(Continuación)
Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo
A medida que se ido acercando la fecha para la entrega de la Contramemoria venezolana ante la Corte Internacional de Justicia, se han ido suscitando turbulentas, deslizadas y denodadas modificaciones en el tablero estratégico mundial y regional, algo inesperadas en los tiempos actuales pero no sorpresivas, en el que algunas de estas lucen adecuadas y otras no, en la dinámica de las variables que conforman la ecuación matriz sobre la disputa territorial del Esequibo, recordándole al lector que en el tema de la entrega del documento en cuestión ante el organismo jurídico internacional, fue precisamente el Estado venezolano quien le solicitó al Tribunal de La Haya, una extensión de la fecha que culmina el próximo 8 de abril del 2024, para realizar una mejor preparación de su defensa ante la demanda introducida de parte del Gobierno de Guyana.
Por otro lado, la reciente visita realizada a Venezuela y calificada por diferentes medios como “secreta”, del Ex Primer Ministro del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del norte, Boris Johnson, a propósito de reunirse con el Mandatario Nacional, fue abordada explícitamente en el artículo anterior del suscrito, con la proyección a criterio personal de los posibles escenarios geopolíticos y geoeconómicos que envolvieron dicha actividad; adicionalmente, y de acuerdo a la información recopilada a través de diferentes medios políticos y comunicacionales, se ha podido ampliar y actualizar la información transmitida, en la que se ha manifestado que el exbanquero del JP Morgan, el Sr. Marten Peterman, cofundador de Merlyn Advisors, fue quien organizó la visita ya realizada con el Gobierno venezolano en un jet privado durante el mes de febrero de este año.
En el citado contexto del párrafo anterior, el encuentro realizado entre las partes, se efectuó mediante el rol indiscutible aunque negado por éste, sobre la asignación del Ex Primer Ministro británico, Boris Johnson, como puente diplomático del Gobierno del Reino Unido con el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores de ese país y de la Commonwealth, sin obviar por supuesto, que antes del señalado evento, la actual Vicepresidente de Venezuela, jugó un papel decisivo en la organización para la reunión del lado venezolano, evento que fue manejado confidencialmente, considerando que el Gobierno de Gran Bretaña actualmente tiene su Embajada cerrada en Venezuela, y que por esta nueva vía, podría conducir a la normalización de las relaciones diplomáticas cercenadas desde hace tiempo, así como ayudar a elevar el precio de la exportación petrolera venezolana en los mercados secundarios, elevando así la deuda venezolana, facilitando además, la búsqueda de grandes acuerdos para la exportación del gas, coadyuvando así al reemplazo de los suministros que antes del conflicto con Ucrania, provenían de Rusia, lo que abriría también una ventana adicional, para ayudar a resolver el destino de los 2.000 millones de dólares de reservas de oro del Banco Central venezolano, que se mantienen aún resguardados como parte de las sanciones actuales en la Banca inglesa. No debe olvidarse una vez más, que estos asuntos le conciernen a los venezolanos como tema de Estado y no de gobierno.
Adicionalmente, como punto especial del citado encuentro, y como bien ya se había escrito en artículos anteriores, “no hay puntadas sin hilo”, el tema de la disputa territorial sobre el Esequibo, debió obligatoriamente constituir uno de los escenarios al que mayor peso se le debió haber dado para conformar un adecuado y real proceso de entendimiento. En lo personal, no exteriorizo ni exacerbo ninguna crítica al hecho de haberse acordado una reunión entre ambos gobiernos, dado que a través de las relaciones internacionales es que se negocia la paz entre éstos, pero Sí me inclino a un señalamiento constructivo ante el lector, porque indistintamente de la tolda o color político, este es un tema de vital importancia que el gentilicio nacional debe comprender, pero la realidad es que todo lo manejado en dicha reunión se ha movido bajo la mesa, cual comportamiento de un iceberg, en el que el verdadero peso de su masa helada no es el que se ve a flote ante los ojos de la mayoría, sino el que se encuentra sumergido bajo el agua.
El mencionado señalamiento obedece a que se ha mantenido un total silencio sobre los puntos señalados, existiendo contradicciones en informaciones emitidas desde diferentes medios, lo cual no luce como la evidente actuación catequista que sí se manifiesta antagónicamente ante los eventos de carácter político nacional. Ello más bien, ha tendido a generar indudables intrigas y contubernios inadecuados, al abordarse el ejercicio de la soberanía y de la integridad territorial. Y el Esequibo en este contexto, es precisamente uno de los temas actuales de “interés vital” para el Estado venezolano.
Si se pretendió darle un matiz distinto a la reunión realizada entre ambas partes, ¿por qué entonces, se realizó la actividad en secreto, y ello se ha ventilado colateralmente ante la opinión pública un mes después? Es obvio que había un ocultamiento que a criterio del suscrito fue develado, al abordarse el tema geopolítico y geoeconómico como tema fundamental de dicho encuentro. ¿Ahora bien, encubrirse de qué? Es innegable e irrebatible que ambas partes decidieron hacerlo, a propósito de mantener en un plano secundario los acuerdos a los que se llegasen, de manera de evitar las impresiones y conjeturas de terceros potenciales actores que conllevasen a futuras decisiones y acciones, que por cierto, lo han venido haciendo
continuamente contra Venezuela, sin escrúpulos de ninguna naturaleza que no sea la política, perjudicando abiertamente los intereses del país. Quedan en el aire los verdaderos acuerdos y alcances realizados entre las partes, específicamente en el tema sobre la reivindicación del espacio geográfico integral del Esequibo, hecho que genera inmerecidamente la apertura de algunas sobredimensiones con discordantes conjeturas.
En paralelo, es indudable que la decisión y actuación de Venezuela para el próximo 8 de abril, será transcendental para el fortalecimiento jurídico sobre el ejercicio de la soberanía e integridad territorial del país respecto a la disputa territorial sobre el Esequibo, cuya decisión está en manos del Mandatario Nacional y de la voluntad política, en entregar simplemente la Contramemoria del país para sustentar con fundamentos irreprochables, la invalidez indiscutible del Laudo Arbitral de París de 1899, y así, plegarse a la conformación de la titularidad jurídica de Venezuela sobre el Esequibo, o en tal caso, someterse a la participación por la vía judicial ante el organismo jurídico internacional, lo cual hasta hace poco, fue negado el reconocimiento por parte del Gobierno Nacional, sobre la competencia jurídica de dicho Tribunal internacional, reafirmándose ello, con el tentativo porcentaje obtenido de un 95,40% de la población participante en el pasado Referéndum Consultivo, aunado a la aprobación del marco de actuación de éste sobre lo establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966, ratificado hace poco en la Reunión de Argyle y de Brasil con la aprobación verbal, mas no cumplida por el Gobierno de Guyana, hecho que resulta totalmente inadmisible.

La consignación de la Contramemoria constituye la presentación de un instrumento jurídico por excelencia, fundamental para garantizar el derecho a la defensa y el debido proceso. El contenido de esta documentación conformaría la legítima respuesta de Venezuela a los falsos argumentos presentados por el Gobierno de Guyana, así como el poder de refutar las manipuladas alegaciones de éste, brindándole al Estado venezolano la oportunidad de presentar con las pruebas existentes, los hechos y argumentos jurídicos que conducirían a contrarrestar la posición dominante del demandante (Guyana), aunado que se lograría de una vez por todas desenmascarar ante el Tribunal de La Haya y de la Comunidad Internacional, la farsa victimizada de ese gobierno al mentirle al mundo sobre sus presuntos derechos y las supuestas intenciones de Venezuela, conjunto de acciones que cual Estado profundo, se han enmarcado en el uso malintencionado del poder situacional y estructural del país vecino, el cual se ha aprovechado perversamente del
respaldo político de países del primer mundo, al igual que de empresas trasnacionales, y de organismos internacionales como la CARICOM, la OEA y los países No alineados.
Si el Estado venezolano no presenta la Contramemoria en la fecha antes indicada, igualmente el proceso jurídico continuará, con el riesgo de obtenerse una decisión sustentada únicamente en las pruebas que soportan los intereses y manipulaciones jurídicas de Guyana, pero caso contrario, es decir, entregando Venezuela la documentación respectiva, participando o no en el proceso que fue seleccionado unilateralmente por el Secretario General de la ONU y el país vecino, se tendrá la oportunidad de presentar los argumentos y pruebas en defensa de la posición geohistórica irrefutable a favor del Estado venezolano, lo que implicaría que en esa fase crucial del proceso jurídico ante la Corte Internacional de Justicia, la decisión final del tribunal se sustentará en una clara, y a la vez, compleja decisión, al esgrimir la demanda de Guyana al igual que la decisión a tomar.
Y el suscrito manifiesta el señalamiento anterior, no como un punto de contradicción a lo ya señalado, considerando precisamente que la Corte Internacional de Justicia, se ha inclinado tácitamente en sus decisiones finales a inmiscuir el contexto geopolítico reinante, y en la actualidad, las razones de peso en materia geoeconómica energética que se manejan precisamente con los Estados Unidos de América y de seguro por razones obvias, con el Gobierno de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, sumatoria de intereses que podrían dar un vuelco total a la situación reinante, en el que se estaría preparando un irreversible “touché de Venezuela sobre Guyana”, con la consiguiente recuperación de la soberanía e integridad territorial venezolana en prácticamente 400.000 kilómetros cuadrados entre mar y tierra en el Esequibo. Sin embargo, no puede obviarse que la Comisión Exterior de los Estados Unidos de América, aprobó esta semana la continuidad de las sanciones contra el Gobierno de Venezuela, alegando el incumplimiento del Acuerdo de Barbados; así mismo, se ha incrementado la participación activa del Comando Sur de los Estados Unidos en el apoyo operacional y táctico del Gobierno de Guyana para contrarrestar las amenazas del narcotráfico regional.
Y el recordatorio sobre la recuperación integral del espacio geográfico como tema de Estado, que requiere la actualización de la información respectiva, obedece a que no existe comprensión ni aceptación alguna de acuerdo al criterio del suscrito, para justificar que aún existen venezolanos que hoy en día, siguen señalando impávidos e impactados como si ello fuese una hazaña extraordinaria, el falso positivo relacionado con el supuesto crecimiento económico de Guyana en estos últimos años (pero no manifiestan que ello ha sido a costillas de la extracción petrolera, cuyos recursos le pertenecen al suelo y subsuelo de Venezuela en los espacios acuáticos del Esequibo, y lo que se está haciendo allí, no tiene otro calificativo sino el de “robo”), aunado a que otros se inclinan persistentemente en manifestar (definitivamente por desconocimiento total o
parcial sobre la materia con el inadecuado sentido patriótico sobre el país), que el caso del Esequibo está perdido para Venezuela, con acotaciones totalmente contraproducentes y absurdas a la realidad que existe sobre el tema, a lo que habría que agregarle el desconocimiento de éstos, sobre las inclinaciones y giros estratégicos que se han venido generando por parte de países del primer mundo.

Pero también, debo aprovechar esta coyuntura para recordarle al Estado venezolano, que el panorama que se vislumbra hoy en día a nivel mundial, no constituye una garantía geopolítica o geoeconómica bajo ningún concepto, para mantenerse consolidada en el tiempo a favor de Venezuela. Los cambios se generan consuetudinariamente a nivel global, y hoy en día, éstos se vienen realizando con bruscos ajustes, por lo que las oportunidades que tiene el país en la actualidad para fortalecer el asunto relacionado con la recuperación del Esequibo, son recientes y ajustadas a intereses propios de otros gobiernos en países del primer mundo, pero los cambios de gobiernos y disensiones electorales que se visualizan en estos, podrían dar un vuelco a las futuras políticas a favor o en contra de Venezuela.
Por ello, es que en una situación en la que la British Petroleum está ya ingresando a Venezuela como parte de los intereses de Gran Bretaña en obtener la tranquilidad y confiabilidad de ese país en el suministro energético gasífero y petrolero, aunado a los intereses de los Estados Unidos de América en la explotación petrolera en territorio venezolano a través de la empresa trasnacional Chevron, se han constituido variables enmarcadas en espacio-tiempo con condiciones posibles y probables a través de la diplomacia en favor del Estado venezolano, siempre y cuando sean éstas bien manejadas, de manera que se puedan estirar colateral y deontológicamente los brazos disponibles del país, con miras a una oportuna y prudente forma de acción que le genere resultados “concretos”, o dispersos, ni basados en falsas promesas o manipulaciones, y que los países corresponsables sobre la disputa territorial del Esequibo – y vaya cuan corresponsables están estos gobiernos con el pasado instaurado a merced de las decisiones arbitrarias que emergieron para darle cabida al viciado e írrito Laudo Arbitral de París de 1899 -, le conciban respuestas firmes a Venezuela sobre la recuperación integral del Territorio Esequibo. No hacerlo, e incluso no lograrlo en la actual coyuntura internacional a través de la Cancillería venezolana, implicaría el desperdicio y descuido diplomático en atender y afrontar con raigambre y fundamento, uno de los temas prioritarios y fundamentales del país. He allí la ineludible responsabilidad que tiene el Gobierno actual en aprovechar o desperdiciar las excelentes oportunidades que se le han ido presentando.
De hecho, Venezuela requiere actuar con prontitud y prudencia ante esta situación internacional, dado que las actuaciones geoestratégicas de los países, por lo general funcionan en el marco práctico y materialista encajado cual “fenómeno”, es decir, mediante manejos repetitivos de las políticas en el tiempo. Un ejemplo de ello lo conforma precisamente la política británica ejercida aún con acciones del pasado y del presente, con la presencia e intervención de su Armada, al demostrar su poderío naval y las capacidades de esta, ya sea a través de la diplomacia cañonera o mediante actividades operativas concretas, en los espacios acuáticos de su territorio, incluso en las áreas marítimas de ultramar como el Caribe Oriental, con las tácitas pretensiones geohistóricas y actuales sobre su poder en el Esequibo.
Y ello lo refiero particularmente a los hechos ocurridos recientemente en el año 2024, en el que en los espacios acuáticos de España, continúan los agravios del Reino Unido en las aguas de soberanía española, las cuales rodean el Peñón de Gibraltar, sin olvidar que este tema ha estado latente como su prioridad geopolítica para su resolución de parte del Gobierno británico, utilizando el poderío que le representa la Armada británica, quien se adjudica la propiedad de estas aguas, y ha venido efectuando repetitivamente ejercicios y maniobras navales en aguas españolas, pero que el Reino Unido reivindica como propias.
La diplomacia cañonera británica ha estado presente y latente en los espacios acuáticos del Esequibo, y el Estado venezolano además de haber emitido las declaraciones violatorias y agresivas sobre este tipo de desafíos, ha tenido una actuación que podría calificarse como irresoluta e inconstante en materia geoestratégica, vacío que ha sido aprovechado por terceros con frontales intereses en Guyana y en el Esequibo. Si a ello se le agrega la viveza del Gobierno de Guyana, en haberle dado la espalda al Acuerdo de Ginebra de 1966, para realizar las explotaciones indebidas de los recursos energéticos, mineros y forestales que le pertenecen a Venezuela, con la participación de trasnacionales pertenecientes a países aliados y no aliados, en el que los supuestos aliados ya han dado muestras suficientes de su hipocresía fehaciente, valdría exacerbar las verdaderas acciones de hoy en día que pretende abarcar el Estado venezolano al haber aprobado la reciente Ley Orgánica sobre el Esequibo.

En tanto se mantenga el statu quo de Venezuela con las sanciones recientemente aprobadas, cuyos platos rotos repercuten realmente sobre el gentilicio nacional, mientras se comercializan los recursos energéticos en favor de potencias del primer mundo, con el hipócrita respaldo a Guyana de parte de los supuestos aliados y no aliados de Venezuela, que de paso, explotan y comercializan recursos energéticos, mineros y forestales en el país vecino, sabiendo que éstos le pertenecen a Venezuela, destruyendo con ello, parte del ámbito ecológico nacional, aunado a que sin que se haya generado una reforma a la Ley de hidrocarburos nacional, con una escasa producción petrolera que hace poco fue que comenzó a crecer relativamente, sin una inversión adecuada que permita la sensible repotenciación de la industria, al igual que la recuperación y/o apertura de nuevos pozos petroleros, entre otros factores adicionales, el tema de la disputa territorial del Esequibo seguirá enmarcado en una elevada complejidad para su manejo en torno al compromiso firmado y recientemente ratificado entre Venezuela y Guyana, con base al Acuerdo de Ginebra de 1966. Son muchas las oportunidades ventajosas que tiene el país hoy en día, que han sido desaprovechadas a juicio del suscrito, pero también, son muchas las dificultades que se manejan en contra.
Las recientes acciones anunciadas por el Gobierno Nacional en torno al territorio disputado, constituyen eventos positivos que se podrían estructurar por ahora en “pañitos calientes”, pero las sanciones nuevamente aprobadas limitarán de nuevo y severamente, las operaciones financieras canceladas en divisas, al igual que las transacciones comerciales, obligando de nuevo al Estado venezolano a utilizar caminos verdes y colaterales, que no son gratuitos para nadie. Si se le permite a Guyana que siga incrementando su capacidad de ofertar ilícitamente los recursos energéticos, a costillas de lo que le pertenece a Venezuela sobre el espacio geográfico integral del Esequibo, e irrespetando el Acuerdo de Ginebra de 1966, se le colocará en bandeja de oro al país vecino, una válvula de respiro como alternativa al interés de los gobiernos del primer mundo, incluyendo a Europa.
Y finalmente, la compleja situación del país en la actualidad, aunado a la sobremarcha de las acciones que se han emprendido sobre el tema en cuestión, ameritan el esfuerzo nacional por la puesta en práctica de iniciativas contundentes, permanentes, no reactivas ni parciales, de manera que no se frenen únicamente las maniobras del Gobierno de Guyana, sino que se le dé marcha atrás a los desatinos perpetrados arbitrariamente por éste con el apoyo inmoral y contumaz de terceros. En este contexto, las oportunidades actuales que se le presentan a este país de todos los venezolanos, requieren de una evaluación profunda con decisiones de carácter inmediato, lo que incluiría también la entrega de la Contramemoria venezolana ante la Corte Internacional de Justicia para este 8 de abril del 2024, de manera que afinando la participación contundente de Venezuela en la disputa territorial objeto de estudio, se logre con obstinación y persistencia, ejercer la verdadera soberanía nacional con el coraje de enaltecer la integridad territorial de nuestro gentilicio, al afirmar que “el sol que brilla sobre Venezuela, nace en nuestro Estado Esequibo”.
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Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata
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