(Continuación)
Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo
Sin respiro a la inercia desplegada bajo el manto de la sagacidad, contraria a la tensa ataraxia sobre la coyuntura actual de Venezuela en el ámbito internacional, el Territorio Esequibo y los espacios acuáticos correspondientes a la zona Atlántica, como parte extendida del litigio que afronta actualmente el país ante la Corte Internacional de Justicia, a raíz de la errónea demanda de Guyana, han sido objeto de continuas disuasiones enmarcadas en el ejercicio de la diplomacia cañonera, como la que culminó hace poco en el país vecino oriental, en el que se llevaron a cabo una serie de operaciones militares con veinte países liderados por los Estados Unidos de América, abarcando dos semanas de ejercicios por aire, mar y tierra, con mil quinientos efectivos, participando países como México, Canadá, Francia y Gran Bretaña, así como otras quince naciones pertenecientes a la Comunidad del Caribe (CARICOM).
El objetivo de las citadas operaciones fue centrado en la defensa del hemisferio occidental, entrenando las fuerzas militares antes señaladas, para el enfrentamiento de las amenazas actuales de seguridad que encara el continente, de manera de perfeccionar las técnicas de interceptación marítima, seguridad terrestre y cooperación interinstitucional en diversas operaciones cibernéticas, además del adiestramiento y tácticas de infantería, orientadas a las unidades militares ubicadas en Georgetown, es decir, al este del río del Esequibo, así como a la formación de selva para su actuación a lo largo del citado río limítrofe con
Venezuela, por lo que puede observarse, que dichos ejercicios fueron realizados en las regiones de Demerara y de Berbice, mas No se incluyó el Esequibo como área de operaciones, considerando que este constituye en la actualidad un espacio geográfico en disputa.
En el marco de la actuación antes señalada, se podría calificar la práctica realizada como “una actividad forzadamente ajustada al contexto del No desafío, que propició el Comando Sur norteamericano con Guyana”, dado que por un lado, a pesar de generar la alerta de seguridad por razones obvias, no hubo actos de provocación y desafío alguno frontalmente hacia Venezuela, considerando que el país tiene los mismos derechos y deberes sobre el espacio geográfico integral del Esequibo, establecidos con la firma del Acuerdo de Ginebra de 1966, en paralelo al proceso jurídico que se lleva en el Tribunal Internacional de La Haya; y por otro lado, ello ha constituido una vez más en el marco del Derecho Internacional Público, el reconocimiento tácito de todos los países participantes en dichos ejercicios militares, en el que aún no está claramente definida la situación jurídica del Esequibo como lo ha pretendido manejar Guyana en el tiempo, actuando preocupada y desesperada por la sumatoria de errores que ha venido cometiendo, y vaya que tiene razones hoy en día para estarlo.
Adicionalmente, debemos recordar que a través del mismo Comando norteamericano del Sur, se habían conformado tiempos atrás, algunas instalaciones militares en el área geográfica del Esequibo propiamente, bajo la justificación de llevar a cabo algunas actividades de carácter humanitario, hecho que no se repitió en esta oportunidad, y que de por sí, constituye una acción descifrada en varios mensajes e interpretaciones para el Estado venezolano, recordando que como parte de la política actual norteamericana, éste busca recuperar los espacios de América Latina que no fueron atendidos debidamente en su momento, en el que la presencia de grandes potencias como Rusia y China, que sí aprovecharon la coyuntura, lograron adentrarse cada vez más de acuerdo a sus intereses en dichos espacios que, parecían estar controlados por los Estados Unidos.

Valga la oportunidad para recordarle al lector, las intenciones de China sobre su presencia en América del Sur, aunado a los avances que ha tenido en diferentes áreas estratégicas, y particularmente en la Antártida, sin menospreciar los intereses que Rusia tiene hoy por hoy en la región, en el que además, muy lejos de allí, bajo la continua presencia de tensiones que se aglomeran en una guerra fría sobre la región del Ártico, considerando los vastos recursos energéticos y mineros que han sido encontrados en ambas regiones, se levanta nuevamente un conglomerado de incertidumbres y distensiones, que apuntan a la intención de China sobre el acceso a los recursos existentes tanto en el continente suramericano como en la propia Antártida, en el que al igual que el en el Ártico, se despliegan acciones tendientes a sensibles guerras frías y posibles conflictos futuros. Verbo y gracia, China se encuentra actualmente en un proceso de repotenciación y modernización de sus Fuerzas Armadas, y Rusia ha venido incrementando su flota con el respectivo equipamiento militar.
Por otra parte, sumado a la repetitiva conducta adoptada por Guyana, al compartir sus problemas con otros países y gobiernos, siendo ello su estrategia tradicional, pero eso sí, que sean los demás quienes den la cara, se suma lo que el suscrito ha venido señalando en diversas oportunidades, sobre el descuido del Gobierno guyanés en atender el incremento estadístico de la criminalidad en los espacios fluviales y marítimos, en el que ha mentido abiertamente ante la comunidad internacional, manifestando que había tomado acciones contundentes, pero la realidad es que han proliferado delitos que rayan sobre la minería ilegal, destruyendo vastos ecosistemas con la incidencia de estos sobre el pulmón común de la humanidad (Amazonas) y el consuetudinario cambio climático, además de las actividades del narcotráfico reinante en la región, que ha utilizado diferentes vías para el transporte de la droga; también se incluyen los delitos cibernéticos que han venido ocurriendo en aumento, afectando tanto a las instituciones del Estado como a las poblaciones, la migración irregular, la administración de desastres y, la corrupción inevitable que se ha desatado a nivel estatal, a raíz de las ilegítimas explotaciones y comercializaciones del petróleo obtenido por vías inadecuadas, sin olvidar que los recursos obtenidos en el espacio geográfico continental y marítimo del Esequibo para beneficio único de Guyana, le pertenecen a Venezuela. La sumatoria de todo ello, fue la justificación de las operaciones militares llevadas a cabo por el Comando Sur norteamericano, de manera que, se logró con todo ello, adiestrar a los componentes militares combinados, para mejorar los niveles de seguridad regional.

Sin embargo, un día antes de la declaración a la prensa sobre el fin de las citadas operaciones militares, las negociaciones entre Venezuela con Trinidad & Tobago, orientadas al desarrollo conjunto de un área gasífera ubicada en las cercanías de la frontera marítima, llegaron a un punto conflictivo, dado que Venezuela se negó a la aceptación de los términos establecidos por la licencia norteamericana, recordando que Estados Unidos había emitido una licencia de dos años, en la que se les permitiría a los dos países antes mencionados, desarrollar conjuntamente el campo gasífero “Dragón”, cuya capacidad es de 4,2 billones de pies cúbicos de gas, en el que se autorizó a que Venezuela le suministrase gas natural a Trinidad & Tobago, recurso requerido por este último para impulsar la producción y exportaciones del país, y se estableció que la empresa petrolera Shell sería el operador, pero la autorización a raíz de las sanciones existentes contra el país, le prohíben realizar cualquier pago al Gobierno venezolano, términos que no fueron aceptados para esta negociación, por lo que el Ministro de Energía de Trinidad & Tobago, le solicitó al Gobierno de los Estados Unidos, la modificación de algunos términos de la licencia respectiva, de manera de flexibilizar y coadyuvar al desarrollo del proyecto en sí.
Las negociaciones entre ambos países no han sido suspendidas, dado que se espera la reconsideración y/o renegociación respectiva con el Gobierno norteamericano, y en particular Trinidad & Tobago, siendo ese país el mayor exportador de gas licuado de toda América Latina, no ha tenido la capacidad de producir suficiente gas propio para el abastecimiento de sus plantas industriales, hecho que se traduce en pérdidas económicas, al tener que operar por debajo de su capacidad y suspender parcialmente el tren de licuefacción para el abastecimiento de su mercado internacional, siendo este evento geoeconómico una razón adicional para impulsar el cambio de la política exterior venezolana, en el que no puede perderse de vista las distintas aristas interconectadas con el litigio territorial del Esequibo.

Es indudable que el mecanismo de presión ejercido actualmente sobre Venezuela, tiene también una doble cara en la misma moneda, en el sentido que, a raíz del conflicto internacional entre Rusia y Ucrania, Europa se ha visto obligada a diversificar sus fuentes energéticas, y occidente a pesar de las sanciones establecidas, abrió de nuevo una ventana estratégica con miras al otrora surtidor confiable que fue Venezuela. En este contexto, la necesidad de alcanzar resultados adecuados que, permitan ajustar la potencial negociación a la obtención de resultados satisfactorios, se exhiben en una balanza, que por un lado se sopesa la insuficiencia actual de fuentes energéticas para Europa, y por el otro, las sanciones existentes contra el país, en el que se han dejado de percibir un número considerable de divisas que
se requieren urgentemente, dado que la línea principal de ingreso actual de Venezuela, sigue conformada por la renta petrolera. Y las consecuencias ineludibles de estas acciones, han recaído cruelmente sobre el nivel de vida de la gran mayoría de los venezolanos.
De lo anteriormente señalado, la actuación aprovechadora de Guyana (“hagamos leña del árbol caído”), se ha centrado en la realización de diversos ilícitos sobre otros ilícitos, amparada por el otorgamiento de punibles licitaciones fuera de lugar, a empresas trasnacionales provenientes de países del primer mundo, quienes han estado explorando, explotando y comercializando recursos energéticos y mineros en espacios geográficos y marítimos que no le pertenecen a Guyana, sino a Venezuela de manera exclusiva.
Aunado a ello, el petróleo obtenido ilegítimamente, se ha comercializado, constituyendo una válvula de
alivio al tema energético, en el participan países como Estados Unidos, Canadá, China, Gran Bretaña, entre otros, artimaña que por lo pronto le rinde únicamente frutos a Guyana, quien en a corto plazo, se ha visto envuelta en escándalos de corrupción a nivel estatal, y la hipócrita “diplomacia con los supuestos aliados de Venezuela, brilla por su constante ausencia ante el posicionamiento requerido sobre el tema objeto de estudio”.
Pero también, está muy claro que los escenarios de cambio para el país, estriban en la regla impuesta a nivel internacional, la cual está centrada en una renovación de la política actual, hecho que mantiene el juego cerrado, e incluso trancado. La pregunta que se hace el suscrito ante el silencio ensordecedor que
gira actualmente sobre una realidad que no puede ocultarse para Venezuela, en contraposición a la dádiva otorgada internacionalmente cual mendicidad, en el que ni siquiera se le trata como país tercermundista, y que ello (la flexibilidad internacional otorgada) en el fondo, ha sido prácticamente insuficiente para el país, y menos para los venezolanos, ¿a dónde conducirá mientras se siga manteniendo el statu quo de ambas partes? La respuesta ratificada a criterio del suscrito, estriba en la actual e inadecuada política exterior venezolana, en que se debe presionar por diferentes medios para alcanzar niveles de entendimiento, y sobre todo de confianza en todos los ámbitos posibles, que no
solo atiendan los intereses políticos y partidistas, sino más importante aún, lo es las necesidades actuales de los venezolanos que se vislumbran en el día a día.
El hecho de haberse obviado este señalamiento, ha implicado mayores consecuencias negativas sobre el gentilicio nacional a medida que pasa el tiempo, lo cual da mucho que pensar sobre esta extraña e indolente actuación. La realidad de toda esta situación geopolítica y geoeconómica que se presenta actualmente, tomando en cuenta apenas los dos casos señalados al inicio de este artículo, conduce a que, mientras Venezuela prepara su Contramemoria a entregar en la Corte Internacional de Justicia en el año 2024, la Comisión Especial del país que labora sobre el caso del Esequibo, quien sabe muy bien que el asunto del litigio territorial no se debe manejar cual ecuación lineal, aislada de todo el entorno actual, sino como una ecuación integral, sistémica, dimensional, y compleja, por lo que además de su trabajo para garantizar con mayor probabilidad el éxito ante el organismo jurídico internacional, requiere con carácter de premura, asesorar e intervenir, de ser necesario, en los cambios de la política exterior venezolana, la cual grita por un giro imprescindible que atienda los intereses del país, y cuando de veras el sentido de integridad territorial deje de ocupar un lugar secundario en la mente y corazones de nuestros dirigentes, estaremos creando sólidas variables para manifestar que “el sol que brilla sobre Venezuela, nace en nuestro Estado Esequibo”.
Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata
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