Un caso de brujería en Egipto | Relatos del lado oscuro

Es más poderosa que ninguna, no requiere contacto, solo el deseo de dañar y se basa en el antiquísimo libro árabe Ghāyat al-Ḥakīm, no es un juego, no se cura, solo de detiene. Un caso de brujería en Egipto.

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Un caso de brujería en Egipto

Solterones en busca de pareja, mujeres estériles, esposas engañadas que desean recuperar a sus maridos, impotentes y enfermos desahuciados son la carne de cañón que alimenta el lucrativo negocio de la magia y la hechicería en Egipto. Así constata un estudio y sondeo realizado recientemente por el Centro Nacional de Investigaciones Sociales y de Delitos de El Cairo, que aseguró que casi 300.000 brujos, curanderos y adivinos mueven anualmente alrededor de 1.735 millones de dólares.

En sus sesiones y rituales, hay quienes recitan versículos del Corán o usan agua bendita con ese libro, mientras que otros recurren a brebajes e infusiones de yerbas, sahumerios, huesos y pieles de animales.

Si estos remedios inofensivos fallan, pueden recurrir a tremendas palizas para ahuyentar a los demonios, que en ocasiones llegan a matar al paciente.

En cuanto a los adivinos, éstos escudriñan el futuro en el poso que queda en una taza de café o té bebido por el cliente, o examinan Coranes que supuestamente se mueven solos, colgados de un hilo, para dar respuesta a las dudas más acuciantes.

Otros celebran «al zaar», ritual pagano originario de Etiopía, en que los «poseídos por los malos espíritus» entran en violento trance al ritmo de tambores hasta conseguir expulsar de su alma al visitante maldito.

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