Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo, Fase XXIII, Entrega 235

Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo

(Continuación)

Recientemente se cumplieron cincuenta y cuatro (54) años de la firma del Protocolo de Puerto España, el cual fue suscrito el 18 de junio de 1970 por los Gobiernos de Venezuela, Guyana y el Reino Unido d e Gran Bretaña e Irlanda del Norte, en el contexto de la reclamación venezolana sobre el Territorio Esequibo, actualmente Estado Guayana Esequiba. El citado Protocolo contempló una moratoria de doce (12) años sobre la disputa territorial, a propósito de permitir que ambas partes, encaminasen el proceso de entendimiento por la vía de la cooperación con el alejamiento de las tensiones existentes. Sin embargo, esta decisión adoptada generó críticas y descontentos de parte de algunos miembros del Congreso Nacional. Dicho acuerdo venció en 1982, siendo reanudado en 1983 el proceso de entendimiento con base a lo establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966.

Las debidas explicaciones que se le dio al pueblo venezolano sobre la decisión adoptada en 1970, apuntalaron enfáticamente a que el Protocolo antes citado, abriría un camino más constructivo y provechoso en el marco diplomático para abordar adecuadamente el asunto objeto de estudio, conformando un clima distinto al que prevalecía hasta ese entonces, rodeado de francas hostilidades y de sensible alejamiento en llegar a una solución apropiada, razón que emergió como fundamento sano y oportuno para coadyuvar en disipar el espíritu antagónico que existía, y que en su esencia, le traería ninguna ventaja positiva a los intereses de Venezuela; adicionalmente fue agregada la necesidad primaria de continuar con el entendimiento de manera bilateral, y no con la participación de un tercero, hecho que fue totalmente contrario y de manera inmediata al concluir el Protocolo de Puerto España, al dejarse la disputa territorial en manos del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, quien actuaría implementando los mecanismos establecidos en el Artículo 33 de la Carta de la ONU.

El Estado venezolano tomó en consideración como justificativo para la firma del mencionado Protocolo, la situación del país en el siglo XIX, en la que el venezolano Don Santos Michelena, en diciembre de 1833, celebró un Tratado con el Canciller de Colombia Don Lino de Pombo, estableciendo por la vía diplomática la cooperación entre ambos países y fijando una línea territorial.

El Congreso de Venezuela negó la ratificación del Tratado Pombo-Michelena, porque creyó que en la Península de la Goajira, se estaban cediendo unas sesenta (60) millas de costa, al fijarse el Cabo de Chichivacoa y no el Cabo de la Vela o Punta Gallina, y porque se estaba reconociendo la jurisdicción de Colombia sobre el territorio de San Faustino, espacio geográfico que se corresponde hoy en día con el Departamento Norte de Santander. Por estas razones se consideró que Don Santos Michelena no debió negociar, sino fijar el territorio hasta donde los congresistas estimaron, y como consecuencia, no se ratificó el Tratado Pombo–Michelena. El resultado de esa decisión es bien conocida hoy en día por el gentilicio nacional de Venezuela.

El no haberse ratificado el Tratado antes señalado, conllevó a la conformación de un nuevo y absurdo Acuerdo aceptado por el Congreso de Colombia, en el que antes de este, se le reconocía a Venezuela la soberanía sobre una considerable extensión territorial que se ubicaba en la ribera izquierda del río Orinoco, pero con el cambio generado erróneamente, se conformó finalmente la jurisdicción de Colombia hasta Castillete en la propia Península de la Goajira, en vez de haberle quedado a Venezuela la mitad de la Península Goajira, como se establecía en el Tratado Pombo– Michelena. Si los políticos decisores del Congreso hubiesen tenido una visión exacta de los intereses del país y hubiesen ratificado el Tratado Pombo–Michelena, no existirían en la actualidad problemas de delimitación con Colombia sobre las áreas marinas y submarinas en el Golfo de Venezuela. Valdría la pena a criterio del lector, proyectar los pros y los contras de la situación histórica referida que enlodó la inadecuada pérdida territorial, de manera que se evalúen los pasos certeros o erróneos que se enmarcan hoy en día en la disputa territorial con Guyana.

Al señalamiento anterior, y en proyección actualizada sobre la disputa territorial del Esequibo con Guyana, se suma la realidad geopolítica de Venezuela y su entorno en la actualidad, la cual se ha venido desarrollando y auspiciando a través de interacciones propiciadas por terceros, que tienden a generar en la mayor parte de sus actuaciones, efectos sinuosos e inconsistentes con crecimiento exponencial sobre la región norte y noreste de la América del Sur, en el que han venido sobresaliendo cada vez más, las golosas apetencias y los acomodos económicos internacionales con miras al acceso de los recursos energéticos, mineros y forestales, que abundan en la región centro oriental del país, cuya dinámica trinomial estaría conformada por los recursos existentes en la Franja petrolífera del Orinoco, el Arco Minero y el espacio geográfico integral del Esequibo, cuya sumatoria de avideces incorporan ineludiblemente la viva actuación del Gobierno de Guyana cual Estado profundo, quien ha continuado cada vez más desde que se descubrió la existencia de petróleo venezolano en los espacios del litigio respectivo, con la consiguiente demanda introducida ante la instancia jurídica internacional de La Haya contra Venezuela, en buscar desesperadamente el consenso, la aceptación y la participación de la comunidad internacional a su favor sobre la disputa territorial correspondiente a la séptima parte del territorio venezolano continental despojado en 1899, mediante la viciada e írrita sentencia del Laudo Arbitral de París de 1899, cuyos jueces decisorios representaban a los Gobiernos de Rusia, Gran Bretaña y Estados Unidos de América.

Bajo la perspectiva acuciosa antes señalada con la vehemencia que amerita el caso, es importante destacar la realidad jurídica con la que se le despojó mediante fraude a los venezolanos, el territorio oriental del país y no la farsa que ha pretendido mostrar el Gobierno de Guyana, sobre el supuesto despojo que busca Venezuela, en quitarle al país vecino las dos terceras partes del territorio guyanés, hecho que se contradice con las demostraciones y pruebas contundentes consignadas por el Estado venezolano ante la Corte Internacional de Justicia; adicionalmente es necesario señalar, que el sistema interno del país vecino ha venido entrando lenta pero crónica y continuamente, en un proceso de deterioro tendiente al desorden del sistema político, lo que podría estructurar una situación incoherente para ese país, ya sea antes o a partir del momento en que se inicie escalonadamente el proceso de transición de la posición laminar y resbaladiza que terca y torpemente ha asumido, sustentada sobre los falsos positivos que ha pregonado durante años, pretendiendo mantener oculta la compleja turbulencia de interacciones que deberá afrontar internacionalmente, en el que tendrá necesariamente que ajustarse, aunque algo tardío, al Acuerdo de Ginebra de 1966, cuya ruta generará nuevas condiciones y marcos de actuaciones, que sin duda, alentará una vez más a seguir constituyendo el medio más expedito para llegar a una solución práctica, aceptable y satisfactoria de ambas partes.

El citado entorno geopolítico regional de Venezuela, ha estado y continúa aún rodeado por algunos Estados indecisos sobre la posición que debieron adoptar hace tiempo, aunado a las de otros que han actuado cual títeres, manifestando parcamente sus posiciones sobre la disputa territorial, ya sea por intereses creados y/o alineados con Gobiernos de países del primer mundo, o por desconocimiento real del asunto, e incluso por ambas, al encontrarse éstos con inocultables vacíos multifacéticos, producto de las posiciones insustentables que han sido expuestas internacionalmente por el Gobierno de Guyana, por lo que éstos han tratado en el tiempo, de ampliar su influencia debilitada mediante la integración a otros temas primarios e inmersos hoy en día en la agenda global.

Pero también, para nada ha sido sorpresiva la posición alineada en contra de Venezuela sobre la disputa territorial con Guyana, dado que ha influido radicalmente en ello, el actual y antagónico modelo político venezolano, contrario al de la mayoría de los gobiernos de los países en el mundo occidental.

Verbo y gracia, las inclinaciones manifestadas recientemente, pretendiendo debilitar o anular los soportes contundentes sobre el principio del Uti Possidetis Juris en cuanto a la titularidad jurídica venezolana sobre el Esequibo, constituyen apreciaciones basadas únicamente en intereses sobre los recursos existentes en el espacio geográfico integral del Esequibo, y no en fundamentos del Derecho Internacional; sin embargo, ya este escenario había sido señalado con antelación, en las obras tituladas “La Daga de la Corte Internacional de Justicia sobre el Esequibo”, y “Touché de Venezuela a Guyana sobre el Esequibo”, por lo que aquello que se enmarcaba como posible teoría conspirativa en el pasado reciente, pasa a ser hoy en día, un factor que busca encajar en un escenario que amerita una actuación celular, específica e incisiva de parte del Estado venezolano, generando actuaciones inmediatas y colaterales mediante el ejercicio integral de la diplomacia.

Adicionalmente, es necesario resaltar el cambio internacional que se ha venido proyectando mediante la funcionalidad conjunta de diferentes factores alineados a la multipolaridad, aunado a los conflictos actuales en el mundo, con las restricciones exacerbadas en cuanto al acceso a los recursos primarios, cuya combinatoria ha reforzado tendencias a una relativa flexibilidad negociada con Venezuela, de manera de ampliar la diversificación económica, impulsadas en gran parte por las posiciones políticas de países del primer mundo, conformando con ello la arquitectura competitiva entre bloques geopolíticos lejanos y cercanos. Al Estado venezolano se le ha ido presentando en este año 2024, una gama de oportunidades que con la silente actuación demostrada en estos últimos tiempos, aunado a su extraña política exterior de gobierno, se desconoce a ciencia cierta la brecha que hay entre lo que se ha venido pregonando sobre la recuperación del espacio geográfico integral del Esequibo, y lo que verdaderamente se ha manejado sobre este asunto como tema prioritario de Seguridad de Estado y no de una tolda política en particular.

Y precisamente, la tendencia hacia la multipolaridad ha ido creando desafíos en los ámbitos político y socioeconómico, que han irradiado sus efectos tanto a nivel regional como global del país, ampliando los niveles de incertidumbres que han encendido escalonadamente sensibles alarmas sobre los múltiples riesgos que existen actualmente, tanto en Venezuela como en el país vecino, considerando las continuas actividades económicas que se han venido desarrollando por diferentes empresas trasnacionales con licitaciones ilegales emitidas por el Gobierno de Guyana para el desarrollo geoeconómico en los espacios que conforman el derecho soberano de Venezuela, y que el Gobierno Nacional debió atender con antelación, más erróneamente en apreciación del suscrito, no lo hizo, y aún hoy en día, se siguen arrastrando políticas inadecuadas en diferentes sectores estratégicos sin dar explicación alguna, lo que se enmarca por lo pronto en una posición que atiende complacientemente solo a terceros. Y a todas estas, los venezolanos, ¿dónde quedan ubicados con dicha coyuntura adversa, y por qué aún la mayoría sigue varada en las condiciones de vida actuales ante la práctica de esta extraña política exterior?

Por otra parte, al encontrarse Venezuela ante una geoeconomía mundial que tiende cada vez más a fragmentarse en bloques, es necesario que las relaciones geopolíticas manejadas hoy en día con proyección y alineación global, sean atendidas No como incertidumbre estratégica alineada exclusivamente con el pensamiento político del Gobierno Nacional, sino también como respuesta a la realidad que vive en el presente el Estado venezolano, incluyendo la proyección futura del país, indistintamente de quienes ejerzan la toma de decisiones sobre el destino de éste, evaluando los escenarios en los marcos de una alianza regional y global, tomando en cuenta el potencial que tiene el país, el cual hasta ahora, ha dado sensibles retrocesos, por lo que se requiere adoptar una verdadera transformación, sincerando el futuro de las relaciones geopolíticas y las posturas de la política económica, lo cual tiene obligatoriamente que incluir el potencial existente en el Esequibo como parte del territorio nacional. El país no puede seguir girando cual espiral sobre lo mismo en torno al descalabro que ha venido realizando el Gobierno de Guyana, sin dar muestras sensibles de avances sobre esta disputa territorial, en la que existen varios factores que requieren su aprovechamiento y actuación adecuada. No hay peor ciego que quien no quiera ver.

Uno de los riesgos que ha venido alterando la situación fluctuante, enmarcada sobre diferentes rumbos antagónicos a la extraña política exterior venezolana, sin dejar de lado la manipulación informativa sustentada sobre falsos positivos de parte del Gobierno de Guyana, y que le ha generado mayor preocupación al gentilicio de ambos países, ha sido precisamente la desinformación, dado que el vacío tendiente a las presunciones y vagas interpretaciones emanadas en determinados momentos de la presente disputa territorial, ha conllevado al andamiaje de un ambiente informativo tóxico, en el que no se ha logrado discernir lo que ha sido cierto o no. Las consecuencias de esta tendencia, lejos de verse como un piso estratégico manejado por el Estado, ha generado más bien, un efecto tendiente a la polarización social y al descrédito de determinados actores, lo que a su vez ha redundado en el aumento de la inestabilidad política. Particularmente los venezolanos de hoy en día, son muy diferentes, tomando en consideración la tecnología, los medios informativos a través de las redes sociales, y el tiempo real de envío o receptividad de la información, dando cabida a un sin número de conjeturas que podrían haberse manejado muy en positivo sobre un pedestal informativo diferente.

A propósito de captar el mayor apoyo posible internacional, el Gobierno de Guyana se ha venido deslizándose sinuosamente, intentando ocultar una y otra vez el sol de su situación nacional e internacional con un dedo, ensombrecido cada vez más con las falsedades emitidas sobre la disputa territorial que salen directa o indirectamente a la luz pública contradiciendo sus señalamientos, tal como le ocurrió recientemente en la Organización de las Naciones Unidas, razón por las que ha venido ampliando en el tiempo su campo de actuación orientados hacia otras áreas complementarias, enmarcadas en los riesgos crecientes y las amenazas globales, incluyendo los ciberataques y la tendencia a los cambios tecnológicos, participando en el Foro Económico Mundial de Davos; sin embargo, ello no constituye aval alguno, para desmontar la farsa que intentó el Gobierno de ese país al manipular jurídicamente la demanda contra Venezuela en la Corte Internacional de Justicia, ni tampoco con el otorgamiento de las ilícitas licitaciones a empresas trasnacionales para explotar los recursos energéticos, mineros y forestales en el Esequibo, sino a todos los venezolanos, lo que incluye las utilidades financieras que ha venido recibiendo ilícitamente durante años, sin ningún tipo de acuerdo ni reciprocidad con el dueño legítimo de dichos recursos,…, Venezuela.

La incorporación de nuevas y ajustadas variables geopolíticas en esta fase de profundos cambios en el sistema internacional, conllevan a que Venezuela debe realinear su presencia global para adaptarse a un panorama geopolítico más complejo y multipolar, y no mantenerse en un relativo aislamiento, o lo que es casi lo mismo decir, “rodeada hipócritamente de terceros que no lavan ni prestan la batea, y que no dan puntadas sin hilo”.

Para ello, debe desarrollar un modelo comunicacional integral, con estrategias multifuncionales que se alineen con las tecnológicas en torno a la inteligencia artificial (IA), tomando en consideración los diferentes enfoques regulatorios, de manera de neutralizar los comunicados y tendencias actuales, totalmente manipuladas y con tóxicas pretensiones. Sin embargo, la capacidad de neutralización comunicacional como carácter defensivo no es suficiente, dado que el país requiere también que se les presente tanto a los venezolanos como a la comunidad internacional las pruebas que desmentirían al Gobierno de Guyana, enarbolando ante el mundo, la única verdad que prevalece hoy en día a flor de agua, sustentada en que “el sol que nace en Venezuela, nace en nuestro Estado Guayana Esequiba”.

Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata

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