Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo, Fase XIX, Entrega 196

(Continuación)

Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo

Con la falsa e hipócrita retórica que ha venido asumiendo el Gobierno de Guyana ante la comunidad internacional a partir del año 2015, utilizando este mecanismo como parte de su poder táctico contra Venezuela, aunado al cambio parcial de su poder situacional que le ha favorecido con la participación e injerencia de otros gobiernos, cuya única mira de estos se ha enfocado hacia la ilegítima exploración y explotación de los recursos petroleros descubiertos en los espacios acuáticos del Atlántico, cuyas licitaciones se han venido otorgando a distintas empresas transnacionales, sabiendo todos que en un poco más del 80% de dichos recursos, estos se ubican en el subsuelo marino correspondiente a la proyección de la plataforma continental esequibense como parte ineludible del territorio venezolano, conllevando todo ello hoy por hoy, a un obligatorio proceso de revisiones y reflexiones, que han puesto al relieve la necesidad y el apuro del país vecino, en efectuar algunas reculaciones en el ámbito jurídico, político y diplomático con el Estado venezolano.

El pasado 19 de septiembre del 2023. Venezuela manifestó a través de la Cancillería su rechazo total a la ronda de licitación de bloques otorgados ilegítimamente por el Gobierno de Guyana, expresando que “es inaceptable y violatorio de sus derechos soberanos cualquier concesión ilícita y arbitraria que Guyana otorgue, haya otorgado o que pretenda otorgar en las áreas en cuestión”. Dado que el país vecino no posee en absoluto derechos de soberanía sobre los espacios acuáticos del Esequibo, hecho que constituye un acto totalmente violatorio, incluso del Acuerdo de Ginebra de 1966, aunado a que tampoco le genera derecho alguno a terceros, que participen en el proceso desesperado que lleva actualmente el Gobierno del citado país suramericano de origen anglosajón, cuya independencia fue obtenida por otorgamiento, no luchada nunca por alcanzar su emancipación, y obtenida fraudulentamente en 1899,
mediante el viciado y nulo Laudo Arbitral de 1899.

Y resulta que el Presidente de Guyana, Irfaan Ali, ante la declaración venezolana reafirmó que, su país tiene derecho a desarrollar sus recursos en cualquier parte de su territorio, ratificando que el Territorio Esequibo le pertenece a Guyana, reservándose el derecho de desarrollo económico en cualquier parte del mencionado territorio, ya sea continental o marítimo, y haciendo énfasis en que cualquier intento de Venezuela de restringir el ejercicio por parte de Guyana de su soberanía, sería inconsistente con el Acuerdo de Ginebra de 1966 y el estado de Derecho Internacional. Mayor cinismo no lo habría ante semejante declaración, por lo que es oportuno recordarle al lector, que todo ello se produjo en un momento de tensión interna del Gobierno guyanés, ante las atrocidades cometidas sin el debido soporte, al éste haber demandado a Venezuela ante la Corte Internacional de Justicia, por lo que la continuidad o culminación de dicho plan petrolero guyanés 2023, conformaría un posible y cercano instrumento de negociación y entendimiento que sería exteriorizado, una vez que logre Guyana su reciente cometido ante la Corte internacional de Justicia, al exigirle a Venezuela que demuestre la nulidad del Laudo Arbitral de París de 1899.

Cada vez más, Guyana ensimismada, sigue llenando el saco de sus propios errores, incluyendo los provenientes del inoportuno y anacrónico asesoramiento recibido, por lo que se le sugiere a la Comisión tecno jurista venezolana que maneja el caso en cuestión, reanudar los mecanismos de presión ante el Tribunal Internacional de La Haya, de manera que se activen de una vez por todas las medidas cautelares hacia el Gobierno de Guyana, prohibiendo la explotación y comercialización unilateral de los recursos existentes en los espacios continental y acuáticos del Esequibo, en el que los beneficios obtenidos, han sido aprovechados únicamente por Guyana, cuyo acto es antagónico a lo establecido en el artículo V del Acuerdo de Ginebra de 1966, lo cual debió realizarse con mucha antelación como parte concerniente a la
extraña política venezolana.

Aunado a lo antes señalado, se le suma la sustentación de la titularidad jurídica ineludible que posee actualmente Venezuela sobre el Esequibo para la conformación de su Contramemoria a ser presentada en la Corte Internacional de Justicia para el año 2024 por parte de la Comisión designada para tal fin, por lo que se espera que se incluya también, lo que se sustentó en el artículo anterior, en el que se señaló que la Constitución vigente de ese país desde 1980, ampara la clara y frontal violación que comulga adversaria a las absurdas acciones que ha venido generando el Gobierno guyanés desde su independencia en 1966, al haberse cometido continuamente violaciones desgarradas sobre un espacio geográfico, en el que se admitió repetitivamente en ambas Constituciones, que el mismo se corresponde geohistóricamente con los territorios firmados entre Holanda y Gran Bretaña desde el siglo XVIII, cuya superficie territorial en el Establecimiento del Esequibo, abarcó en principio y bajo toma forzada, 4.000 km 2 y no 159.542 km 2 como lo pretendió señalar el Laudo Arbitral de París de 1899, que de paso, dichos 4.000 km 2 fueron abandonados en el tiempo por Holanda, al haber fracasado sus actividades económicas en dicha región.

En otras palabras, Guyana no tiene nada legítimo que le permita sustentar la pertenencia del Esequibo. Nuevamente: Touché de Venezuela a Guyana, al haberse apresurado a demandar a Venezuela ante la Corte Internacional de Justicia, mientras sigue cometiendo los actos ilícitos con la indebida apropiación de los recursos existentes en los espacios geográficos continental y marítimo del Esequibo.

En razón de todo lo señalado, la apertura de una dinámica con profundas revisiones y reflexiones, que deben ser muy bien manejadas por el Gobierno de Venezuela, exacerban que a la nefasta sentencia del Laudo Arbitral de París de 1899, se le ha querido dar nuevamente en el siglo XXI, la fuerza necesaria que se incline a favor de Guyana, hecho que constituye una manipulación patética que el Gobierno de ese país ha necesitado perveramente maniobrar, ante la inminente falta de pruebas en su contra sobre la pertenencia del Esequibo, y en razón de ello, ha exteriorizado otros argumentos totalmente inválidos, actuando con apeno y exaspero, mientras que Venezuela ha mantenido visibles y muy claras, pero con una actuación en mi opinión, un tanto extraña y pasiva, las evidencias históricas sobre la pertenencia
legítima de su espacio geográfico integral en la zona oriental venezolana, que debe limitar ineludiblemente más allá de su frontera actual,…, hasta la desembocadura del río Esequibo.

“Tanto va el cántaro al agua, hasta que se rompe”. A raíz de las declaraciones y actuaciones emitidas por algunos actores públicos del ámbito internacional, en apoyo a las ilegalidades que ha venido cometiendo el Gobierno de Guyana en el Esequibo y los espacios acuáticos del Atlántico, el 21 de septiembre del 2023, la Asamblea Nacional venezolana aprobó en sesión, la realización de un referéndum consultivo sobre este caso controversial, razón por la que me permito sugerirle con carácter de urgencia a la Comisión tecno- jurista venezolana sobre el tema en cuestión, que se evalúe muy a fondo la decisión tomada, que a criterio del suscrito, es totalmente contraproducente a los intereses del país.

La razón de la solicitud anterior estriba en que realmente no hay nada que consultar, dado que la propia Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999, aprobada desde ese entonces mediante el referendo constituyente, es totalmente clara, al establecer en el Titulo 2, Capítulo 1, Artículos entre el 10 y el 15, particularmente los contenidos establecidos en los Artículos 12, 13 y 15, que la defensa del territorio es indelegable e inalienable, por lo que no tendría cabida un acto de esta naturaleza consultiva, a menos que ello fuese una estrategia colateral del Estado venezolano para reforzar el marco de actuación ante la Corte Internacional de Justicia a partir del mes de abril del 2024.

En caso que el Gobierno nacional decidiese continuar con el referéndum a pesar de la sugerencia escrita en el párrafo anterior, valdría la pena preguntarse si como posible escenario en el que se espera una convocatoria masiva, resultase que la misma ocurriese en sentido contrario, es decir, con una afluencia un tanto baja, lo que conllevaría sin pensarlo dos veces, a que el Gobierno de Guyana enarbolaría dicha bandera ante el Tribunal Internacional de La Haya, manifestando el poco o nulo interés existente por parte de la población venezolana, variable que se le sumaría al proceso de toma de decisiones y justificaciones inverosímiles del citado organismo jurídico internacional, cuya inclinación adoptada ha sido poco confiable, tal como se ha demostrado en diferentes artículos escritos anteriormente.

Con las declaraciones y posiciones asumidas por diferentes actores públicos del ámbito internacional al igual que las empresas transnacionales petroleras, está más que claro, que los mismos están al tanto, que la cuenca existente en el océano Atlántico al noreste de la América del Sur, posee previo estudios geológicos, los recursos que en más del 80% le pertenecen a Venezuela, y que además, la misma conforma una de las áreas de mayores riquezas existentes en el continente, y ello ha sido la razón fundamental por la que han estado presionando e inclinándose a favor de Guyana, varios países a propósito de favorecer al vecino país sobre la adjudicación jurídica del espacio geográfico integral del Esequibo, en el que no solo han actuado adversos los países que tienen una cuota de corresponsabilidad indiscutible sobre el viciado y nulo Laudo Arbitral de París de 1899, y pretenden inicialmente lavarse las manos, sino también se les unen países que se han beneficiado de Venezuela en el pasado y en el presente, como lo han sido los países del Caribe Oriental y del propio Caribe llamados “aliados” de Venezuela.

Ahora bien, con las demostraciones del pasado reciente en querer Venezuela liderar el proceso de integración regional, proyecto que en principio y a pesar de los esfuerzos realizados no alcanzó los objetivos establecidos, se exacerban diferentes factores de algunas potencias del primer mundo, que no solo se limitan al elemento petrolero, sino también al cercenamiento de las recientes acciones venezolanas en querer desarrollar la fachada del Atlántico, buscando justificar jurídicamente como fase inmediata a la obtención del Esequibo, la realización de las delimitaciones marítimas tal como lo pretende Guyana, cerrándole la libre salida de Venezuela al océano Atlántico, y con ello, iniciar una tercera fase con la finalidad no solo de obtener los inmensos recursos petroleros, gasíferos y minerales allí existentes, sino también del recurso hídrico que por excelencia le entrega al mar el Delta del Orinoco, a través de sus más de 300 afluentes, y es hoy en día vital para la humanidad, y que enlazado al río Amazonas y sus afluentes, incluyendo el río de La Plata, les abriría las puertas a estas potencias para el control de las cuencas hidrográficas de prácticamente toda Suramérica. No hay peor ciego que quien no quiera ver, incluyendo a China. Y es que esta idea no es inédita, sino que ha conformado parte de los juegos de guerra en los Cursos de Estado Mayor y estudios estratégicos para la defensa de distintos países, incluyendo los fronterizos, encajando en la vieja idea colonialista y expansionista.

Adicionalmente, al haber manifestado Venezuela la apertura de un plan gasífero, lo cual se inició con la firma realizada entre el Estado venezolano en conjunto con Trinidad & Tobago, que en paralelo exacerba el perverso e ilegítimo plan de Guyana con los recursos petroleros de nuestro país en el Esequibo y la plataforma continental del Atlántico, ha conformado una acción estratégica de primer orden, que ha generado un patético silencio de los países de la Caricom y del Caribe, incluyendo a otros del primer mundo, lo que sumado a la reapertura del plan Petrocaribe, conlleva por ahora, a un silencio masivo, oportunista y descarado, actuación propia que se enmarca en el marco de la diplomacia y de la política, pero que requiere sin más pérdidas de tiempo, de la actuación disuasiva venezolana, mediante la diplomacia cañonera, tal como Guyana lo ha hecho a costillas de terceros en contra de Venezuela en distintas oportunidades. No podemos seguir dando mejilla tras mejilla ante estas actuaciones antagónicas a los intereses del país.

De manera paralela, debe llamarle la atención a la Comisión tecno-jurista venezolana del Esequibo, la modificación realizada en el reglamento de la Corte Internacional de Justicia, en el que ésta le permite hoy en día a los involucrados, la realización de una audiencia telemática que anteriormente no estaba permitida. Mayor descaro y desconfianza no puede generarse en estos momentos, en el que está más que claro que, el Tribunal Internacional de La Haya está inclinado jurídicamente en darle a Guyana, las probabilidades de éxito del caso mediante la validación del Laudo Arbitral de París de 1899, sin embargo, Guyana debe superar el soporte sobre la titularidad que posee Venezuela, hecho que no podrá nunca realizar por carecer de sustentación alguna, y es por ello, que la Comisión Técnico-jurista venezolana debe blindarse a como dé lugar en la Contramemoria a entregarse el próximo año 2024, y no mediante los resultados de un referéndum consultivo.

Venezuela tiene hoy en día los elementos necesarios y obligatorios para la defensa legitima del territorio, por lo que el Memorando entregado ante la Corte Internacional de Justicia debería corregirse de inmediato, dado que ningún Estado, ni constitucional ni por Derecho Internacional, renuncia a la defensa de su territorio. El siglo XXI ha conformado para el país un enmarañado vuelco, a raíz del petróleo descubierto en la fachada Atlántica y, de la demanda introducida por el Gobierno guyanés ante la Corte Internacional de Justicia, previo el apoyo generado por el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, hecho que abrió en principio, las puertas a nuevos resquebrajamientos del Derecho Internacional; sin embargo, las nuevas realidades enmarcadas en los intereses predominantes de los mismos países que participaron en el Tratado de Washington de 1897, se han enfocado hoy en día con base prioritaria al manejo de la política exterior orientadas al marco de los recursos existentes, en el que las empresas transnacionales involucradas sin lugar a dudas, estarían ejerciendo acciones colaterales para favorecer la demanda introducida contra Venezuela ante el Tribunal Internacional de La Haya, dado que se han tropezado con el muro jurídico que no fue evaluado adecuadamente, y cuyo dominio lo tiene ineludiblemente a su favor Venezuela, por lo que será sumamente dificultoso fracturar los cimientos del mismo, en el que crece y sobresale cada día más, que “el sol que brilla sobre Venezuela, nace en nuestro Estado Esequibo”.

Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata

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