Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo, Fase XXI, Entrega 209

(Continuación)

Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo

La publicación del presente artículo que se realiza gracias a curadas.com, ha coincidido esta semana con la víspera de la navidad, momento propicio para enviarles a todos mis lectores y seguidores directos e indirectos, los mejores deseos porque tengan una feliz noche buena junto a todos sus seres queridos y amigos, y que la Divina Providencia les colme de bendiciones extensivas al gentilicio de esta nuestra muy querida Patria Venezuela, esperando en particular, que la Justicia Divina aflore en las mentes y corazones de quienes llevan las riendas de esta disputa territorial, la anhelada claridad en consolidar fructíferamente el Derecho que le asiste a todos los venezolanos sobre la pertenencia del espacio geográfico integral del Esequibo, despojado con falso sustentos y perversas manipulaciones, y que aún hoy en día, continúa siendo apetencia osada y desbocada de otros países y potencias.

En principio, es necesario señalar que a raíz de la reunión efectuada en San Vicente entre el Mandatario Nacional y el de Guyana el pasado 14 de diciembre del 2023, a propósito de aplacar y moderar las tensiones bilaterales mediante un proceso de entendimiento mutuo, se exacerbaron algunas realidades que merecen especial atención, como la de la sensible restricción de acciones impulsadas por el Estado venezolano en el Estado Esequibo, a través de la autoridad única designada, incluyendo por supuesto el otorgamiento nacional de concesiones petroleras, gasíferas, mineras, forestales a empresas transnacionales, y la presencia del estamento militar, sumatoria de hechos que tienden en apariencia a mantener el statu quo en favor de Guyana; sin embargo, ¿será que a la CARICOM, la ONU, la CELAC, los Gobiernos de Brasil y Cuba, además de las desencajadas ponzoñas que intentó inmiscuir el Canciller de Gran Bretaña, David Cameron, se les olvidó que existe el Acuerdo de Ginebra de 1966, en el que se señaló que la controversia pendiente debía ser amistosamente resuelta en forma que resulte aceptable para ambas partes, NO para una, en el que precisamente el distanciamiento de Gran Bretaña y las acciones unilaterales del Gobierno de Guyana fueron quienes iniciaron esta escalada de tensiones que arribaron incluso al conato de una crisis regional? ¿Será que esas organizaciones y Gobiernos al igual que algunas opiniones emitidas en el ámbito nacional, piensan que la reunión efectuada entre ambos mandatarios con los pactos establecidos, estaría por encima de lo establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966? Indiscutiblemente que la respuesta definitiva es NO.

¿Será que, a todos esos organismos y gobiernos antes señalados, se les olvidó que el citado Acuerdo de Ginebra de 1966 estableció que ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras se halle en vigencia el mencionado Acuerdo, constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial en los Territorios de Venezuela o la Guayana Británica, ni para crear derechos de soberanía en dichos Territorios? Si Guyana otorgó licitaciones unilaterales y aún continúa actuando con tales provocaciones ilícitas, manifestando que tiene derechos para ello, pues Venezuela tiene los mismos derechos hasta tanto se arribe a una solución Práctica y Satisfactoria para ambas partes.

¿Qué parte no les quedó claro a los participantes internacionales, incluyendo al Gobierno de Guyana? He aquí donde el Estado venezolano debe tomar una decisión respecto a todo cuanto se había anunciado antes de la mencionada reunión, de manera que Guyana entienda que existen derechos cuyas raíces se obtuvieron claramente en favor de las dos partes con el Acuerdo de Ginebra de 1966. En mi opinión, considero que este punto en particular debió exacerbarse en la reunión de parte de Venezuela con la correspondiente vehemencia diplomática, mas no se hizo, desperdiciándose una excelente oportunidad de poner el tema en el sitial que le corresponde.

Sin embargo, no puede tampoco obviarse que como punto entre los distintos pactos establecidos por las partes en la reunión del 14 de diciembre del 2023, los mandatarios reconocieron la validez y vigencia del Acuerdo citado en el párrafo anterior, razón que por ahora luce más que suficiente para que el Estado venezolano, entre en franca y directa comunicación con el Gobierno de Guyana, de manera que la medida cautelar adoptada por la Corte Internacional de Justicia, en su dictamen a que ninguno de los dos Estados podría realizar ninguna actuación que altere el control y la administración del Gobierno de Guyana en la zona del Esequibo, implicaría también en el estricto sentido de la racionalidad jurídica, que el Gobierno de ese país, debe detener de inmediato todo tipo de actividad económica que está realizando en el espacio geográfico integral del Esequibo para su único beneficio, hasta tanto se resuelva la disputa.

Esta afirmación adquiere mayor vigencia, cuando el Presidente de Guyana manifestó únicamente en el mencionado encuentro, que una vez agotada la figura del Buen Oficiante, condición de consunción que ambos aceptaron (lo cual es cierto en el asentimiento original como mecanismo de entendimiento, pero es completamente falso el abandono de dicho mecanismo por consenso de las dos partes), solicitó la intervención del Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, quien acordó diferir la solución del conflicto a la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia con base al Estatuto de la ONU, decisión que debió hacerse de manera conjunta por ambos Estados y no por uno, que al no haberse realizado por mutuo y concurrente consentimiento, NO debió tener aplicabilidad, hecho que por supuesto no obtuvo respuesta alguna, además que el proceso jurídico continúa indetenible hoy en día en el Tribunal Internacional de La Haya.

Paralelamente, es importante entender que la reunión en San Vicente, conformó una estrategia confabulada por todas las organizaciones y gobiernos participantes, por cierto, todos a favor de Guyana, en el que los períodos abordados para futuras actividades, constituyen una ventaja relativa a favor del país vecino, en el que se le estaría concediendo un tiempo muerto a Venezuela mientras prepara la entrega de su Contramemoria ante la Corte Internacional de Justicia, y Guyana logra potenciar su poder situacional con nuevas estrategias aplicables tanto en el marco de la geoeconomía con las empresas transnacionales que operan allí, al igual que el fortalecimiento geoestratégico aliado en el ámbito militar con países del primer mundo, además de afianzarse geopolíticamente con la participación comprometida a nivel internacional de gobiernos y organismos que apoyen la farsa que se pretende sustentar con un Laudo Arbitral sentenciado en 1899, sin motivación alguna que justifique el por qué de la decisión adoptada, siendo ello el único camino que le queda a Guyana para continuar engañando al mundo sobre su pretendida legalidad territorial. He aquí el gran dilema al que le teme profundamente el Gobierno de Guyana, y Venezuela tiene en sus manos las pruebas irrefutables de su realidad geohistórica y de la titularidad obtenida con sangre, sudor y lágrimas, y no concedida a pulso de un fraude jurídico con su respectivo despojo.

Por otro lado, si a través de las redes sociales existen opiniones de algunos venezolanos que osan considerar que los factores anteriormente señalados han conformado más bien un sólido aval a favor del Gobierno de Guyana, entonces también valdría la pena preguntarles, ¿por qué el gobierno del país vecino introdujo una demanda contra Venezuela en la Corte Internacional de Justicia, a propósito de validar el Laudo Arbitral de París de 1899? ¿Por qué la Asamblea Nacional de Guyana afirmó la soberanía y la integridad territorial del Estado de la República Cooperativa de Guyana, al igual que el reconocimiento y aceptación del Laudo Arbitral de 1899, como un acuerdo “pleno, perfecto y definitivo” de la frontera entre Guyana y Venezuela, y el Artículo IV (2) del Acuerdo de Ginebra de 1966 como mandato al Secretario de las Naciones Unidas General para seleccionar los medios para resolver la controversia? Interrogantes que generan claros antagonismos sobre realidades, que se ventilan en un vacío, y requieren la inclusión de otros actores internacionales que tiendan a omitir y sepultar las verdades de dichas insubstanciales actuaciones.

Adicionalmente, les pregunto a los incrédulos y defensores del lado guyanés, ¿Por qué y para qué se firmó el Acuerdo de Ginebra de 1966, partiendo de la premisa venezolana en que el Laudo Arbitral de París de 1899 es nulo e írrito? ¿Por qué el Gobierno de Guyana denunció como provocativo, ilícito, nulo y sin efecto jurídico internacional, el Referéndum efectuado en Venezuela, rechazando además la propuesta de volver a cualquier forma de diálogo con el país sobre la disputa territorial fuera del proceso ante la Corte Internacional de La Haya, y sin embargo, se reunió cara a cara con Venezuela el pasado 14 de diciembre del 2023? “El que tenga ojos que vea, el que tenga oídos, que escuche”.

De acuerdo a la apreciación de Peña (2023), la reunión efectuada entre los Mandatarios, arrojó también varios puntos importantes que debían considerarse, sustentados en el compromiso diplomático para buscar evitar el conflicto armado y favorecer las soluciones basadas en el diálogo y el Derecho Internacional; por otra parte, la formación de una Comisión conjunta de Ministros de Relaciones Exteriores y técnicos, así como el compromiso de continuar el diálogo sobre asuntos pendientes, reflejaron la voluntad de mantener un canal de comunicación abierto y trabajar hacia soluciones sostenibles.

Fue también de especial consideración, la participación de algunos líderes regionales e internacionales, lo cual dio muestra sobre la importancia de la cooperación global y regional en la resolución de disputas, a pesar que en el documento Oficial, se abordaron directamente cuestiones potencialmente complicadas como por ejemplo, el reconocimiento de las posiciones iniciales divergentes entre Guyana y Venezuela, así como la falta de consentimiento de Venezuela para la aceptación de la jurisdicción de la Corte Internacional de justicia, los cuales fueron abordados de manera transparente; sin embargo, el éxito a largo plazo de estos esfuerzos dependerá ineludiblemente de la implementación efectiva de los acuerdos y de cómo evolucione la situación en el futuro. Es por ello que, Peña sostuvo que la diplomacia a menudo implica un proceso continuo y dinámico, y la efectividad de las medidas propuestas se verá en la práctica y a lo largo del tiempo.

Ambas partes reconocieron oficialmente las posiciones expresadas, sin necesariamente manifestar el acuerdo o desacuerdo con ellas en ese momento. Ello pudo interpretarse como un reconocimiento formal de las posturas individuales de Guyana y Venezuela, por lo que esa formulación diplomática le permitiría a las partes avanzar a través del diálogo y la posible cooperación, reconociendo las diferencias existentes en sus posturas, sin comprometerse explícitamente con ninguna de ellas en el documento de la Declaración de Argyle.

Aprovecho este espacio para recordarle también a la Comisión Tecno Jurista de expertos del Estado venezolano, que si bien la cooperación es un instrumento por excelencia a utilizarse para favorecer el acercamiento y facilitación de los procesos, ello no se digiere por sí solo si no se acompaña con la reciprocidad, y esa ha sido la realidad histórica y vacía de Guyana con Venezuela, porque mientras Venezuela le dio todo cuanto pudo a Guyana, y si el tema de la adquisición del arroz proveniente del país vecino fue una solución en el marco de la cooperación hacia Venezuela, también fue cierto (refrendado por el banco Interamericano de Desarrollo), que el Estado venezolano lo pagó al triple de su costo, monto que pasó a ser el más alto del mundo pagado en su momento.

Pero mientras tanto, el avance de la disputa territorial sobre los rieles de la diplomacia es lo que debe prevalecer, pero esta no debe descansar, buscando otras alternativas posibles. Ahora bien, la realidad internacional en paralelo sobre este disputa territorial, ha conllevado a que países aliados de Venezuela como lo ha sido el Gobierno de China, esté involucrado desde hace años en la exploración y explotación de petróleo en los espacios acuáticos del Esequibo, a través de la Transnacional China National Offshore Oil Corporation, manejando el 25% de la producción en conjunto con la empresa norteamericana Exxon Mobil, mientras que el Subsecretario de Estado de los Estados Unidos de América para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols, se pronunció el pasado 20 de septiembre del 2023, en apoyo del supuesto derecho de Guyana a desarrollar sus recursos naturales, tras una licitación petrolera que involucra a la estadounidense Exxon Mobil en el territorio en disputa, rechazada por Venezuela. Particularmente en el caso de China, ésta ha manteniendo una posición neutral, dado que la empresa transnacional China National Offshore Oil Corporation, está involucrada además de la Exxon Mobil en la exploración de petróleo y gas en los espacios acuáticos del Esequibo, con otras empresas como la Energy de Qatar, Petronas de Malasia y Watad Energy, y Arabian Drillers de Arabia Saudita.

Aunado a lo antes señalado, China realiza también desde hace años actividades mineras en el espacio continental del Esequibo, además de haber hecho multimillonarias inversiones, con el propósito de llevar a cabo desarrollos de proyectos multifacéticos, razón por la cual, aún NO se ha pronunciado abiertamente en favor de Venezuela, recordándole al lector que a raíz del alivio de sanciones a Venezuela por parte del Gobierno de USA, China manifestó una próxima adquisición del petróleo venezolano. El comentario racional lo dejo a criterio del lector. ¿Victoria diplomática o fracaso político, o todo lo contrario?

El Gobierno de Gran Bretaña, al igual que el de USA, Cuba y la Comunidad del Caribe (Caricom), han apoyado la iniciativa de Guyana en ofertar la explotación de 8 de los 14 bloques de exploración petrolera y de gas correspondientes a los espacios acuáticos aún no delimitados en el océano Atlántico, del Territorio Esequibo, incluso del Delta del Orinoco. De hecho, aprovecho la ocasión para recordarle a los venezolanos, que entre los Gobiernos de Cuba y Guyana, existe un Acuerdo suscrito en enero de 1981, conocido como “Pacto Cubano-Guyanés”, en el que el Gobierno de Cuba manifestó que le concedía su respaldo a Guyana en el conflicto de límites con Venezuela, inclinación que se mantiene ratificada hoy en día. En el caso de la CARICOM, ésta ha reiterado permanentemente, su firme e inquebrantable apoyo al mantenimiento y preservación de la soberanía e integridad territorial de Guyana, al igual que al proceso judicial que se mantiene en curso ante la Corte Internacional de Justicia.

En cuanto a Brasil, a pesar de haberse firmado el Tratado de delimitación con Venezuela el 5 de mayo de 1859, en el que Brasil reconoció por escrito que el Esequibo es territorio venezolano, y cuyo límite se corresponde con el río Esequibo, en el año 2015, el entonces Embajador de Brasil en Guyana, Lineu Pupo De Paula, expresó su apoyo a ese país frente a los reclamos de Venezuela por la soberanía sobre las aguas del Esequibo; sin embargo, en el actual Gobierno de Lula Da Silva, a pesar de la alianza existente con Venezuela, incluyendo el suministro de energía eléctrica que se le está otorgando a la zona norte de Brasil para subsanar los déficits allí existentes, éste no ha fijado posición.

Particularmente, el caso con los Estados Unidos de América es un punto y aparte que merece un señalamiento apropiado, dado que además de no olvidar que el Gobierno de ese país en el pasado representó la defensa jurídica de Venezuela ante el Tribunal de parís entre 1897 y 1899, fue parte corresponsable bajo presión de los jueces ruso e ingleses para la nefasta sentencia que perjudicó los intereses de Venezuela, pero también, de allí provino años después el Memorando del Abogado principal norteamericano, Severo Mallet-Prevost, quien abrió las puertas para que Venezuela pudiese descubrir lo que realmente había sucedió durante el manejo del caso controversial en el Tribunal de París de 1899, pero hoy en día, a raíz del descubrimiento petrolero existente en los espacios acuáticos del Esequibo por parte de la empresa transnacional norteamericana Exxon Mobil, licitación que le fue otorgada ilegítimamente por el Gobierno de Guyana en claro desafío al Acuerdo de Ginebra de 1966, se han obtenido elevadas utilidades para la empresa, que han contribuido además a contener los precios del combustible en los Estados Unidos, siendo ello un factor de fortalecimiento político por su cercanía a las elecciones del 2024, razón fundamental por la que el Gobierno de ese país ha tenido una posición contraria a los intereses de Venezuela.

En este contexto, la realidad que gira en torno a las relaciones de los Estados Unidos con Venezuela, pasó de un estado “rígido” a uno “semi rígido”, dado que el país del norte al haber flexibilizado las sanciones internacionales hacia el Gobierno venezolano, ha creado espacios de acercamiento para alejar un tanto al país de las fuerzas políticas rusa y china en América, además de contribuir a la reducción del factor migratorio venezolano, autorizando la explotación y comercialización petrolera y gasífera a través de las empresa Chevron y Shell respectivamente, entre otros, llegando incluso al intercambio de prisioneros por la vía diplomática, oportunidad que se le vuelve a presentar al Estado venezolano para abordar el tema del Esequibo con el Gobierno norteamericano, de manera que se logre alcanzar un punto de entendimiento, al haberse desviado Guyana del Acuerdo de Ginebra de 1966, y haber acudido erróneamente a la Corte Internacional de Justicia.

Indiscutiblemente que ese punto de pivote, además de amalgamar una potencial oportunidad para Venezuela, conforma hoy en día una de las mayores preocupaciones del Gobierno de Guyana, dado que en primera línea, estos acontecimientos presentan una situación inquietante pero vital con respecto al futuro cercano sobre el manejo de los recursos energéticos del país, en el que Venezuela requiere además de negociar el proceso de entendimiento mediante la anulación del Laudo Arbitral de París de 1899, determinar los derechos jurídicos provenientes de los estudios geológicos que le conceden al país los yacimientos existentes en los espacios acuáticos del Esequibo, en el que al verificarse la exactitud de la proveniencia de estos como parte derivada del suelo venezolano, se le cierran las puertas en definitiva a Guyana sobre sus apetencias e inmoralidades cometidas a costillas de la integridad territorial de los venezolanos, evitando así, repeticiones históricas que sucedieron con Trinidad & Tobago y con la empresa Ecopetrol en la zona del Arauca.

Al presentarse el panorama anteriormente señalado, y NO haberse pronunciado abierta y frontalmente ningún país aliado a Venezuela sobre la disputa del Esequibo, Guyana tendría que volver a la mesa de entendimiento bilateral con Venezuela, y el Gobierno norteamericano podría constituir una pieza clave para dicho acercamiento, y no una amenaza latente como se le ha pretendido señalar únicamente con la presencia militar del Comando Sur en la región, que a pesar de ser cierta esa afirmación por un lado, por el otro también se ha demostrado que dicho Gobierno está sujeto a flexibilizaciones amoldadas a los intereses geopolíticos, geoestratégicos y geoeconómicos del momento. El punto de vista del suscrito se sustenta sobre una plataforma pragmática que requiere el consenso y la decisión del Ejecutivo Nacional, dado que es hora de definir aliados que también atiendan a los intereses de Venezuela.

Recordemos la frase que enmarca el Concepto Estratégico Nacional Norteamericano: “Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses”. Pues Venezuela también, por lo que es hora de dejar de satisfacer únicamente intereses foráneos. El país lo merece y lo necesita ya y con suma urgencia. En materia geoeconómica y geopolítica, Venezuela no debe seguir concentrada únicamente en la producción de la Faja Petrolífera del Orinoco, considerando los altos contenidos de azufre, agua y sedimento, que de por sí, comprometen mucho más las posibilidades de inversiones extranjeras. Deben considerarse las alianzas a efectuarse con transnacionales de alto calibre, ampliando el espectro de inversiones tanto en el área petrolera como gasífera, no solo para la exploración, sino también alianzas para explotaciones y comercializaciones, de manera de ocupar un sitial en este delicado y acelerado mercado internacional que se viene manejando hoy en día sobre el tablero estratégico mundial, en el que se realizan ajustes y desavenencias, acoples y acomodaciones, rectificaciones y desajustes, todos amoldados a los intereses de cada país. Así lo ha manejado Guyana mediante el uso del poder estructural que le pertenece por naturaleza y razones geohistóricas a Venezuela, y ésta no es ni será la excepción.

Las actuaciones de algunos países llamados aliados, pero que en realidad no lo demuestran, y las de otros que pretenden seguir utilizando hoy en día el concepto y aplicabilidad camuflada de la Patente de Corso, que entregaba en el pasado la Corona Británica a los buques con amplia permisología legal a cambio de territorios a su favor, decidiendo unilateralmente lo que podían o no hacer en los espacios nacionales, aunado por supuesto a los países y organismos que sí han manifestado su posición contraria a los intereses de Venezuela sobre la disputa en el Esequibo con Guyana, constituyen el marco de variables que actúan hoy en día sobre el Estado venezolano, razón por la que se requiere un verdadero toque de timón que permita aflorar un nuevo horizonte con las oportunidades que se le están presentando al país, en el que la recuperación del espacio geográfico integral del Esequibo vuelve a quedar con suficiente solidez en manos de los venezolanos y su capacidad de manejo político, diplomático, geopolítico y geoeconómico, de manera que sin esperar los próximos acontecimientos acordados en la reunión del 14 de diciembre del 2023, puedan enrumbarse nuevas acciones y decisiones sobre la disputa territorial con verdadera capacidad de solución enmarcada en el Acuerdo de Ginebra de 1966, prevaleciendo el pragmatismo y el sentido de integridad territorial que clama todo el país como parte de su defensa integral, enarbolando una vez más en este próximo 2024, que “el sol que brilla sobre Venezuela, nace en nuestro Estado Esequibo”.

Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata

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