Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo
(Continuación)
La práctica sustentada en el pasado con el ornamento de los discursos políticos, tendientes a repetidas y hasta absurdas e incompletas manipulaciones de la información, que habían pretendido jugar y sensibilizar a una mayoría en el pasado, ha ido cambiando sustancialmente en el tiempo, dado que continuar con los mismos esquemas impuestos, más bien hoy en día, constituye un signo de degeneración primorosa y moral ante el mundo.
En este contexto, lo que había conformado la supuesta sensación de grandeza del Gobierno de Guyana hasta hace poco, a través de los discursos políticos emitidos contra Venezuela ante la comunidad internacional, amparándose en las posiciones de terceros países que han venido dando la cara por ella, permiten exacerbar el falso positivo sobre el cual el país vecino, se ha mantenido proyectando su pretensión jurídica y el ocultamiento de los ilícitos cometidos día tras día, en franco desafío al Acuerdo de Ginebra de 1966 y al Estado venezolano sobre el territorio en disputa, demostrando con ello su incapacidad de llegar a un entendimiento y amoldar un discurso con nuevos y actualizados ornamentos, dadas las condiciones geopolíticas actuales de la región y de los intereses que están en juego.

El inicio de este artículo así lo referí, considerando que las organizaciones e instituciones internacionales han ido avanzando en el tiempo, razón por la que estas han venido dominando su reciedumbre en cuanto a la aceptación de burdos discursos políticos, tal como los que ha venido intentando exteriorizar el Gobierno de Guyana una y otra vez más, hasta el punto en que ya no hay ornamentos políticos que valgan ante la farsa expuesta, en el que no ha sido demostrada con prueba jurídica alguna, la titularidad del territorio usurpado por Gran Bretaña en 1899 y heredada por el de Guyana al momento de su independencia.
Razón por la que este último ha evadido continuamente el poder expresarse sobre esta realidad, cuya disputa reposa hoy en día en manos de la Corte Internacional de Justicia, organismo jurídico que con pruebas contundentes que Venezuela presentó al momento de la entrega de su Contramemoria, le ha complicado sensiblemente las aspiraciones y la demanda introducida al país vecino, así como ha socavado perceptiblemente el cuadro jurídico orientado a la “cosa juzgada”.

El complejo tema de la disputa territorial sobre el espacio geográfico integral del Esequibo, ha venido avanzando bajo el intento de llevar a cabo, un sistemático resquebrajamiento manejado por el Gobierno de Guyana, a propósito de ir descalificando lo que no puede ni podrá probar nunca, intentando colocar el asunto de la disputa territorial en sí en un plano secundario, y alineando como factor primario en el campo de las relaciones internacionales, la ilegítima exploración, explotación y comercialización de los recursos petroleros existentes en los espacios acuáticos del océano Atlántico que le pertenecen a Venezuela.

De hecho, el consorcio estructurado por la Exxon Mobil, Hess Corp. y la china CNOOC ya ha tomado decisiones finales de inversión por un monto de 54.500 millones de dólares en seis proyectos del bloque Stabroek, a propósito de explotar unos recursos energéticos estimados en 11.000 millones de barriles. ¿Y tú Venezuela, como has reaccionado ante esta eventualidad que intenta afectar desde hace años la soberanía e integridad territorial de todos los venezolanos, si ante este descalabro, apenas y únicamente se ha denunciado que parte de la explotación petrolera realizada por el país vecino, se produce en los espacios acuáticos sujetos a litigio? ¿Ello ha sido suficiente o es que hay un doble juego aplicado a conciencia, socavando el interés nacional?
Los hechos históricos ya ocurrieron en su momento y ello es algo irrepetible. La ventana que permitió reabrir nuevamente la disputa territorial a partir de 1963, provino del escrito de un actor jurídico que a merced de su conciencia, expresó en un Memorando la narrativa de los diferentes hechos ocultos a Venezuela durante el ejercicio jurídico del Tribunal Internacional de París entre 1897 y 1899, para arribar finalmente a una decisión política y no sujeta a Derecho, en la que se estaban jugando los intereses de Gran Bretaña y de Rusia a expensas del territorio venezolano, siendo éste el Abogado norteamericano Severo Mallet-Prevost.
Por otra parte, el 12 de noviembre de 1962 el Canciller de Venezuela para el momento, el Dr. Marcos Falcón Briceño, en su intervención ante el Comité Político Especial de la XVII Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas, expresó ampliamente la tradicional posición de Venezuela respecto a la cuestión limítrofe de la Guayana venezolana, transformada infamemente en Guayana Inglesa, por lo que declaró la nulidad del Laudo de París de 1899.

Es así, que el Gobierno venezolano en ese entonces, no era el único ni el primero, así como tampoco el mejor defensor de la soberanía sobre el territorio del Esequibo, sino más bien, ello ha tenido continuidad en el tiempo.
A pesar del perverso ocultamiento realizado, en la segunda mitad del siglo XX, el Gobierno de Gran Bretaña e Irlanda del Norte aceptó llevar a cabo la revisión integral y conjunta con Venezuela, hecho que careció de cumplimientos y compromisos establecidos, desembocando en la aceptación de la firma del Acuerdo de Ginebra de 1966, realizada entre los dos países afectados, al que se le anexó Guyana al momento de su independencia, lo cual ha sido prácticamente un Acuerdo realizado entre los dos países vecinos, puesto que el Gobierno de Gran Bretaña nunca participó en el proceso de entendimiento entre las partes, sumatoria de hechos que han buscado debilitar la esencia propia del Acuerdo en sí.
Y así ha venido actuando Guyana, en el que ya ha demostrado frontalmente su renuencia a llegar a un entendimiento con Venezuela bajo el compromiso establecido en 1966, mientras que coloca en el tapete de sus intereses, lo que reviste mayor importancia en el tablero estratégico mundial, orientado a la exploración, explotación y comercialización del petróleo venezolano para beneficio unilateral de ese país.

Es indudable también, el doble discurso actual del Estado venezolano como parte de su extraña política exterior, que por un lado ha expresado la ilegalidad de dichas explotaciones petroleras, y por el otro, permite que se mantenga el statu quo actual a favor de Guyana, quien continúa explotando, explotando y comercializando dichos recursos.
Definitivamente, ello constituye el apuntalamiento de un simple manejo de la política ideológica antepuesta al interés nacional. De lo contrario, no hay explicación distinta a la tendencia actual del Estado venezolano en las aceptaciones que pululan al frente de todos los venezolanos, en beneficio del país vecino, sabiendo la realidad que afronta hoy en día el gentilicio nacional.
Y ya inmersos en una realidad que se maneja hoy en día entre dos aguas, siendo una la vía jurídica a través de la Corte Internacional de Justicia, y la otra a través del Acuerdo de Ginebra de 1966, es necesario que la legalidad mantenida en la Constitución de Venezuela, esté alineada con los lineamientos de acción que se han venido generando, y no mediante un doble discurso con dos formas de acción muy distintas a lo que se pregona.
Es indispensable mantener la unidad nacional, y cuidar lo que es de Venezuela, es decir, el espacio territorial continental y los espacios acuáticos, como soporte fundamental del espíritu nacional.
La historia de Venezuela inmersa en duras pruebas, así como ensangrentadas batallas, ha sido testigo ineludible para el otorgamiento de la libertad, y no es posible que por bajos intereses políticos, se haya manipulado una situación para despojarle al país lo que le ha correspondido desde 1777 con la creación de la Capitanía General de Venezuela. Los valientes guerreros de esta Nación, han derribado a los tiranos y han amilanado las malévolas intenciones de quienes han pretendido someter o saquear todo cuanto concierne a los claros derechos de nuestra querida patria Venezuela. ¡Gloria al bravo pueblo!

Y ello, constituye hoy en día la arquitectura de la idiosincrasia venezolana que es urgente recuperar, como base fundamental del fruto de la unidad. Si es verdad que Guyana intenta cohesionar imponiendo su soberanía nacional, primero fue Venezuela, cuyo pueblo va más allá de una simple situación coyuntural, tal como lo ha venido manejando el país vecino, quien no tiene historia, ni luchas, ni arraigo en el marco de la integridad territorial, que no sea la propugnada por el Gobierno de Gran Bretaña. De hecho, ni la Corte Internacional de Justicia, así manipule el Derecho sujeto a intereses geopolíticos, podrá romper la unidad nacional, ni el derecho a la recuperación de un territorio que le pertenece a Venezuela, ni el basamento ineludible que le otorga a Venezuela limitar al este con el río Esequibo, ni la inequívoca manifestación por la que “el sol que brilla sobre Venezuela, nace en nuestro Estado Guayana Esequiba”.
Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata
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