sobre estos animales, descubrirás un mundo maravilloso e interesantísimo que va a lograr atenuar o erradicar la fobia que puedes tener por ellos. El conocimiento es la mejor arma para atenuar o erradicar esas fobias.
»Cuando yo les hablo de las cucarachas y les digo que son unos animales muy limpios, la gente se queda impactada. Y no solo se los digo, se lo demuestro. Tengo una cucaracha que he criado en laboratorio —ya van más de diez generaciones de esa cucaracha— en condiciones totalmente limpias, con una alimentación perfectamente limpia, evitando descomposiciones y todo lo que pueda generar bacterias o patógenos que puedan causar enfermedades. Yo a esta cucaracha le doy un beso bien sonoro, delante de todos, y la respuesta de la gente es “¡guácala!”.
»Pero con eso he conseguido que muchos pierdan la fobia a las cucarachas, hombres y mujeres, porque las mujeres no son las únicas que les temen a las cucarachas. He visto casos hasta de fisicoculturistas arrodillados en un rincón con unos lagrimones rogándome para que no me les acerque con una cucaracha. En estos casos, les pido que se calmen y me presten atención para poder demostrarles que ese animal no es todo lo malo que piensan que es.
»Se trata de un miedo heredado. Lo heredamos de nuestros padres y ellos, a su vez, de sus padres. Y así hasta el principio de los tiempos. Si mi heroína, que es mi mamá; o mi superhéroe, que es mi papá, se atemorizan tanto por ese animalito, entonces para mí ese bicho será apocalíptico. Ni de broma voy a querer acercármele. Se traspasan, se trasmiten unos miedos basados en la ignorancia, en la falta de información».
—¿Qué beneficio trae a la humanidad que existan las cucarachas?
—Al igual que las moscas, descomponen la materia orgánica y eso es importante para el planeta. Si no, las bacterias acabarían con nosotros, pues habría demasiadas. Habría muchas más enfermedades respiratorias, gastrointestinales, infecciones de todo tipo. Al hacer esto, en las paticas de las cucarachas y de las moscas quedan hongos, bacterias y parásitos que van soltando cuando pasan por la superficie de una manzana, por ejemplo. Si tú te comes esa manzana sin lavarla, te comes también esos parásitos y puedes contraer una enfermedad gastrointestinal. Hoy por hoy, además, después de muchos estudios, se ha determinado también que las cucarachas tienen un gran contenido proteico.
—¡Guácala!
—A ti te da asco el solo pensar en esto, pero es porque no tenemos la cultura de comer insectos. Ya hay países que están haciendo crías masivas de cucarachas para deshidratarlas, pulverizarlas y ese polvo de cucaracha, por llamarlo de alguna manera, añadirlo, por ejemplo, a harinas para elaborar pan, galletas, tortas, de manera de potenciar con altos niveles de proteína los valores nutritivos de esos productos.
»Aparte, hay una variedad específica de cucarachas que tienen una secreción blanquecina que llaman leche de cucaracha. No tiene nada que ver con un producto lácteo, ¿OK? Ese producto también es alto en proteína. Ya se están criando en cautiverio en Brasil y Colombia, en el caso de Latinoamérica, y también en África.
»Cuando hubo la migración de portugueses, españoles e italianos a Venezuela, en nuestro país no teníamos la cultura de comer cangrejos, camarones, langostinos, ni langostas. El venezolano veía con asco esos animales. Y hoy por hoy nos encantan, y son carísimos. Es una cuestión de adaptación. Yo no te puedo establecer en cuántos años pasará, pero nos vamos a adaptar y vamos a tener la cultura de comer insectos, eso va a pasar, escríbelo. No solamente porque la investigación científica está demostrando que es una gran fuente de proteínas, sino porque el calentamiento global y la merma de la agricultura por estas condiciones adversas y tantas cosas que están pasando en el planeta nos van a llevar, queramos o no, a alimentarnos de artrópodos.
»Los mexicanos comen saltamontes. En el Amazonas comen bachacos culones, termitas, arañas. En todos los países que comparten el Amazonas comen la Theraphosa blondi o tarántula Goliath, la araña más grande del planeta, que es un artrópodo.
—¿Qué hizo que te enamoraras de los bichos?
—La curiosidad… Porque, en mi casa, mi mamá también les tenía una gran aversión. Eso se le ha ido atenuando con mi entusiasmo, por mis investigaciones. Desde siempre, desde que tengo memoria, me llamaron la atención los animales. Y les ponía más atención a los animales que menos quería la gente. Esa curiosidad me llevó a investigar y a estudiar de forma autodidacta.
»Cuando fui creciendo… fíjate qué cosa tan rara la que me pasó… Yo tuve la oportunidad de estudiar Veterinaria o Biología, y no lo hice. ¿Y sabes por qué? Porque se me metió en la cabeza la tonta idea de pensar que si yo convertía mi tan amado hobby por los animales en mi modo de vida, en mi rutina de todos los días, terminaría odiando lo que más amaba. ¡Craso error!
—¿Y qué estudiaste?
—Publicidad. Soy egresado del Instituto Universitario de Nuevas Profesiones. Y aun trabajando en este campo, estuve vinculado con los animales. Si necesitaban algún insecto para un comercial de insecticidas, yo proporcionaba los insectos. O mariposas para hacer un comercial de un jabón o un detergente… Cuando hacía falta una culebra o una araña para una telenovela o un seriado, me las pedían. Por suerte para mí, o tal vez porque yo inconscientemente buscaba la forma de hacerlo, siempre he estado vinculado a los animales.
»He tenido la oportunidad de trabajar con gente maravillosa y muy calificada en este campo, como la doctora María Eugenia Grillet, del Instituto de Zoología y Ecología Tropical (IZET) de la UCV, quien ha ganado todos los premios habidos y por haber en Biología. Trabajé en el IDEA, en Sartenejas, en la producción de veneno de escorpiones y de serpientes para desarrollar sueros antiescorpiónicos y antiofídico que tanta falta hacen en el país. Siempre he estado vinculado a instituciones científicas que me han enriquecido y me han formado, porque, como te dije, soy autodidacta.
—¿En qué estás trabajando actualmente?
—Trabajo con el Dr. Rafael Matías Reyes Lugo en el Laboratorio de Entomología Médica Dr. Pablo Anduze del Instituto de Medicina Tropical de la UCV. Allí desarrollamos colonias de insectos en cautiverio, como el mosquito patas blancas —el Aedes aegypti y el Aedes albopictus— que son los vectores o transmisores del dengue, chikungunya y zika, enfermedades de las que hemos tenido tantos picos en el país. Con estas crías se hacen pruebas de eficacia para insecticidas. También tenemos crías de cucarachas de varias especies para hacer pruebas de susceptibilidad de insecticidas.
—¿Qué significa esto?
—Si un animal recibe durante mucho tiempo un tipo específico de insecticida, los primeros mueren por su efecto. Pero si hay uno que no recibe una dosis letal, que solo queda medio mareado y metaboliza ese envenenamiento y sale adelante, la siguiente generación tendrá resistencia a ese producto. Por eso es que los insecticidas hay que variarlos cada cierto tiempo.
»También soy asesor en la División de Epidemiología de Salud Baruta, a cargo del epidemiólogo Luis Echezuría. Baruta, igual que El Hatillo y Chacao, son municipios verdes, es decir, zonas con grandes espacios naturales donde hay mucha fauna. Y fauna no del todo decorativa, como pudiésemos decir de los pajaritos o de las guacamayas, que, por cierto, no deberían estar en Caracas, sino en el Amazonas. Pero, bueno, ese es otro punto. Aquí trabajamos con fauna silvestre y animales de interés médico, es decir, animales que pueden transmitir una enfermedad o que son venenosos, como alacranes, arañas, serpientes.
»En Caracas hay escorpiones y muchas variedades de serpientes venenosas. Pero tenemos que entender que el ser humano fue el que invadió estos espacios. Esas especies ya estaban ahí cuando el hombre llegó. Tenemos que aprender a convivir con esas especies. La solución no es matarlas. Matar un rabipelado, un zamuro, un gavilán o cualquier otro animal tiene consecuencias legales, desde multas bastante altas hasta pena de cárcel. La gente mata a los animales a diestra y siniestra.
—Es que un rabipelado o un zamuro no despiertan la ternura que se siente por un perrito o un gatico.
—Por supuesto, lo entiendo, pero no los mates, déjalos que se vayan. Aunque ahora también está pasando con los perros y con los gatos, que los están matando.
—El problema es que los bichos se meten en la casa de uno. Si las cucarachas no se metieran en mi casa, te juro que yo no las tocaría. Puedo hacer un pacto de convivencia: ellas en el jardín, yo adentro y todas felices.
—Hay muchas razones por las que las cucarachas se meten en las casas. Primero, buscando refugio. Segundo, si tienes un bote de agua, porque ellas buscan la humedad. Si no limpiamos con regularidad la zona donde tenemos la basura, si la dejamos ahí dos o tres días, eso las va a atraer. No comer en la cama mientras vemos televisión. Esas miguitas insignificantes, atraen las cucarachas.
—Siendo pragmáticos, ¿cómo podemos conciliar o negociar para que vivamos todos en este planeta sin atacarnos ni matarnos unos a otros?
—Si nos tomáramos un tiempito, no tiene que ser todo el día, solo un tiempito para investigar sobre, por ejemplo, los animales que más nos molestan, aprenderíamos a controlarlos sin impacto ecológico, sin causar grandes daños ni a la naturaleza ni a esa especie que se quiere controlar. Sabríamos sobrellevar mejor las situaciones con los animales, nos valdríamos de las herramientas que existen para resguardarnos en esas situaciones.
»Nadie va a querer tener una serpiente venenosa en su casa, por supuesto. Pero, en vez de matarla —que sería algo que además pondría en riesgo su vida, porque el animal, por instinto, se va a defender si lo atacan— lo que debe hacer es llamar a Protección Civil. Esos funcionarios están debidamente entrenados para retirar estos animales. No los van a matar ni los van a llevar a un zoológico, los van a reubicar en la naturaleza, en su hábitat. En una situación como esta, lo que hay que hacer es mantener la calma y llamar al personal entrenado para retirar el animal.
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—¿Nunca te ha mordido una serpiente?
—No, gracias a Dios. Y digo gracias a Dios porque eso también es cuestión de suerte. Puedes saber mucho acerca de la conducta del animal, pero eso no evita los riesgos. Tienes el caso de Steve Irwin, el famoso conservacionista australiano. Sabía mucho de animales, de reptiles y cocodrilos, y lo mató una mantarraya un día que estaba nadando. Entonces, los accidentes están a la orden del día. Y una de las cosas que yo persigo con mi labor didáctica es, precisamente, evitar que ocurran estos accidentes.
—¿Tu amor es por todos los animales o solamente por los bichos?
—Por tooodos los animales en general. Me he pasado toda la vida rescatando animalitos, pero una vez que están sanos los devuelvo a la naturaleza.
—Como la doctora Grecia Marquís…
—Así es. Ella es otra que anda defendiendo animales a capa y espada con su Fundación Plumas y Colas en Libertad. Yo siempre le digo, a manera de broma y con mucho respeto, que ella es la mujer de mi vida (risas).
—¿No estás casado?
—No, no me he casado aún ni tengo novia en este momento. Eso lo puedes escribir cuando publiques la entrevista, por favor, lo de que no tengo novia… (risas).
—Me imagino que las novias tienen que aceptarte con tus bichos…
—Eso no es negociable (risas). Si yo puedo adaptarme a los gustos de ella, ella también debe poder adaptarse a los míos. Pero no se los impongo tampoco. Trato, más bien, de transmitirles mi conocimiento para que entiendan que los bichos no son todo lo malo que la gente cree de ellos. Mi última novia, a quien adoro y sigue siendo una gran amiga, es odontóloga. Y yo le inculqué este amor por los insectos, por las arañas y por otros animales que para ella no eran agradables. Después, hasta me ayudaba en las presentaciones de @criabichos.
—¿Tienes mascotas en tu casa?
—Tengo una iguana que rescaté en el Parque del Este. Un grupo de niños —eran como siete u ocho, con un rango de edades de entre ocho y once años— encontraron una iguana en un árbol y no tuvieron una mejor idea que tumbarla a pedradas. Y después de que la hicieron caer, la usaron como balón para jugar fútbol. Se la llevé a Grecia para ver si podía salvarla e hizo lo que pudo, pero la iguana no quedó en condiciones de ser reinsertada en la naturaleza.
»Los golpes que sufrió mutilaron su cola y un dedo y causaron un daño irreversible en la columna vertebral que le impide la motricidad en las paticas traseras. Eso le impide correr para escapar de un depredador, por ejemplo. También quedó con problemas en el esfínter. Hay que ayudarla, mediante relajación con agua tibia y con masajes, para que drene la orina y sus excrementos porque ahora no puede hacerlo sola.
»Si la reinsertamos en su hábitat va a morir o intoxicada o porque se la comerá algún depredador. Entonces asumí un compromiso de vida con ese animal. Ahora la llevo conmigo a mis presentaciones en @criabichos. Está ayudando muchísimo a crear conciencia en los niños sobre el no maltrato animal, sobre la conservación de las especies. ¡Es brutal lo que está logrando en este sentido! La gente hasta termina enamorándose de ella y entonces quieren tener una iguana de mascota. Y no, estos animales no deben ser domesticados. Tienen que estar libres en la naturaleza.
—¿Eres feliz siendo un “criabichos”?
—Me encanta. Creo que no podría hacer otra cosa. Bueno, siempre se puede hacer otra cosa (risas).
—¿Te gustan más los animales que la gente?
—Sí. Quisiera ser un poco menos drástico en la respuesta, pero… es difícil. Y te digo el porqué: la peor serpiente venenosa, el alacrán más tóxico del planeta no le llegan ni por los talones a la maldad y al daño que el ser humano es capaz de ocasionar. Yo diría que el ser humano es el peor bicho, el más nocivo para el planeta. Se jacta de ser inteligente, pero es capaz de destruir a su propia especie por poder, de destruir el entorno donde vive. ¿Dónde está la inteligencia? ¿Quién es el enemigo?
»Yo soy un ser humano, pero si me preguntaras qué especie viva del planeta considero que se debería extinguir, diría que la raza humana. Así de tajante. Un tigre de bengala, con lo potencialmente peligroso que es, porque es depredador, es decir, se alimenta de otros animales, si está saciado y encuentra un venado, no lo mata. El ser humano, en cambio, mata por diversión. Mata por poder. Por capricho. Para acumular trofeos. Hemos visto hasta reyes posando en fotos al lado de un elefante que cazó.
»Ante eso, como ser humano que soy, he decidido tratar de reivindicar nuestra especie y encaminarla, dentro de mis posibilidades y a través del conocimiento, para que modifique su conducta frente a los animales».
Excelente artículo, muy edificante y educativo, una lección de vida. No sé si Ivan Salvi leerá esta opinión pero realmente comparto su visión, tengo un hijo de 12 años que agarra ,rescata y libera cuanto bicho consigue y define como hermosoa cuanto insecto ve , Obviamente mas de uno lo mira raro cuándo lo dice. En la urbanización donde vivimos los vecinos lo buscan a la casa para sacar ranas, sapos, grillos, saltamontes etc etc . En una oportunidad como a los 10 años llegó furioso a la casa porque mataron una culebra » A los qué ña mataron les dijo , que el animal no era ni bueno, ni malo concientemente» que simplemente se portaba cómo culebra.
Ojalá tengamos la oportunidad de algún día verte por Barquisimeto .
Felicitaciones a curadas y éxitos a Ivan
Gracias Alberto por tu excelente comentario. Y gracias más bien a ti por seguirnos y apoyarnos. Saludos.