(Continuación)
Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo
A más de un mes de la Reunión de Argyle entre los Gobiernos de Venezuela y Guyana, ambos Cancilleres lograron reunirse el pasado jueves 25 de enero del 2024 en Brasilia, con el compromiso de continuar el diálogo sobre la disputa territorial del Esequibo, abordando el Acuerdo de Ginebra de 1966 bajo las condiciones de mantener un clima diplomático pacífico y sin amenazas.
Por su parte, Venezuela expuso su coincidencia con Guyana sobre el deber de su actuación en el marco del Derecho Internacional, incluyendo el citado Tratado de 1966, firmado con el Gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, quien nunca cumplió con lo allí establecido, aunado a que se exacerbó la necesidad de reafirmar que ninguna de las partes recurrirá ni a amenazas, ni invocará el uso de la fuerza, incluyendo a terceras partes.
En este contexto, el Canciller venezolano agregó la necesidad de evaluar y establecer mediante una hoja de ruta en el marco del Derecho Internacional, las acciones para delimitar los espacios acuáticos en disputa entre ambos países, en cuya área marítima existen grandes reservas de petróleo. En cambio, el Canciller de Guyana manifestó que la citada reunión conformaba un primer paso para abordar otros temas como la cooperación económica, la lucha contra la crisis climática y el combate al crimen organizado, defendiendo el proceso de la disputa territorial sobre el Esequibo mediante el uso de la vía judicial actual que se encuentra en curso ante la Corte Internacional de Justicia.

En opinión del suscrito, ¿es que aún el Gobierno de Guyana va a continuar con su ilícita, burda e irónica actuación como parte de su continua política de evasión, victimización y viveza traducida en el escamoteo descarado, viéndole la cara de pendejos a los venezolanos, una y otra vez más? Se esperó más de un mes de la reunión de Argyle entre ambos Gobiernos, con la exacción complaciente de la CARICOM y del Gobierno de Brasil, en que además, los procesos ilícitos de exploración, explotación y comercialización petrolera en los espacios acuáticos del Esequibo han continuado en crecimiento, a pesar de lo establecido con carácter obligante en el Tratado de Ginebra de 1966, y que el Gobierno de Guyana admitió como pilar de entendimiento, sin embargo, el país vecino ha continuado con la ampliación de distintos proyectos, proyecciones y expectativas sobre la citada materia energética incluyendo también el gas, sin detenerse con los procesos de licitación y desarrollo sobre el área integral en disputa, evadiendo completamente el tema durante esta primera reunión.
Me van a perdonar los lectores, pero estamos igual que “el niño que llora y la madre que lo pellizca”, dado que la efervescencia del Estado venezolano manifestada en los meses de noviembre y diciembre del 2023 a través de todo cuanto ocurrió en ese entonces, generando sensibles tensiones entre ambos países que encendieron la mecha propiciadora a un escenario de mayor presión geoestratégica, desembocó repentina e inesperadamente en una pasividad que pisa el marco de un silencio ensordecedor, que ha llamado la atención de los venezolanos, dando mucho que pensar.
En efecto, ha transcurrido más de un mes sobre el plazo del trimestre que se había acordado para una segunda reunión de acercamiento entre ambos países bajo el compromiso establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966, y el Gobierno de Guyana ha dicho en pocas palabras que se mantiene todo como se ha venido realizando. Te pregunto Venezuela, ¿Qué clase de racionalidad pudiese tener esta absurda tendencia que ha levantado una evidente y necesaria polvareda, en la que de repente, todo volvió a encajonarse en un marco de aparente sumisión y aceptación de lo que se ha venido realizando a costillas de los venezolanos, beneficiando únicamente a Guyana? ¿Es que realmente somos tan pendejos a conciencia, o es que ello ha sido parte de la extraña política exterior venezolana, en la que se han manejado variables desconocidas bajo la mesa, previo acuerdos mutuos colaterales derivados de ambas partes? El silencio actual y la evasión de ambas partes no puede continuar formando parte de las conductas exteriorizadas en esta disputa territorial, pues los hechos ocurridos y el escenario actual, condenan en sí esta inadecuada y agreste tendencia.
Paralelamente, es importante en materia geopolítica y diplomática evaluar, que los ejes de acción estratégica definidos y analizados sobre los que se ha encaminado la disputa territorial del Esequibo, han quedado claramente establecidos en el artículo anterior, en el que el tiempo ha sido un factor primordial para el aceleramiento de las decisiones a tomar, pero ya digerido con mayor ponderación, dado que por un lado, al considerar el marco judicial por el que ha pretendido el Gobierno de Guyana llevar el caso ante la Corte Internacional de Justicia para la activación de un Laudo Arbitral de París de 1899, Parte II, en el que ha buscado que se le dé la validez respectiva a la sentencia de 1899 sin existir motivación alguna, ha ido perdiendo el peso jurídico que creyó poseer al demandar torpemente a Venezuela en el año 2018, dado que la Contramemoria venezolana alberga la sustentación sobre la titularidad jurídica del espacio geográfico continental del Esequibo, además de la jurisprudencia existente en el Derecho Internacional del siglo XIX (cuchilla para el propio Juez de ese entonces, el Profesor ruso Frederic De Martens, y respuesta ineludible para la actual Corte Internacional, quien manifestó la necesidad de revisar el contexto del Derecho Internacional Público para la época de la nefasta sentencia contra Venezuela), que bajo ningún concepto amparan la paradójica e inconexa demanda de Guyana.
Aunado al hecho anterior contra Venezuela, sin olvidar que la motivación guyanesa fue netamente basada en el ámbito energético petrolero impulsado por la empresa Exxon Mobil, resulta que esta semana en la prensa norteamericana, se exhibió el interés actual de varias empresas petroleras de ese país, apostando por el petróleo venezolano, que enlazado con el acercamiento político y diplomático realizado por el Gobierno de los Estados Unidos, junto a la tendencia escalonada en flexibilizar las sanciones económicas y financieras que existían y aún persisten otras más contra el país, se ratifica una vez más el planteamiento realizado anteriormente en cuanto al aprovechamiento que podría obtenerse mediante un adecuado proceso de entendimiento entre las partes, y así lo demuestra la realidad conflictiva actual de crecimiento que se lleva a cabo en Asia y el Medio Oriente, en el que desembocarían aperturas orientadas a reajustes requeridos, ante el proceso que se lleva a cabo en el Tribunal Internacional de La Haya, aunado a la disminución de tensiones no solo con Guyana, sino también con los países del primer mundo que han utilizado la diplomacia cañonera con su presencia, en aras de generar desafíos un tanto contumaces a la seguridad de la región, especialmente hacia Venezuela.
La entrega de la Contramemoria ante la Corte Internacional de Justicia, con los avances y consolidaciones efectuadas por Venezuela, abren el compás en cuanto a no limitarse únicamente a la entrega de la documentación requerida, sino enlazar la misma a lo establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966, y a lo acordado en la reunión de Argyle del 14 de diciembre del 2023 sobre el reconocimiento de Guyana del citado Tratado, del cual ella es parte y continúa violando incoherentemente, demostrado claramente en la actuación perversa y manipulada de su Canciller en la reunión del pasado Jueves 25 de enero del 2024 en Brasilia.

Como consecuencia de esta aceptación, se abren las puertas a la necesaria inclusión en paralelo de medidas cautelares necesarias, que le cierren en definitiva el cometimiento de las atrocidades y delitos que ha venido realizando el Gobierno de Guyana contra el país en el espacio geográfico integral del Esequibo, explotando indiscriminadamente los recursos allí existentes que le pertenecen a los venezolanos, irrespetando el Acuerdo de Ginebra de 1966 del cual ella es parte, tomándose perversas atribuciones que no le corresponden, además del daño integral que le ha generado al ámbito ecológico de la región. La sumatoria de estas barbaridades cometidas, obligarán a que el país vecino deba buscar un mejor acercamiento y entendimiento bilateral con Venezuela.
Ahora bien, en materia geopolítica y geoeconómica, atendiendo a la agenda oculta aún de actividades derivadas de la citada reunión de Argyle del 2023, y pese a esta primera reunión que a consideración del suscrito, no cubrió las expectativas planteadas, se visualiza también en paralelo a la actuación de Venezuela con Guyana, la necesidad de establecer políticas coherentes para mejorar el relacionamiento del país con su entorno externo caribeño, de manera que se aborde la necesidad de una reinserción y no el alejamiento de dichos países, razón por la que la cooperación internacional enmarcada en el acompañamiento y la necesidad de una reciprocidad adecuada, constituyen un factor crítico para el alcance de los objetivos con el mayor éxito, dado que es Venezuela y no Guyana, un país caribeño, en el que se comparte un mismo mar y un mismo destino con el resto de las naciones caribeñas, correspondiéndole a Venezuela prácticamente el 20% de todo el Mar Caribe.
Me ha llamado recientemente la atención el enfoque geopolítico planteado por Estados Unidos de América a través de John Kieffer y Robert Kaplan, quienes han definido que la costa septentrional de América del Sur forma parte del Caribe, y por extensión, “de la América del Norte”, obedeciendo a que las cordilleras que se extienden desde los Andes hacia el Este, separan la cuenca amazónica de los valles de los ríos Magdalena y Orinoco y conforman las fronteras meridionales de las Guayanas. De lo anterior éstos han deducido que, “… Colombia y Venezuela, así como las Guayanas, a pesar de encontrarse en la costa septentrional de Sudamérica, funcionalmente forman parte de Norteamérica y el Mediterráneo americano. Su mundo geopolítico es El Caribe, y tienen relativamente poco que ver con los países que se extienden al Sur de la selva amazónica, a pesar de que comparten el mismo Continente. Al igual que el Mediterráneo europeo, el Mediterráneo americano no divide, sino que une […], las costas septentrionales de Sudamérica se adscriben al Mundo caribeño y la geografía las separa propiamente del resto del sub-continente meridional”. (El subrayado es nuestro)
En el contexto anterior, y en aprovechamiento de la reciente Reunión derivada del 14 de diciembre del 2023, cuya agenda aún no ha sido claramente establecida por dualidades de posiciones, podría considerarse que la conceptualización geopolítica de Venezuela visualizada como una isla ubicada en tierra continental, ocupada desde el descubrimiento de América por parte de los españoles, y no por Holanda y menos por Gran Bretaña, aunado a la independencia alcanzada con abnegada dedicación y sacrificios por parte del Libertador Presidente Simón Bolívar, lo cual se sumó a la presencia temprana de la raza africana en distintas áreas caribeñas y del continente, conformó un crisol cultural que permitió modelar diferentes rasgos muy similares a la de los países caribeños ubicados tanto en las Antillas Mayores como en Panamá, extendiéndose abiertamente en el tiempo, hacia otros vestigios coloniales, hecho que permitió trascender y consolidar posibles diferencias culturales e históricas, es decir, que de cada espacio insular, Venezuela estaría guardando sentimientos que están interconectados con identidades exteriores y viceversa. Ello representaría una ecuánime percepción, que de ser manejada en el contexto insular como lo es la geografía propia caribeña, que se amolda en su esencia a los intereses marítimos de la región, conllevaría al fortalecimiento de la visión geopolítica y política exterior venezolana, de la cual, el Caribe Oriental anglófono estaría enlazado e interconectado ineludiblemente con Venezuela tanto con el Caribe como con los intereses marítimos del Atlántico.
Pero compartir el Mar Caribe implicaría abordar con decisión el fortalecimiento de las relaciones diplomáticas, geoeconómicas, comerciales y de cooperación, al igual que la necesidad de establecer una reciprocidad adecuada, y no como la que ha manejado el Gobierno de Guyana en el tiempo, recibiendo de Venezuela continuamente sin ningún tipo de correspondencia, sino más bien todo lo contrario, razón por lo que es necesario acabar con los paradigmas perniciosos que han generado drásticos alejamientos entre las naciones caribeñas, tales como la búsqueda de una solución práctica y satisfactoria a la disputa territorial sobre el Esequibo, la delimitación definitiva de los espacios acuáticos con la libre salida de Venezuela al Océano Atlántico, y la delimitación marítima de Venezuela a partir de isla de Aves. Venezuela y el resto de los Estados del Caribe insular han mostrado tendencias desafiantes, que supondrán verdaderos tiempos de eventualidades y albures con dilemas sobre diferentes ámbitos, por lo que se deben aunar los esfuerzos necesarios para hacer realidad del Caribe en su conjunto, lo que verdaderamente se quiere en un futuro, y no atender simplemente intereses de otros gobiernos como el del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, que se encuentra ubicado a miles de kilómetros de distancia con problemas propios de su región, y atiende a estos Gobiernos locales simplemente a conveniencia puntual y eventualmente.
Como parte de la estrategia colateral del Estado venezolano en esta coyuntura, que se correlaciona con la reciente Reunión realizada con el Gobierno de Guyana, y con la presencia de la CARICOM, es importante ampliar el campo de acción, amalgamando con la disputa territorial hacia el Caribe, la transformación escalonada de la frontera venezolana mediante planes, proyectos y programas que aborden los siete ámbitos del interés nacional, que por cierto, han sido sensiblemente descuidados, razón por la que debe incrementarse la influencia del país en la región, además de realizar una revisión exhaustiva de los acuerdos bilaterales existentes, en especial el gasífero, por las proyecciones que se vislumbran a mediano plazo, una vez acordadas las delimitaciones de los espacios acuáticos tanto en el Caribe como en el Atlántico, precedido por la solución a la disputa territorial con Guyana, lo que abrirá el entramado de redes marítimas interconectadas y dinámicas hacia el resto del mundo.
Retomar a la brevedad el proceso de entendimiento bilateral de Venezuela con Guyana, así como de las negociaciones coyuntural expuestas recientemente por el Gobierno de los Estados Unidos de América a favor del país, a través de las actuaciones en los ámbitos político y diplomático, aunado a la cuidadosa visión geopolítica que debe evaluarse muy bien, ya expuesta por ese país sobre la geografía venezolana, genera quiera aceptarlo o no el Estado venezolano, el efecto de aplicación multifacética de la estrategia “pez espada”, cuya coyuntura abrazaría otras variables que son indudablemente prioritarias y beneficiosas para el país, comenzando por el efecto rebote que incidiría sobre el marco de actuación de la Corte Internacional de Justicia, recordando que la Presidente de la misma es norteamericana, además de las pruebas irrefutables que tiene Venezuela a su favor para descalificar las manipulaciones perversas del Gobierno de Guyana en la demanda introducida contra el país, en el que hay sensibles tendencias en no desestimar las inclinaciones de forma que ha adoptado el citado Tribunal de La Haya. Por supuesto que ello no implica en absoluto descuidar las relaciones diplomáticas que se manejan tanto con Rusia como con China, tal como lo maneja en un equilibrio diplomático el Gobierno de Brasil, y vaya que le ha generado avances en positivo a ese país.
Adicionalmente, el efecto de la citada estrategia con efecto multifacético, recordando la corresponsabilidad que tuvo el Gobierno norteamericano con la firma del Tratado de Washington y la representación de los intereses de Venezuela, en contraposición a los señalamientos efectuados por el Abogado Principal, Severo Mallet-Prevost, coadyuvarían a fortalecer el proceso de entendimiento y reivindicaciones que obligarían a la parte norteamericana a involucrarse en el contexto de la disputa territorial con elevadas probabilidades inclinadas hacia Venezuela, además de objetar y detener los actos ilegales que ha venido realizando unilateralmente el Gobierno de Guyana tanto en mar como en tierra con las diferente empresas transnacionales, complementando el efecto señalado, mediante la sensible merma a la seguridad de la Nación venezolana, al abordarse con carácter imperativo, la presencia militar en el entorno fronterizo de Venezuela, ya sea a través de Colombia, Brasil y Guyana.

En opinión del suscrito, no inmiscuirse en lo sugerido sobre esta situación actual, en el que las elecciones del Gobierno norteamericano requieren su incidencia sobre temas sensibles hacia su población, como lo ha sido la inflación galopante de ese país, además que Venezuela una vez más, le ha brindado una respuesta contundente en materia energética, sería un frontal desaprovechamiento que posiblemente no vuelva a repetirse, al menos por ahora, razón por la que es tiempo de tomar decisiones pragmáticas ajustadas al Acuerdo de Ginebra de 1966, manteniendo la posición geohistórica venezolana, negociando con las empresas petroleras en el Atlántico venezolano como la Exxon Mobil, establecer mecanismos diplomáticos ajustados a la Constitución del país, y acordar respuestas no evasivas, sino totalmente comprometidas con el país. Es indudable que el costo político tendría el mayor peso, pero es allí donde debe estribar la capacidad del manejo diplomático con funcionarios altamente capacitados y calificados.
El 8 de abril del 2024 es la fecha de entrega de la Contramemoria venezolana ante la Corte Internacional de Justicia, y aún a pesar de la reciente reunión realizada, no hay humo blanco ni luz verde respecto a la decisión de Venezuela y menos aún se visualiza un cambio sobre la actuación de Guyana. La realidad es que la efervescencia mencionada a inicios de este artículo, correspondiente a los meses de noviembre y diciembre del 2023, no se maneja hoy en día con la misma fuerza ni el tono de ese entonces, ni se han tomado decisiones ajustadas al cuadro que recientemente vivieron los venezolanos, razón por la que se le sugiere a la Comisión Tecno-jurista del país sobre la disputa territorial del espacio geográfico integral del Esequibo, pronunciarse acorde a la articulación política, diplomática, estratégica, geoeconómica y geoestratégica global, que está íntimamente ligada a la necesidad de fortalecer nuestra integridad territorial, promovida por la usurpación del territorio oriental del país, conformando decisiones y acciones que le demuestren realmente a nuestro gentilicio y al mundo, que “el sol de Venezuela nace en nuestro Estado Esequibo”.
Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata
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