(Continuación)
Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo
Un tejido de intereses eminentes y críticos se manejan actualmente en el mundo occidental, en el que se entrelazan variables de primer orden, y están ocupando cada vez más, un sitial amargo y de mayor preocupación en varios países de Europa, principalmente en los países de la OTAN que, a raíz del nuevo orden mundial generado en una de sus aristas por el conflicto entre Rusia y Ucrania, se ubican en una posición que refleja abierta y claramente, la necesidad de alcanzar prontas respuestas enmarcadas en la seguridad, continuidad y confiabilidad del suministro energético, tanto de petróleo como de gas, siendo éste segundo elemento, el que pareciese ocupar una mayor dimensión, dado que viene aupando las decisiones y acciones de las esferas gubernamentales europeas, y en este marco de maniobra estratégica, Venezuela ha conformado la vanguardia con muy pocos países que tienen la capacidad de atender estos dos requerimientos.
Pero la decisión y actuación requerida del Estado venezolano, no puede ir de la mano solo para atender intereses de un lado, sino que también debe inmiscuir ineludiblemente un trinomio vinculado coherentemente con la cooperación, reciprocidad y confiabilidad, siendo éstos puntales los que mayor debilidad han presentado para satisfacer los intereses del país, tanto de parte de países occidentales, como de la OTAN y de la ONU, así como también de Guyana con sus convenientes colaboradores que se mantienen inclinados hacia ella, mientras se benefician ilegítimamente al saber que dichos recursos le pertenecen a Venezuela, mostrando con ello, un perfil totalmente desacorde e incongruente en sus actuaciones y pronunciamientos, en contraposición con la verdad que grita por todos los horizontes cardinales, sobre la realidad geohistórica que le otorga la pertenencia del Esequibo, a favor de quien heredó de España a pulso de sacrificios, sangre y dolor hasta alcanzar la independencia de la Gran Colombia, y con ella, la Capitanía General de Venezuela creada en 1777.
En medio de esta triangulación de factores, se ubica hoy en día la Corte Internacional de Justicia, sumida y abstraída en una posición, en la que sabe muy bien que, tendrá que otorgar por legitimidad jurídica y a pesar de los retrasos que se presenten, el giro respectivo a la sentencia inclinada a la invalidez del Laudo Arbitral de París de 1899, así como, a la definición de la frontera que le corresponde a Venezuela; sin embargo, la política exterior del Estado, constituye hoy en día la médula neurálgica que debe emerger a flor de agua, como variable fundamental para alinear los intereses del país con las piezas geopolíticas y geoeconómicas que se debaten en procura de alcanzar un bien común.
El tiempo sigue pasando y la decisión a tomarse por parte del Estado venezolano, debe realizarse en un plazo que no sea aprovechado infamemente por otras manos ajenas que, podrían entorpecer este afloramiento no casual ni inopinado que se ha presentado, por lo que a la Comisión Especial tecno-jurídica, se le sugiere evaluar los escenarios que implicarían inclinar al país con la mayor prontitud, a una posición confiable en cuanto al suministro de los recursos prioritarios que se requieren hoy en día.
En paralelo, la realidad interna del país en cuanto a su capacidad tecnológica, repotenciación, mantenimiento mayor y actualización del aparato productivo tanto en materia petrolera como gasífera, ha sufrido sensibles mutilaciones en materia presupuestaria a lo largo de todos estos años del siglo XXI, al no haberse realizado suficientes inversiones financieras que permitan elevar el potencial prolífero a la exploración, explotación y comercialización de estos recursos energéticos, factores que lógicamente
inciden en la contradicción existente entre la demanda que se le está generando al país a nivel internacional, y la capacidad real de respuesta, que a pesar de haber ido mejorando paulatinamente, sigue siendo insuficiente; en este contexto, Guyana se ha venido aprovechando de las inversiones realizadas por las empresas transnacionales, y por el otro, ha intentado justificar descaradamente la ilegitimidad de sus acciones, mediante el silencio complaciente de organismos internacionales y de gobiernos poderosos que apoyan tácitamente dichas acciones, así como, han puesto los ojos en esta solución estratégica que se les ha presentado como anillo al dedo.
Hace varios años, en conjunto con la creación de la OPEP, en la que Venezuela fue cofundadora, el Medio Oriente ha sido continuamente, zona de conflictos con las mayores reservas probadas de petróleo en las décadas de los 60 y 70, llegando a encender la mecha proclive hacia una tercera guerra mundial en varias oportunidades, siendo precisamente Estados Unidos y la extinta URSS, quienes lograron evitar actuando cual dueños del mundo, la situación que se avecinaba. La consecuencia de ello, entre otras, fue que se redujeron los niveles de producción de yacimientos sobre explotados en Arabia Saudita, así como, se anularon las pretensiones militares tanto de Egipto como de Libia, y a la vez, se generaron sensibles cambios en el mundo con el dominio de los árabes sobre el petróleo y sus precios, y a la vez, se le hizo saber al planeta, que el petróleo no podía seguir costando lo que abarcaba un barril en comparación con otros productos de menor importancia, cuyos precios no guardaban una relación comparativa lógica.

Recuerdo que se habían publicado tablas comparativas entre el precio de un barril de petróleo y un barril de Cocacola, o de agua mineral, o de un bronceador determinado, y por supuesto, todos estos productos
generaban mayores ingresos financieros que el oro negro. ¿Qué tanto significó esto para la Venezuela de ese entonces?
Fue así que posteriormente, los Estados Unidos de América, a propósito de bajar los precios internacionales del petróleo, decidieron explotar con tecnología y altos niveles de contaminación, el petróleo de lutita, lo cual convirtió de inmediato al oro negro en el mundo del Medio Oriente, al igual que para Venezuela, en un arma geopolítica por excelencia. Ello obligó también a incrementar la presencia de la superpotencia asiática en el Medio Oriente, a propósito de apoyar a Irán, hecho que generó ineludiblemente el peligroso fortalecimiento de la guerra fría entre las dos superpotencias. Pero a raíz del incidente ocurrido con las torres gemelas en New York a principios de este siglo, los Estados Unidos incrementaron su rol de policía en el Medio Oriente, con las acciones conocidas que desencadenaron primero en Irak, y luego en Irán, para dar cabida a la conformación de nuevos bloques geopolíticos en Siria, en la que participarían de un lado tanto Estados Unidos como Europa y Arabia Saudita, y del otro, principalmente Rusia, China e Irán.
Y mientras tanto en Venezuela, nos encontramos que desde el año 2002 se generó el dramático paro petrolero iniciado con los buques “Pilín León” como unidad emblemática en occidente, y en oriente el “Yavire”, a las cuales se le anexaron una cantidad de buques que se le sumaron al paro mencionado, lo cual concluyó con veintitrés mil trabajadores de PDVSA que fueron excluidos de sus funciones por razones netamente políticas, que con razón o sin ella, las consecuencias repercutieron en la funcionalidad y productividad del país, lo que sumado a otros escenarios internacionales junto a otros países como Irán, se contribuyó a la apertura de un vacío relativo en el mercado petrolero mundial.

Y cuyas consecuencias para Venezuela, aún se conservan de una manera u otra hoy en día, mediante algunas inexistencias y manejos inadecuados en las áreas administrativas, operativas, logísticas, tecnológicas, financieras y comerciales derivadas de dicho paro, como las que se revelaron hace poco, y que aún se siguen arrastrando con las decisiones acertadas y erróneas que se han sumado a las omisiones del caso, por lo que el Estado venezolano debe actuar con la prontitud requerida, de manera que pueda definir su actuación y atención a la demanda latente en el mercado, no solo de petróleo, sino también de gas natural, en el que Europa requiere de nuevas fuentes de energía a fin de reducir la dependencia de Rusia.
En paralelo, con la presencia de la empresa transnacional Chevron en Venezuela, a fin de atender esta el ámbito petrolero en el marco de las sanciones impuestas por los Estados Unidos, y de la Shell, como operador designado sobre el gas que Venezuela pretende explotar y comercializar con Trinidad & Tobago
para su licuefacción, se dio inicio a un proceso de tentativo mejoramiento de la productividad petrolera del país, pero ello ha representado apenas una muy reducida parte de la realidad que afronta el Estado venezolano, por lo que se requieren grandes esfuerzos e inversiones para darle un vuelco significativo a esta realidad que podría beneficiar a varios países, pero como ya se había señalado en artículos anteriores, “almuerzos gratuitos” no existen en el mundo de la diplomacia, si estos no se acompañan con intereses colaterales bajo la mesa, y el tema de la recuperación del espacio geográfico integral del Esequibo, constituye hoy en día un tema álgido que se encuentra erróneamente en fase muy cercana a su definición, para su posterior sentencia por la Corte Internacional de Justicia.
En cuanto al caso del gas, en el que se pretende que Venezuela resuelva el problema actual de Europa, convirtiéndose en país confiable y seguro para el suministro del gas a través de la licuefacción con Trinidad & Tobago, es necesario entender que el asunto indistintamente de la inclinación política, no puede manejarse en beneficio unilateral y sin provecho o conveniencia alguna de la contraparte, por lo que los países pertenecientes a la OTAN-ONU interesados en este aprovisionamiento energético, deben evaluar también el espectro de respuestas en beneficio del Estado venezolano, y el asunto del litigio sobre el espacio geográfico integral del Esequibo, ocupa un sitial por excelencia al que se le puede buscar la solución favorable a Venezuela por derecho ineludible, y no por carencia de pruebas o viveza como lo han pretendido señalar algunos, incluyendo a Guyana con el error garrafal cometido al darle la espalda al Acuerdo de Ginebra de 1966; en este contexto, es oportuno señalar la correlación directa que se maneja entre los países de las citadas organizaciones internacionales y el Tribunal de La Haya, de manera que
éste último se incline a enderezar y actuar sobre el caso, conforme al Derecho Internacional Público.

Ahora bien, la otra realidad es que Venezuela no puede divorciarse del muro de contención que abrazan los países que han participado en las sanciones aplicadas en contra del país, cuyos puntales apuntan a que la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), mantiene las sanciones actuales como parte de la Política de Estado norteamericana. Con base a este señalamiento, a pesar que Venezuela ha venido haciendo continuamente señalamientos sobre diversificación en el campo económico, la realidad apunta a que el ingreso de divisas solo podría provenir de la renta petrolera “por ahora”, hecho que requiere sincerar el panorama actual, en el que los supuestos aliados NO han generado acción alguna en pro de Venezuela que no sea las provenientes de la vía verbal, pero el pueblo de Venezuela no puede seguir padeciendo los problemas actuales, sustentado únicamente en palabras de apoyo. Hay que superar a como dé lugar los déficits que emergen a flor de agua, y para ello, se debe negociar, dado que ni Chevron, ni la comercialización de gas con ingresos a corto plazo, representan una solución verdadera a los problemas de los venezolanos.
En opinión del suscrito, la manipulación de intereses del Estado venezolano, a conveniencia únicamente sobre los que atañen al ámbito político ante la comunidad internacional, conforma también un error de elevada magnitud, en el que el proceso de entendimiento requiere la involucración de otros factores aceptables, prácticos y satisfactorios para las partes, al igual como lo establece el Acuerdo de Ginebra. El ingreso de Chevron a Venezuela, podría reabrirse en un marco de una mayor apertura para otras empresas inversoras tanto en materia petrolera como gasífera, en el que lógicamente la confiabilidad y seguridad jurídica son imprescindibles para garantizar la continuidad de las mismas en el país.
China con la ideología que la ha caracterizado, ha crecido de manera exacerbada, gracias a su apalancamiento capitalista, y no solo el que exhibe en el ámbito político. La condición de Venezuela en el pasado como seguro y confiable proveedor, ya no lo es hoy en día, por lo que las realidades que abrazan al mercado internacional del país, exigen novedosas transformaciones, en el que los analistas asesores en las diferentes instituciones gubernamentales, requieren con carácter obligatorio el ser incisivos sobre el entorno, y las ventajas que los países fronterizos están obteniendo a costillas de la tendencia venezolana.
Más claro, imposible.
En el proceso actual del dificultoso mejoramiento de la industria petrolera venezolana, el gas luce por lo pronto como una alternativa más flexible a los lineamientos de la economía venezolana, dado que Europa no tiene capacidad de respuesta para suplir el gas que le compra a Rusia, por lo que Estados Unidos de América se podría convertir en el principal beneficiario de Europa, si Rusia le cierra el grifo del gas a los países del viejo continente, en el que se encuentran las sedes de la OTAN, de la ONU y de la CIJ.
Adicionalmente, América del Sur explota el gas natural, cubriendo sus necesidades que están hoy en día por debajo de su capacidad productiva, y Venezuela, posee una posición privilegiada sobre la disponibilidad de dicho recurso energético, en el que sus reservas probadas alcanzan 6.297,3 miles de millones de metros cúbicos, frente a 1.177 miles de millones de metros cúbicos de los Estados Unidos de América. Un arma geopolítica de primera magnitud que requiere su uso como instrumento de negociación urgente.
Jurídicamente, ante la Corte Internacional de Justicia, el caso está claro a favor de Venezuela sobre la recuperación del Esequibo, por supuesto, siempre y cuando ello se maneje sobre los basamentos que maneje la Comisión Especial tecno-jurídica, al igual que los factores que se han señalado varias veces en diferentes artículos, que formarían parte de la Contramemoria a entregarse en el año 2024; sin embargo, el factor geopolítico, geoeconómico y geoestratégico en su conjunto, sigue ocupando apuntalamientos de primer orden sobre las decisiones tomadas por el organismo jurídico antes señalado, y en este claro enlace entre todos los actores ya mencionados, la negociación y el entendimiento de Venezuela sobre el tema objeto de estudio, sustentado en la capacidad de respuesta y manejo de esta delicada situación energética actual, conllevará a que la recuperación del espacio geográfico continental en el oriente del país, permitirá florecer nuevamente que “el sol que brilla sobre Venezuela, nace en nuestro Estado Esequibo”.
Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata
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