Título original: JOSÉ ÁNGEL LAMAS, EL MÁS GRANDE COMPOSITOR DE FINALES DE LACOLONIA Y PRINCIPIOS DE LA REPÚBLICA. Por Alexander Lugo.
Nació José Ángel Lamas en Caracas, un día como hoy dos de agosto de 1775, tendría 14 años cuando es nombrado voz principal (tiple) en el Coro de la Catedral de Caracas, su amigo Cayetano Carreño, un año mayor, ya se había ganado el puesto de organista en dicha Catedral. Siete años después, Cayetano ascendía al importante cargo de Maestro de Capilla y José Ángel es nombrado bajonista, y allí permanecerán los dos amigos a lo largo de sus vidas.
Comienza nuestro personaje a componer desde muy temprano en su corta vida, y mucho, como los genios de vida breve que intuyen su fugacidad terrenal, no se da sosiego y se dedica en cuerpo y alma para lo que está predestinado. Al cumplir los 26 años, finaliza la obra que lo identificará hasta el sol de hoy y que se ha convertido en el modelo más acabado de todos los compositores de su generación, El Popule Meus. Aquel viejo y recurrente Motete que multiplicaban las sirenas de las carrozas fúnebres en el pueblo de mi
infancia, y que tanto me desvelaba.

El Popule Meus devela un sendero de lo “por venir” en el mundo de la música. Escrito para cuarteto de cuerdas, oboes, cornos y coro a tres voces, es la obra cúspide de un periodo musical de formas preestablecidas en “perfecto equilibrio” y armonías consonantes. A partir de esta obra se incrementa su producción. Varias de ellas se conservan y llegan hasta nosotros, como salvadas de la inclemencia y el descuido, que incluso hizo estragos con sus restos mortales.
El 15 de junio de 1813, en la ciudad de Trujillo, se proclama el Decreto de Guerra a Muerte. Llega el pavoroso y crucial año catorce, aparece en escena el sanguinario José Tomás Boves. El 16 de julio entra el asturiano a la capital, y “no se veía un alma en las calles”. Pronto se inician los martirios y persecuciones en masa contra la población que ha quedado aterrada. Entre los pocos músicos presentes se encuentran Cayetano Carreño y su
bajonista y gran amigo, José Ángel Lamas, imperturbables en sus oficios musicales. ¡Nadie los tocó!
En ese mismo mes de julio, mientras la ciudad se anegaba en sangre, culmina la que sería su última obra conocida: el Ave Maris Stella en re menor (homónima de la de 1808 en mi bemol). En su recóndito universo preñado de músicas, amó Lamas la paz, y anheló la soledad en búsqueda de certezas, de una verdad, de una quimera lejana y triste que lo hechizaba.
El 10 de diciembre de aquel doloroso 1814, falleció en Caracas, el más grande compositor de la época Colonial y principios de la República y uno de los más geniales de nuestros músicos, José Ángel Lamas. Su llama se extinguió, como si se apagara ante tanto dolor.
Para aquel que parecía insensible y ajeno a todo cuanto sucedía, su espíritu de luz no soportó seguir viviendo entre tinieblas. Tenía 39 años.
José Ángel Lamas soñó desde niño con la música; compuso música a lo Divino, vivió en un recóndito universo lleno de música, y tal vez por eso, fue el más grande de su generación y la mayor gloria de Venezuela, en el mundo musical de entonces. Creó música para los Ángeles, para la Vida, para Dios, y esperó sereno el llamado de la muerte, seguro de haber entregado la luz de su espíritu.
Autor: Alexander Lugo Rodríguez
2 de agosto de 2024
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