La sentencia de Andreina Flores

Desde 2010, la periodista venezolana Andreina Flores no ha parado de recibir «avalanchas de insultos y amenazas», como ella misma dice. Vive con eso. Se le ha quedado grabado un tuit de la finada activista Lina Ron en donde le decía que tenía suerte de vivir en la época en que vivía, «porque si fuera otra, ya te habríamos fusilado».

Trece años recibiendo amenazas e insultos desde aquel día de la rueda de prensa con Hugo Chávez. La causa: lo sacó de su formato con una pregunta incómoda. Luego de eso vino no salir de casa por una temporada, solo bajar a por pan, jamón y queso para volverse a encerrar. Vivía sola. La violencia chavista contra los periodistas que hacen su trabajo adopta formas variadas, y todas conllevan padecimiento, todas son perversas: el comandante fue pedagógico en esto.

Andreina Flores, en representación de Radio Francia Internacional y RCN Radio de Colombia, le hizo una pregunta al presidente Chávez, el 28 de septiembre de 2010, que le ha dejado una marca de por vida. Desde entonces y hasta hoy cuando vive en Francia, Flores es acosada, vilipendiada y amenazada diariamente por los furibundos seguidores del comandante fallecido en 2013. O son gente muy consecuente con su memoria, o alguien todavía les está pagando por ese trabajo.

«Había sufrido varios episodios con chavistas. Ya venía viendo que la cosa se estaba poniendo complicada. Mi mamá me decía: esta vez te soltaron, pero hay que ver si la próxima vez te sueltan».

Flores pertenece a una familia barquisimetana. Estudió su carrera en la Universidad Fermín Toro, luego se instaló en Caracas y siguió estudiando en la UCAB (un Máster en Comunicación Política); después, en Nueva York, una especialización en periodismo de investigación. Se hizo fotógrafa, se hizo corresponsal internacional, acumuló experiencia en la brega diaria, demostró valor y rigor en la cobertura para los medios de afuera que la contrataban.

Aquella noche de 2010 colocó ante las cámaras su coraje al preguntarle al presidente Hugo Chávez Frías cómo era posible que la oposición, que acababa de perder las elecciones parlamentarias por 1% de diferencia sacara sin embargo 37 escaños menos que el PSUV, el partido oficialista. Y asomó ella, o puso sobre el tapete, o sacó a colación, el turbio manejo que se había hecho desde instancias gubernamentales con las circunscripciones electorales.

“Veía que al chavismo no le interesaba nada, ni los muertos ni el desconcierto de la gente, ¡Nada…! Siempre en su proyecto político y de control, yo me veía llegando a un nuevo año de mi vida sin tener horizonte, nada sino el asentamiento del chavismo cada vez mayor”

Si Chávez hubiese tenido ventosas en manos y pies, en ese momento se hubiera subido por las paredes del recinto de Miraflores donde se celebraba la rueda de prensa.

Una ira acaso telúrica se desató entre sus vísceras y allí quedó, amarrada, atragantada a duras penas, sin poder estallar a plenitud. Han debido ser momentos muy difíciles para él, en términos de contención. Logró mantener su iracundia más o menos a raya, no exaltarse demasiado.

Pero fue dejándola escapar en gotas insidiosas, en muletillas insultantes que ya venía manoseando desde años atrás cuando hablaba del presidente Bush o de Israel o de los medios independientes. Primero puso en duda la ética de la periodista y del medio, o medios que representaba, luego le pasaron un papelito y se puso a sacar porcentajes.

La rabia no amainó y jamás contestó a la pregunta planteada, solo puso unos ejemplos que aparentemente favorecían a la oposición en un par de estados. Sin embargo, no había forma de responder sin ponerse en evidencia, él mismo y el sistema de redistribución de circunscripciones electorales que se había dado el chavismo antes de las elecciones, a su gusto y conveniencia.

Como no tenía forma de responder, quiso apoyarse en un periodista argentino tarifado que tenía por ahí cerca, un individuo llamado Luis Bilbao. Este, naturalmente, menos podía explicarle a la corresponsal de RFI lo que ella pedía, para podérselo explicar a su vez a las audiencias en Colombia y Francia que tampoco podían explicarse un fenómeno de por sí inexplicable. De modo que Chávez volvió a tomar la palabra, increpando a la preguntona, diciéndole que anotara lo que él le estaba diciendo, que si necesitaba un lápiz él se lo pasaría. Y que si estaba en la Luna. En fin: Chávez, el golpista del 4F, en una de sus más bochornosas escenificaciones.

El corolario de todo esto fue la condena tácita de una periodista, para toda la vida, sin apelación posible ya que el único juez y al mismo tiempo verdugo y presidente de todos los poderes -la maciza trinidad de la que el nativo de Barinitas se invistió- ha muerto y se ha llevado consigo cualquier clase de indulto.

Lo demás en la vida de Andreina Flores es consecuencia de tal condena, por habérsele rebelado al caudillo en vivo y directo. Por habérsele insubordinado a la reencarnación de Maisanta. En verdad no se le rebeló, solo hizo una pregunta según le dictó su libre albedrío. Lo singular de este caso es que la violencia verbal iniciada por el líder se convierte enseguida en violencia verbal colectiva a través de las redes, y luego en amenaza colectiva física.

Por otra parte, el acto de coacción televisado se tradujo en acciones ejecutivas: por ejemplo, imposibilidad de ejercer el derecho al trabajo tal como la seriedad del oficio lo amerita: Andreina no fue invitada más nunca a actos oficiales. Tuvo que conformarse con verlos por televisión, sin poder preguntar.

Y, cuando al fin volvió a uno, se dio el episodio protagonizado por Andrés Izarra, quien no habría de irle a la zaga, en materia de violencia verbal, a su jefazo. Tomó el testigo, como le correspondía en tanto actor secundario con ambiciones. El joven cortesano y por añadidura ministro de Comunicación e Información, que lo fue al menos en dos ocasiones, hizo el peor papel de su vida y puede verse aquí, insultando a la profesional que quiso volver a preguntarle al caudillo.

“A veces no basta con la suerte ni con todo lo demás. A veces la daga flamígera se pone necia. Resucita. La daga es arbitraria, brutal, vengativa y de vez en cuando se le sale un tonito cubano, como se le salió a Chávez aquella noche de iracundia frente a Andreina Flores”

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3 comentarios en «La sentencia de Andreina Flores»

  1. Andreina siempre ha sido una periodista valiente y lo seguirá siendo y no ha sido sentenciada más bien perseguida. Sigue adelante Andreina sin miedo pero cuidándote porque estos son unos demonios

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