(Continuación)
Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo
¿Constituye la reciente confirmación de la empresa Exxon Mobil, sobre la continuidad forzada e ilegítima de sus actividades petroleras en los espacios acuáticos pertenecientes a Venezuela en el océano Atlántico, los cuales se derivan del Derecho a la soberanía nacional usurpada por la Corona británica en el Territorio continental del Esequibo durante el siglo XIX, conformando así, la gota que derramará el vaso para justificar finalmente el conflicto armado con Guyana, o podrían implementarse otros mecanismos de entendimiento para llegar a un acuerdo por la vía de la paz?
Ante esta nueva interrogante que ha surgido a pesar de la reciente reunión efectuada entre los Cancilleres de Venezuela y Guyana en Brasilia, existen variables que han venido marcando una sensible diferencia entre las inclinaciones del Gobierno de Guyana y las de Venezuela, dado que el primero de los mencionados, ha decidido continuar con sus acciones ofensivas, manteniéndose ciego, sordo y mudo a sus compromisos y obligaciones, mediante la cínica manipulación de los falsos y patéticos discursos, prometiendo cumplir lo que no ha efectuado ni va a realizar, otorgando licitaciones arbitrarias e inicuas a otras corporaciones extranjeras, permitiendo además que la empresa Exxon Mobil continúe con las múltiples actividades petroleras en los espacios acuáticos que no le pertenecen a Guyana, y extrayendo el petróleo venezolano cuyo beneficio de las paupérrimas utilidades obtenidas, ha sido orientado única y unilateralmente hacia el país vecino.
Aunado a lo anterior, se le suma el incumplimiento del compromiso del Gobierno de Guyana establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966, además de seguir manejando a su antojo la administración del territorio en disputa, mintiéndole al mundo, a la Organización de las Naciones Unidas, a la Corte Internacional de Justicia, a la CARICOM, a la CELAC, y a todo cuanto se le antoje, amparada en las groseras actuaciones e intereses que se dinamizan bajo la mesa por países del primer mundo, en tanto que Venezuela ha venido fluctuando su actuación en forma reactiva (ello encaja como mi crítica constructiva personal), mediante la implementación de recientes acciones fronterizas preventivas, con miras a un desempeño cuya forma de acción ha sido de carácter defensivo en principio, priorizando el marco de su proceder de acuerdo a lo establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966, para la búsqueda de una solución aceptable, práctica y satisfactoria de ambas partes.

He allí la diferencia de las reacciones y actuaciones posteriores a la reciente reunión en Brasilia, en las que Venezuela ha venido adoptando un comportamiento integral, y hasta cierto punto justificable en materia militar para su movilización sobre determinadas áreas estratégicas que limitan por ahora, con la ilícita y viciada línea que le ha otorgado el Gobierno de Gran Bretaña e Irlanda del Norte al Gobierno del país vecino, mediante la írrita y viciada sentencia del Laudo Arbitral de París de 1899, cuya administración se viene ejerciendo ilícitamente por el Gobierno de Guyana, pero el Estado venezolano ha decidido actuar en materia de seguridad fronteriza, ajustándose a lo establecido en la Constitución de 1999 sobre la seguridad, defensa y desarrollo integral, y que cualquier país asumiría de igual forma, cuando se intenta despojarle de su espacio geográfico y/o de sus recursos, incluyendo la negación de posibilidad alguna de llegar a un claro entendimiento enmarcado en sus propios Derechos.
En este contexto, han venido surgiendo cada vez más, nuevas expresiones geopolíticas enmarcadas en el campo internacional, dando cabida a la militarización como fuente de acción necesaria para la salvaguarda y conservación del patrimonio nacional, en la que en el caso de Venezuela, se pretende consolidar la defensa integral de las zonas estratégicas del país, y precisamente, el Territorio Esequibo y los espacios acuáticos derivados tanto del Estado Delta Amacuro como del espacio geográfico continental en disputa, constituyen áreas ricas en petróleo, gas, minerales, agua y biodiversidad, siendo estos, elementos irremplazables y apetecibles por los países del primer mundo.
Y precisamente el Gobierno de Guyana, repetitivo en su estrategia victimizada ante la comunidad internacional, ha pretendido continuar recostando sus problemas en manos de terceros, mientras sigue evadiendo su realidad e insiste en el cometimiento de actos inadecuados e ilícitos cual Estado profundo, que no tienen otro señalamiento que el de un gobierno delictivo, porque si a conciencia ha dejado de cumplir sus obligaciones, otorgando lo que no es suyo a terceros, entonces su grado de culpabilidad es mayor, y peor aún cuando ha mentido una vez más ante la comunidad internacional, ocultando la realidad de esta disputa territorial, al efectuar antagónicamente lo que prometió hacer y lo sigue evadiendo intentando verle la cara de pendejos una vez más, y día tras día a los venezolanos.
Ahora bien, es innegable que el acto de militarización actual estaría enmarcado en un posible síntoma de guerra, ya sea esta convencional o asimétrica, y ello para el Estado venezolano, debe hallarse cada vez más, en el marco de una mayor probabilidad de ocurrencia, dado que ello vendrá más temprano que tarde, y si se quiere ampliar aún más, ello será en forma irremediable. Si se observa un mapamundi sobre la distribución hídrica existente en el planeta, se podrá enlazar la realidad de las reservas de agua existentes en contraposición con las poblaciones y capacidades regionales a nivel global, así como se podrá observar que América del Sur es el continente que podrá atender por excelencia, la escasez de agua mundial, al igual que el agotamiento de las reservas petroleras, gasíferas y mineras más elevadas, con la biodiversidad muy especial que concede el Amazonas como pulmón del planeta, razón por la que las potencias mundiales, sin exclusión de ninguna, necesitan de esos espacios geográficos, a propósito de apoderarse de dichos recursos estratégicos no renovables, y ello obligará “por ahora” a través de la vía diplomática y la diplomacia cañonera, a ir en camino hacia una mayor escalada militar para el despojo paulatino de dichos recursos, y la inmediata privatización de estos. Verbo y gracia, la acción de la empresa Exxon Mobil es un claro preludio de la tendencia señalada.
Siendo el norte de la América del Sur un área de países en su mayoría del del tercer mundo, se facilita hoy en día en el marco de la tecnología, de las potencialidades y capacidades de los países del primer mundo, la puesta en práctica de operaciones militares de apropiación, en el que ni Venezuela ni Guyana escapan de dicha realidad; sin embargo, las apetencias de los países del primer mundo pretenden con su actuación, mantener el control absoluto y no parcial de estos recursos, pero sumado ello a los choques ideológicos geopolíticos de hoy en día, se conforma más bien una brida estratégica muy oportuna y necesaria para la paz regional, aun cuando es obvio que se ha venido preparando el terreno geoestratégico para esta eventualidad, por lo que de allí resalta claramente el comportamiento descompuesto, descomedido y osado que en términos criollos ha puesto en práctica el Gobierno de Guyana, actuando cual víctima como “guapo y apoyado” por potencias mundiales, al igual que lo han venido haciendo las empresas transnacionales que allí operan ilícitamente como la Exxon Mobil.
La variable anterior sería probablemente la que mayor peso tendría para evitar un conflicto regional entre Venezuela y Guyana, porque ello no se trataría de un conflicto bilateral entre las partes afectadas, sino más bien, de un conflicto que involucraría a varias potencias mundiales que ineludiblemente intervendrían, no solo por la variedad de recursos allí existentes, sino por la exagerada cantidad y calidad disponible de estos, lo que representaría una respuesta contundente a las necesidades de esos países, cuyas costuras ya han comenzado a observarse con clara tendencia a una muy posible y futura confrontación.
Paralelamente, debe llamarle la atención al Estado venezolano, que la ubicación estratégica de la gran mayoría de los citados recursos, en el caso del Territorio Esequibo, se encuentran ubicados en áreas cuyos asentamientos pertenecen ya sea a comunidades desarraigadas, o de asentamientos ancestrales, incluyendo los tendientes a determinadas áreas de producción, quienes en materia socioeconómica están ligados a sus capacidades y actividades frugales, razón por las que un intento de despojo para obtener los recursos allí existentes, aunado al abandono erróneo, tal como ocurrió en el pasado con el movimiento separatista del Rupununi, conllevará a profundas fracturas, en las que el miedo será el último factor que les quedará por alejar la tendencia hacia inevitables enfrentamientos, hecho que desatará irremediablemente un conflicto interno irreconciliable, enmarcado en una confrontación asimétrica, que irá avanzando dependiendo de cómo lo maneje el ámbito político nacional, representando una sensible ventaja o desventaja.

Como puede observarse, la complejidad geoestratégica existente en el Esequibo, no se trata únicamente de manifestar “ir a la guerra”, sino más bien es un entramado de conocimientos y de prácticas aun inexistentes con la población que allí habita (por cierto, ello ha sido muy descuidado por el Gobierno de Guyana), por lo que los objetivos no se ciñen hoy en día solo a la conquista de un territorio, sino a un híbrido de variables que afectarán también las intenciones malsanas de terceros, cuyas intenciones reposan inmersas en el hambre por el poder y el control de los recursos allí existentes. He aquí donde Venezuela tiene un largo trecho que recorrer, a la par de la movilización militar y del control sobre las acciones que han emprendido algunas empresas trasnacionales en el espacio geográfico integral en disputa, como la sido la Exxon Mobil. A ello se le suman las elevadas inversiones financieras realizadas tanto por China como por Canadá en el Esequibo, entre otras, o ¿es que todavía existen dudas sobre esta realidad?
Mientras tanto, Guyana critica el incremento de fuerzas militares venezolanas en la frontera oriental, a pesar que ambos países se comprometieron en el mes de diciembre del 2023 a no hacer uso de la fuerza, dado que se había originado la incertidumbre e intranquilidad regional por un eventual conflicto, sin embargo, la retórica contendiente sobre el tema no ha cesado de ninguna de las partes, a la par que la empresa Exxon Mobil ha manifestado que continuará con las actividades económicas petroleras en los espacios acuáticos que según ella, no se encuentran en las áreas marítimas correspondientes a la zona en disputa, hecho que demuestra la inconsistencia diplomática del Gobierno de Guyana, quien ha continuado propiciando el incremento de las tensiones entre ambos países, a través de las acciones petroleras emanadas por la ExxonMobil, y pretende que Venezuela se mantenga de brazos cruzados ante esta insolente declaración, permitiéndole al país vecino que siga actuando desfachatadamente. Mayor vergüenza y grosera posición de la imprudencia vecina, imposible.
Paralelamente, Venezuela se mantiene en franca labor para la conformación de la Contramemoria a ser entregada ante la Corte Internacional de Justicia el 8 de Abril del 2024, manteniendo por supuesto, que el proceso de entendimiento sustentado en el Acuerdo de Ginebra de 1966 sigue en pie como la mejor salida para alcanzar una solución aceptable, práctica y satisfactoria para ambas partes, mientras que la vía judicial representa una posición digital dispareja en beneficio de una sola de las partes involucradas, que con las pruebas existentes sobre la titularidad jurídica del Territorio en disputa a favor de Venezuela, aunado a todo el proceso viciado a ser demostrado con la documentación respectiva, la nulidad del Laudo Arbitral de París de 1899 será prácticamente un hecho ineludible que forzadamente se pronunciará como sentencia, lo cual demuestra desde ya, la torpeza y perversidad sobre la decisión asumida por el Gobierno de Guyana en haber demandado a Venezuela ante el Tribunal Internacional de La Haya.
De hecho, hace poco, se conmemoró el hecho por el que en 1841, se emitió la comunicación dirigida al geógrafo Robert Schomburgk de parte del Gobierno británico, enfocada a la actividad que realizaría sobre la exploración de los territorios de la Guayana inglesa y la fijación de los límites con Venezuela, razón por la que el Gobierno venezolano propuso llevar a cabo la discusión sobre un tratado de límites de común acuerdo, pero el Gobierno británico no respondió, y procedió unilateralmente con algunos funcionarios de Demerara, a que éstos enarbolasen la bandera inglesa en las Bocas de Amacuro y Barima, hecho que fue protestado ante el funcionario diplomático británico, Daniel F. O’Leary, ex Edecán del Libertador Presidente Simón Bolívar, sin olvidar que fue él quien alertó al Gobierno británico sobre la importancia estratégica del control sobre las áreas de Amacuro y Barima, sabiendo que ello le pertenece a Venezuela, y cuya reacción ante el Gobierno venezolano fue nula al centrarse en desconocer los hechos, razón por la que se inició la reclamación venezolana ante Gran Bretaña, y se continúa aun enalteciendo al citado personaje británico con la Plaza que lleva su nombre, ubicada en el centro de la capital venezolana.

El uso del poder táctico y situacional de Guyana mediante la hipócrita e insolente victimización ante la comunidad internacional, señalando a Venezuela como el ignominioso país que con el uso de las armas, se mantiene orientando sus esfuerzos dirigidos a la grosera reducción de su territorio, constituye similar situación entre el ayer y el hoy, en el que se sigue galopando sobre ámbitos similares, mediante manipulaciones, mentiras, falsos positivos, acciones opuestas a lo que se pregonaba con falsos discursos, lo que constituye la sumatoria de eventos que buscan profundizar el infame panorama sobre la disputa territorial en contra del país, tal como lo hizo Gran Bretaña en el Tribunal de París entre 1897 y 1899 al negarse a negociar directamente con Venezuela, y posteriormente el Gobierno de Guyana desde su independencia hasta la actualidad, quien amparado en la pusilanimidad de no asumir su compromiso y responsabilidad aceptada y firmada en 1966, aunado a la evasión del Gobierno de Gran Bretaña, continúan centrando sus esfuerzos en una franca y descompuesta evasión.
Por todo lo anteriormente señalado, Venezuela debe mantenerse muy atenta, dado que un escenario inclinado a los recientes eventos, pudiese alentar e invertir inesperadamente la ecuación matriz de la disputa como parte de la turbia, siniestra, menguada y corrompida estrategia del Gobierno de Guyana, justificando así, las acciones necesarias bajo el marco de la defensa de sus intereses, con la presencia tecno-militar de otras potencias en el espacio geográfico integral en controversia, que como siempre, se valen de acciones que se mueven sigilosas bajo la mesa, tratando de tomar el control de sus viejas intenciones a costillas del país, por lo que la actuación del Estado venezolano requiere la mayor contundencia y profundización de sus acciones sobre los siete ámbitos del interés nacional, de manera de reforzar sensiblemente los pilares fundamentales de la defensa y el desarrollo integral como plataforma de la Seguridad nacional, enarbolando con acciones y no solo con discursos, la clara intención de recuperar sólida y fortalecidamente el espacio geográfico oriental, en el que “el sol que brilla sobre Venezuela, nace en nuestro Estado Esequibo”.
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Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata
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