Cuidado con el mentiroso: Réquiem para Ignacio Valera.

Ya tenía dos o tres años de amistad con Ignacio Valera cuando esto sucedió.

Nacho, como le decíamos, era un tipo espectacular en todo sentido.

La sagrada geometría del azar, como dijo Sting, que parece comandar también la genética, había hecho combinaciones a su favor. Así que Nacho tenía buena estatura, era atlético, bien parecido, catire, como le decían sus más cercanos, y de ojos azules.

Por allá por los tempranos 90 las mujeres lo llamaban Luis Miguel por su parecido al Sol de México, que en esa época también estaba en su prime.

A pesar de superarnos por mucho en atributos físicos, los hombres del círculo de Nacho no lo envidiábamos. Él no provocaba esos sentimientos, porque era un buen amigo, ocurrente y espontáneo.

Jamás se comportó como un patán o un bully, y a pesar de serlo, ni siquiera como un galán.

Un compañero argentino, Alberto Sosa, decía que Nacho era un “barreminas”, porque él atraía a las minas y nosotros nos quedábamos con las que sobraban.

Además de su atractivo físico y su personalidad encantadora, parecía que todo lo que Nacho hacía, lo hacía bien. 

Solo que, como que demasiado bien.

Un día le comenté que yo a veces jugaba caimaneras de basquetbol, y me dijo que él había sido campeón de básquet en la Universidad Central de Venezuela.

Otro día le dije que me había comprado unos patines en línea, cuando se pusieron de moda en Caracas esos patines que tienen una sola línea de ruedas en el medio. Y entonces Nacho me dijo que él patinaba buenísimo, que patinaba incluso “hasta pa’ trás’”.

Cuando comentaron que iban a poner un equipo de softball en SGS, la compañía donde trabajábamos y donde nos conocimos, Nacho me dijo que él había sido Champion Bat en béisbol y en softball en selecciones de la universidad y en otros equipos.

Y así, casi en todo tipo de deporte, en casi toda habilidad que alguien mencionaba, Nacho decía que él era o había sido muy bueno, si no el mejor, en esto o en aquello.

Me resultaba extraño que alguien con sus cualidades mintiera o exagerara así. Yo pensaba, Pero para qué miente, si ya su realidad es difícil de creer.

Nos decía que había sido modelo, nada menos y nada más que para unas campañas de Belmont, la marca de cigarrillos más famosa en Venezuela por sus excelentes comerciales, y que disfrutó mucho su paso por el modelaje.

Nos hablaba de sus medallas en natación, béisbol, básquetbol, y en otros deportes y actividades.

Lo peor era escuchar estas fantasías mientras en la vida real las mujeres nos entregaban ramos para él en el ascensor, se le declaraban delante de nosotros, y hasta le pedían matrimonio.

Además, en el trabajo, era un excelente profesional. Era alguien que tenía todo, y hacía todo bien.

Para qué tiene que mentir, pensaba yo, si ya su vida parece un cuento.

Inteligente, galán, buena persona, contralor de una transnacional, y también, según él, se había graduado con excelentes notas en la Universidad Central de Venezuela.

Un día se me ocurrió decirle que necesitaba comprar una bicicleta montañera porque me iba de viaje a Falcón con mi familia y quería usarla por allá.

Como era de esperarse, lo primero que hizo fue decirme que él era casi profesional en mountain bike.

No solamente eso, sino que tenía varias bicicletas, incluyendo una que no usaba, de buena marca, que me podía vender a buen precio.

Incrédulo, le dije que muchas gracias, y le pregunté cuándo la podíamos ver. Dijo, cualquier día de estos vamos. Yo te la dejo barata, me pagas algo ahí, lo que sea.

¿Dónde vives tú? Preguntó. Le dije, en San Martín, cerca de El Paraíso.

Claro, me dijo que él conocía la zona como la palma de su mano, porque sus tías habían comprado un terreno en La Paz en el que habían construido varias casas, creando una mini urbanización familiar, así que prácticamente se había criado por la zona.

Pasaron como dos o tres semanas en las que insistí poco, y Nacho tampoco parecía muy interesado en el tema de la bicicleta. Entonces pensé, Bueno, seguro es una mentira más.

Pero un día Nacho me dijo, Mira, ¿qué vas a hacer hoy más tarde, como a las 4:30? Yo estoy libre.  Vamos a mi casa para que veas la bicicleta.

Yo tampoco tenía nada que hacer al salir de la oficina, así que le dije que sí, y a esa hora nos fuimos a su casa.

¿Cómo se irá a salir Nacho de esta mentira? Pensaba yo mientras íbamos en el carro hacia su casa.

Pero apenas entramos, me recibieron fotos y medallas de Nacho colgadas en las paredes.

Y su cuarto estaba forrado de diplomas, reconocimientos, fotos de cuando era modelo. Sin exagerar, cientos de medallas, trofeos, premios. Abundantes tótems confirmaban cada una de las anécdotas que yo había archivado como fantasías de un mitómano.

Tenía tantos premios y medallas que algunos reconocimientos estaban como menospreciados, arrumados en rincones.

Nacho me iba relatando cada una de sus exitosas etapas con total naturalidad y sin ocultar el orgullo.

Esto fue cuando era modelo. Este trofeo es de tal año. Aquí gané un campeonato de surf. 

Por el palmarés que vi en ese cuarto, todo lo que Nacho me había contado antes quedó pequeño.

Ahí estaba una foto de Ignacio Valera en un podio de natación. Ahí estaba un afiche de Belmont en el que hizo de modelo. Ahí estaban los trofeos, los álbumes, las medallas, los recuerdos. Algunos de ellos, muy recientes.

Ya no soy modelo, es que me estoy quedando calvo, y también el trabajo. Me dijo dando una excusa que no pedí.

La realidad de Nacho era muy superior a lo que yo pensaba que era fantasía.

Me mostró la bicicleta. Y tenía varias, tal como me había dicho. Me la vendió a un excelente precio. Él mismo la montó en su carro y me llevó hasta mi casa, que estaba bien lejos por cierto.

Por esos días fuimos a patinar y tal como me había dicho, Nacho patinaba muy bien, y le daba hasta pa’ trás’.

Porque la vida es como es, y tenía que seguir enseñándome, también por esa época formaron un equipo de softball en la compañía. Nacho quedó campeón al bate.

También fue a surfear con Guillermo Ojeda, otro buen amigo del grupo de SGS, y por supuesto Guille me comentó que surfeaba muy bien.

Nuestra amistad siguió y la realidad de Nacho continuó superando a la fantasía.

Fue una lección de la vida. Una muestra rotunda de que la fantasía supera a la realidad, frase que repetían frecuentemente tanto José Antonio Landajuela como Jorge Narváez.

Pasó una cosa adicional que terminó sellando el mensaje en tono de burla que me dio la vida.

Nacho nos invitó a una fiesta en la mini urbanización de sus tías en La Paz, por El Paraíso. Que por supuesto, también era real. Ahí me puse a conversar con un hermano de Nacho, Virgilio, que por serendipias, también fue mi amigo.

Virgilio no había sido bendecido por la naturaleza con la genética de su hermano. Tampoco era tan simpático. Era más bien un tipo tosco, de conversación agradable. Un hombre de tecnología, que no lo parecía. Trabajador y bonachón.

De pronto Nacho se nos acercó y me dijo, Mira, cuidado con mi hermano, es muy mentiroso.

Ahí solté una carcajada que ni Nacho ni Virgilio entendieron, pero igual se rieron conmigo.

A Ignacio Valera, Nacho, el Catire, a quien no me hubiese extrañado encontrar animando una fiesta, tocando un piano, poniendo a cantar a todos. 

Aunque si recuerdo bien, lo suyo era la percusión. Y seguramente, en eso también era bueno.

Compañeros de SGS Venezuela en una fiesta de Navidad y fin de año

4 comentarios en «Cuidado con el mentiroso: Réquiem para Ignacio Valera.»

  1. Encantador y conmovedor relato.
    Me atrapó!
    Recordé la peli «Big fish»..
    Fué un gran regalo de la vida vuestra amistad.
    Sigue escribiendo

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  2. Mi Querido Catire, la verdad pareciera imposible que pudiera e hiciera tantas cosas pero la verdad que Nacho era un Motor hacia todo eso y mucho más, además como dices un ser humano muy sencillo y muy humilde que conectaba con todo el mundo sin importar su nivel socio-economico o su raza, Género o lo que sea, era un ser Adorable y vamos a extrañar mucho su existencia en la tierra. Lo Queremos tanto tanto, ahora espero que este dándole una Mano a Diosito porque de seguro lo debe tener al lado invitándole a hacer cualquier cosa que se le pasaba por la mente.

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  3. Tu relato me hizo llorar, gracias por esas palabras tan bonitas. Mi primo fue un ser excepcional, que orgullosa me siento de haber sido su prima y de haber compartido tantas experiencias bonitas a su lado.
    Que Dios lo tenga en el sitial que se merece y le de el descanso eterno, por aquí lo seguiremos extrañando infinitamente. Cuanto me duele su partida!

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