Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo, Fase XVII, Entrega 172

(Continuación)

Por: José Chachati Ata

El pasado lunes 3 de abril del 2023, la Corte Internacional de Justicia como órgano judicial principal de las Naciones Unidas, emitió al fin, el comunicado mediante el cual manifestó que presentaría la Sentencia sobre la excepción preliminar interpuesta por Venezuela en el caso concerniente al Laudo Arbitral de París de 1899 (Venezuela vs. Guyana) el jueves 6 de abril de 2023, a las 15 H. (La Haya), en la que la Presidente de dicha Corte, Jueza Joan E. Donoghue, para la fecha indicada, leyó la decisión final en la que expresó lo siguiente: “Por 14 votos contra uno, la Corte rechaza la excepción preliminar interpuesta por la República Bolivariana de Venezuela”.

Ahora bien, el citado organismo jurídico internacional además del rechazo señalado, admitió la objeción efectuada respecto al Laudo Arbitral de París de 1899 sobre el territorio Esequibo, sin embargo, rechazó el argumento presentado como jurisprudencia, relacionado con el caso del «oro amonedado», a propósito de incluir al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en el proceso de entendimiento, por lo que el suscrito se permite recordarle al lector que el Acuerdo de Ginebra de 1966, lleva como título “Acuerdo para resolver la Controversia entre Venezuela y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte sobre la Frontera entre Venezuela y Guayana Británica”, sin embargo, la Corte decidió omitir este detalle primario. O sea, que para éste organismo jurídico, el compromiso firmado por Gran Bretaña con Venezuela en 1966, le transmitió tácita y automáticamente el compromiso a Guyana de asumir sola el proceso de entendimiento con Venezuela, dándose por culminado el deber que tiene el mismo en el litigio territorial originado por el fraude que su mismo país cometió soez y descaradamente en el siglo XIX, en el que le arrebató un territorio a Venezuela sin soportes geohistóricos, ni jurídicos, ni políticos, que demuestren la titularidad del mismo, y una vez más, la Corte Internacional de Justicia hizo caso omiso a este descalabro.

Dándole continuidad al proceso de la decisión adoptada, la Corte explicó que desde la firma del Acuerdo de Ginebra en 1966, tanto Venezuela como Guyana han estado participando de manera exclusiva sobre la resolución del diferendo por el Esequibo sin la presencia del Reino Unido, es decir, no importaron los casos en los que la misma Corte había creado jurisprudencia y que fueron expuestos por Venezuela, por lo que es indiscutible que la respuesta para ello no había como justificarla, y si bien es cierto que ambos países habían iniciado las actividades de entendimiento en conjunto sin la presencia de un tercero, entonces si ese es el punto central en el que hubo interacción de las dos partes, ¿por qué la Corte aceptó la demanda introducida por Guyana, quien actuó unilateralmente sin el consenso de Venezuela, considerando que el mismo Tribunal exacerbó que ambos Estados habían estado en un proceso directo y conjunto, y peor aún, dicho Tribunal le aceptó al Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas la decisión unilateral de utilizar la instancia judicial, cuando aún no se habían agotado los mecanismos previstos en la Carta de la ON.U. y debió decidirse ello por consenso de las partes? Pero parece que la Corte decidió omitir este otro detalle primario.

Y bajo esta manipulación interpretativa realizada en el ámbito jurídico, la citada instancia decidió que avanzaría con el análisis de la demanda interpuesta por Guyana contra Venezuela para resolver la disputa sobre la validez o no del Laudo Arbitral de 1899 que le adjudicó al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte el territorio del Esequibo, siendo ello una decisión que Venezuela protestó desde el momento de la sentencia, y ha continuado rechazando reiterativamente. Ahora bien, a estas alturas ¿estamos realmente los venezolanos sorprendidos del resultado emitido por la Corte Internacional de Justicia ante la excepción preliminar presentada el pasado mes de noviembre del año 2022? Indudablemente No, de hecho, ya lo había señalado en varias ocasiones a través de los artículos semanales, así como en algunas redes sociales y consultas particulares, en el que estaba clara la decisión del Tribunal Internacional desde el principio, y el asunto en materia de tiempo por cuatro meses se centraba en sustentar la justificación de la decisión tomada, además de la poca confiabilidad demostrada por dicho Tribunal.

El próximo paso que le sigue a esta sentencia, es la determinación de la fecha por parte de la Corte Internacional de Justicia, para la presentación de la Contramemoria por parte de Venezuela, hecho que ya se le había sugerido a la Comisión respectiva con antelación, de manera que se prepare como último cartucho que le queda a Venezuela, en el que se tienen sólidos fundamentos que incluso superan la posición jurídica guyanesa y la ausencia de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, una documentación sustanciosa con todos los soportes históricos, jurídicos, diplomáticos, geográficos y políticos que le asisten, lo que constituye la verdadera fortaleza de Venezuela para afrontar este litigio territorial en aras de demostrar la invalidez del Laudo Arbitral de París de 1899. No olvidemos que para los actuales momentos, ya Venezuela con razón o sin ella, tiene dos desaciertos ante la Corte Internacional de Justicia, hecho que tiende a debilitar al país ante la Comunidad internacional, por lo que no podemos permitirnos arribar a la repetición de esta situación una vez más.

Y precisamente en este contexto internacional, si nos preguntamos quien apoya a Venezuela en la actualidad respecto al reconocimiento del territorio en litigio como parte ineludible del país, nos encontramos básicamente con que Cuba, quien ha percibido de Venezuela cuantiosos apoyos en diversas materias durante tantos años, su apoyo ha sido encaminado abiertamente en favor de Guyana. En el caso de China, este país se encuentra actualmente explotando recursos minerales y energéticos en el propio Territorio Esequibo y los espacios acuáticos del Atlántico en conjunto con la Exon Mobil, a sabiendas del Acuerdo de Ginebra de 1966 y de la reclamación venezolana, y nunca se ha pronunciado en absoluto ni lo hará. En cuanto a Rusia, siendo ese país quien tuvo al Juez principal como parte del Tribunal de París de 1897 hasta la sentencia de 1899, el Profesor De Martens, en el que éste decidió en favor de Gran Bretaña, atendiendo a sus intereses de aquel entonces, y se prestó para arrebatarle a Venezuela su legítimo territorio oriental, no se ha pronunciado jamás al respecto, y menos ahora que están concentrados en un conflicto internacional. El Caribe Oriental a través de la Caricom, ha estado continuamente en favor de Guyana. También, Gran Bretaña, Canadá y Estados Unidos de América, apoyan directamente a Guyana. No
olvidemos que los países miembros del Consejo de Seguridad (Gran Bretaña, Francia, China, Rusia y Estados Unidos), tienen el privilegio de contar permanentemente con un Magistrado de la nacionalidad de ese país en la Corte Internacional de Justicia, y en la decisión reciente de dicho organismo jurídico,
solo el Magistrado de nacionalidad belga, fue quien votó en contra de la decisión adoptada por el citado Tribunal de La Haya.

Con los señalamientos realizados, es obvio que Venezuela no ha utilizado la mejor estrategia hasta ahora, por lo que una vez más le sugiero a los entes corresponsables en materia de política exterior, efectuar amplias y decisivas revisiones, a propósito de generar cambios que incluso requieren mayor contundencia categórica y explícita. De hecho, mantenerse en el marco del Tratado de Ginebra de 1966, en el que estoy totalmente de acuerdo, no implica la actuación pasiva que el Estado venezolano ha manejado sobre la actuación guyanesa y los países que explotan nuestros recursos, generando permisividades en beneficio de otros, a costillas del gentilicio nacional y menos con la situación que se vive hoy en día en el país. E internamente, en lo particular, no concibo cómo es posible que las instituciones comenzando por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana no se haya pronunciado en ningún momento en favor de todos estos acontecimientos, cuando ella debió haber sido una de las primeras? Ello me lleva a preguntarle tanto a ella como a todos los entes involucrados, ¿realmente existe el interés requerido en este litigio territorial? Si la respuesta es positiva, las acciones y reacciones de la mayoría demuestran que no existe la motivación ni el conocimiento suficiente, por lo que se sugiere que la participación venezolana a partir de ahora en todo cuanto se prepare y ejecute, tenga una mayor intervención y responsabilidad de todos ellos. Dejemos de lado el protagonismo y las decisiones reactivas, evaluemos las mejores decisiones que le convienen a Venezuela en un todo y actuemos como Estado, no como partido político. Repito, las estrategias utilizadas hasta ahora, aun cuando han lucido formidables, no han sido las más efectivas. Se requiere un cambio urgente.

En el Libro titulado “ La Daga de la Corte Internacional de Justicia sobre el Esequibo”, se había planteado la posibilidad de una contrademanda a Guyana ante la Corte Internacional de Justicia por todo el daño que le ha generado a Venezuela, al haber incumplido lo establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966, otorgando licitaciones ilegítimas, explotando recursos minerales, forestales y energéticos, dañando el ámbito ecológico y marítimo de la región, beneficiándose unilateralmente de todo cuanto se ha obtenido en esas regiones, además de haber desatendido a las poblaciones allí existentes y haber sido ineficaz contra las diferentes organizaciones criminales allí existentes, intentando ocultar su realidad, a expensas de oscuros discursos ante la opinión pública internacional, comportándose cual Estado profundo que simplemente se ha abocado a mantenerse compartiendo sus problemas con países más poderosos que ella, quienes han dado la cara por ella mientras mantiene su política de ocultamiento y victimización, pero eso sí, irrespetando a Venezuela cada vez que lo ha requerido.

Es por ello, que Venezuela sabiendo muy bien que posee todos los elementos probatorios sobre el asunto de fondo que manejará a partir de ahora la Corte Internacional de Justicia, debe actuar adecuadamente con acciones que le generen desasosiego e incertidumbre a Guyana, puesto en materia de forma, se le otorgó jurídicamente la razón, pero de fondo, carece de elementos probatorios firmes, mientras que Venezuela posee los elementos fundamentales que soportan el reclamo sobre un territorio de 159.542 km 2 . Como hecho fundamental de prueba geohistórica, desde que el territorio de Venezuela pertenecía a España, y se creó la Capitanía General de Venezuela en 1777, el límite Este se correspondió con el Río Esequibo; y anteriormente, en 1591, ya España fundó un fuerte a orillas del Río Esequibo, específicamente en la confluencia de los ríos Cuyuní y Mazaruní. Sin embargo, en 1623, con la llegada de los holandeses, éstos invadieron la región Oeste del río Esequibo, lo cual quedó resuelto en 1648 con la firma del tratado de Munster mediante el cual España y Holanda acordaron que ninguna de las partes podría ocupar el territorio ya ocupado por la otra parte, por lo que España reconoció los territorios comprendidos al Este del Río Esequibo y Holanda reconoció la posesión de España al Oeste de dicho río Esequibo.

Adicionalmente, en 1713 se firmó el tratado de Utrecht, mediante el cual, se adquirió el compromiso de respetar los territorios ocupados por España en América y los ingleses se apoderaron de la Guayana Holandesa, ubicada al Este del río Esequibo, lo que conllevó en 1777 a la creación de la Capitanía General de Venezuela, por la Real Cédula de Carlos IV, siendo editado en 1786 el mapa del territorio que le comprendió a la Capitanía General de Venezuela, en el que se indicó como límite oriental al río Esequibo. En 1822, se presentó una protesta formal ante el Gobierno británico por las constantes violaciones del territorio, mediante ocupaciones y usurpaciones, que realizaban colonos británicos a la margen izquierda del río Esequibo, y en 1824, la Gran Colombia le solicita a la Gran Bretaña el reconocimiento de su independencia de la Corona española, y la corte de Saint James no hizo ninguna objeción, ni observó cosa alguna en la exacta definición de la frontera Este de la Gran Colombia, lo cual se constituye en un reconocimiento tácito por parte de la Gran Bretaña.

En 1834 fue que Gran Bretaña reconoció la Independencia de Venezuela sin determinar objeción alguna a los límites, reconociendo el legítimo derecho de Venezuela sobre los territorios correspondientes a la Capitanía General de Venezuela. Un año después, en 1835, el geógrafo de origen prusiano, Robert Schomburgk, elaboró el primer mapa de la Guayana Británica, en el que indicó que Venezuela llegaba hasta el río Esequibo, y de hecho, en 1836, Gran Bretaña le solicitó a Venezuela la autorización para la colocación de un faro en Punta Barima, hecho que ineludiblemente demuestra el reconocimiento de la soberanía venezolana en el territorio actual en reclamación; Sin embargo, cuatro años después, en 1840, la primera línea Schomburgk trazada en el río Esequibo, fue corrida arbitrariamente hacia el oeste por Gran Bretaña, intentando ocupar 141.930 kilómetros cuadrados que le pertenecen a Venezuela, territorio en el que ni Gran Bretaña ni Guyana tienen como sustentar como parte de su titularidad. Los hechos siguientes ya conocidos que llevaron a la nefasta sentencia del Laudo Arbitral de París en 1899 y el posterior Memorando de Severo Mallet-Prevost, demuestran que solo Venezuela posee las bases y
pruebas para sustentar la tenencia del territorio, y no como lo efectuó arbitrariamente Gran Bretaña, y como lo pretende sustentar hoy en día Guyana.

Hoy en día existen diversas razones geopolíticas y geoeconómicas que no pueden mantenerse divorciadas de la realidad en este nuevo orden mundial, en el que varias empresas trasnacionales sin importarles el daño que están generando en el asunto de la reclamación territorial, ni en lo establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966, ni en los daños ecológicos que se están generando, buscan la explotación de diversos recursos allí existentes como el oro, petróleo, gas, diamantes, además de la abundancia hídrica y forestal, como también el coltán y el uranio, sumatoria de factores que deben conllevar a una profunda evaluación de Venezuela sobre esta materia geoeconómica a nivel internacional, en el que Guyana le ha sacado grandes ventajas a través del manejo de su inexperta política exterior sobre esta materia, pero ha funcionado. Venezuela debe realizar profundas transformaciones sobre este particular, y más aún cuando rompió hace poco el paradigma, al permitir de nuevo el acercamiento en materia energética con los Estados Unidos de América, mediante el acceso de la empresa Chevron. Somos el país con las mayores riquezas petroleras del mundo, y si nos lo proponemos, podríamos ubicar al país como la primera potencia mundial en materia energética, al contar con grandes riquezas no solo de petróleo, sino también de gas, con otros minerales adicionales como el oro.

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Y abordando precisamente este tema particular energético, ya van más de cuarenta años que no se descubren nuevos yacimientos a nivel mundial, lo cual es un abordaje muy distinto a los sectores ya conocidos tanto en la zona Ártica como Antártica, por lo que el norte de la América del Sur, entre Venezuela y el Esequibo en este nuevo orden mundial, y a raíz del conflicto entre Ucrania y Rusia,
constituyen la zona de mayor concentración energética en el planeta. En la actualidad, les resulta más fácil e idóneo tanto a Gran Bretaña como a los Estados Unidos de América, negociar y obtener dichos recursos a través de Guyana que con Venezuela, por razones obvias, hecho que con perspicacia, efugio y sagacidad, podría conllevar a voltear las turbias intenciones guyanesas de colocar a todos estos países en contra de Venezuela, por lo que un escalonado y prudente conjunto de acciones integradoras que tiendan a establecer nuevos paradigmas, podrían cambiar el statu quo actual, y crear mayor dependencia de estos países del primer mundo que necesitan una respuesta urgente en la actualidad, aunado a la ventaja que representa en la actualidad el próximo recorte petrolero de la OPEP, sumatoria de actividades abrumadoras, que sin temor alguno tenderían a fortalecer la posición venezolana en este juego estratégico final que se avecina a través de la Corte Internacional de Justicia, abriendo nuevos horizontes en aras de lograr que “el sol que brilla sobre Venezuela, nace en nuestro Estado Esequibo”.

Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata

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