Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo, Fase XXIV, Entrega 245

Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo

(Continuación)

A mediados de la semana recibí la misiva cuyo contenido expresaba que el tema del Esequibo, pasó a conformar un tema secundario para la realidad que vive el país en los actuales momentos; sin embargo, me permito recordarle a todos los venezolanos, que a pesar de los acontecimientos que se han venido suscitando en el país, la disputa territorial con Guyana ante la demanda introducida contra Venezuela en la Corte Internacional de Justicia, sigue su rumbo sin descanso en aras de obtenerse una sentencia que reviste cada vez más, mayores complejidades geopolíticas, geoeconómicas y geoestratégicas, cuya fuente originaria provino desde 1899, a raíz de la perversa jugada que se manipuló a espaldas de este país, entre el Juez Principal, el Profesor Frederic De Martens, quien atendió los intereses de Rusia en la balanza geopolítica y geoeconómica requerida, con los Jueces de Gran Bretaña, quienes a expensas de Venezuela, le arrebataron 159.542 kilómetros cuadrados de espacio geográfico continental, sin tomar en cuenta el mar, dado que no existía dicho concepto jurídico en ese entonces, y hoy en día, a partir del 2018, el asunto se ha intensificado en una diatriba de reversibilidad o de lo contrario, mediante la demanda introducida por el Gobierno de Guyana ante el Tribunal Internacional de La Haya, a propósito de validar en contra de Venezuela, el citado Laudo írrito y nulo.

Adicionalmente, mientras continúan suscitándose eventos en Venezuela relacionados con el tema electoral del pasado 28 de julio del 2024, no debe olvidarse que Guyana ha continuado fortaleciendo su statu quo, con las actividades geoeconómicas desarrolladas a expensas de todos los venezolanos, extrayendo el petróleo que no le pertenece, al igual que la explotación minera y forestal, y por supuesto que la situación interna del país, constituye para el Gobierno vecino, una relativa válvula de alivio a las tensiones entre las partes, por lo que continuar violando el Acuerdo de Ginebra de 1966 para su beneficio unilateral con la ausencia del Estado venezolano, le representa hoy por hoy una ventaja significativa que no desmerece bajo ningún concepto su descuido. De allí el cínico silencio de ese gobierno, aunado a que el sarcástico statu quo de ayer, continúa sin alteración alguna hoy en día. Por todo ello, Venezuela no puede detener sus acciones como Estado ante esa situación, pero Sí modificar su silente y muy extraña política exterior sujeta a distintas vertientes de crítica, en el que se han venido favoreciendo los intereses de terceros y perjudicando los de los venezolanos, bajo el acomodo de un modelo político y no de Estado.

La necesidad de darle un sentido constructivo a las divergencias existentes sobre la disputa territorial del Esequibo entre Venezuela y Guyana, adquiere cada día mayor importancia, en el que a pesar de la complejidad e incremento de las variables agregadas a la ecuación matriz del litigio, requiere a la brevedad de un sentido convergente, enlazando como punto de partida, la reversibilidad del Laudo Arbitral de París de 1899 (por la simple razón que Venezuela tiene como sustentar la veracidad del caso, mediante la demostración de la titularidad jurídica del Territorio Esequibo, pero Guyana no), con la integración multipluralista regional a nivel continental, de los países limítrofes al norte de estos con el océano Atlántico (Venezuela, Guyana, Surinam y Guyana Francesa), siendo estos asuntos dos asuntos estrechamente relacionados, tendientes a evitar la repetición del citado Laudo como parte II, que de materializarse la citada combinatoria, generaría inclinaciones sensatas y probatorias sobre la balanza a favor de Venezuela. Mientras se dirime la situación interna del país, la disputa territorial del Esequibo no permanece recóndita en un cofre o congelada en una despensa acondicionada, esperando el momento para reactivarse el proceso ante el organismo jurídico internacional, sino que este continúa indetenible.

En este contexto, las soluciones visualizadas en el pasado reciente del siglo XX, tendientes a una supuesta simetría planteada sobre un abanico de alternativas en la dirección del tiempo transcurrido de la reclamación, que se corresponden a los eventos históricos antes y después de la firma del Acuerdo de Ginebra de 1966, han tendido a determinar verdaderas divergencias y disipaciones de los ambages planteados como pretextos a supuestas tendencias, considerando el carácter evasivo y repetitivo del Gobierno de Guyana, en llegar a una verdadera solución en el marco del compromiso jurídico firmado en 1966. Eliminar dichas divergencias por la vía del entendimiento y de la diplomacia, constituye un paso fundamental que debe aupar la iniciativa y el liderazgo del Estado venezolano.

Precisamente, fue en 1966, cuando Guyana se independizó de Gran Bretaña, apoyada por Venezuela ante la Organización de las Naciones Unidas, y se firmó el Acuerdo de Ginebra, documento en el que no hay que tener dos dedos de frente para entender que Gran Bretaña reconoció la reclamación venezolana sobre el territorio, con la aquiescencia de la naciente República Cooperativa de Guyana, que sería Estado parte del compromiso firmado. En otras palabras, se entendió que el Laudo Arbitral de 1899 sería desplazado
ineludiblemente por el Acuerdo de Ginebra, hecho que se consolidó sin vuelta atrás. De hecho, este Acuerdo continúa vigente hoy en día, conformando el pilar de las Reuniones de Argyle y de Brasilia, celebradas entre los dos países que conforman la disputa territorial, con la participación cardinal de los Gobiernos de Brasil y de la CELAC.

Alejado de quienes desconocen la realidad sobre la disputa territorial, a nivel nacional e internacional, es importante señalar como recordatorio a los lectores, que a estas alturas, las ventajas que ganaría Venezuela con la recuperación del Esequibo, estriban en que se estaría anexando por derecho soberano, una extensa área geográfica con red hidrográfica que agregaría un segundo delta regional venezolano con desembocadura en el océano Atlántico, comprendido por la medianía del río Esequibo, incluyendo los ríos
Cuyuní, Rupununi, Mazaruni, Supenaam y Potaro, lo que incluiría también a las cataratas de Kaietem. Adicionalmente, se obtendría un área diferenciada por cuatro regiones naturales de con diferentes rangos altitudinales sobre el nivel del mar, abarcando así, la cadena montañosa de Pacaraima, las sabanas de Rupunui y las montañas Canacu. Una geografía diversa con diferentes potenciales de desarrollo.

Tomando en consideración que la región del Esequibo es relativamente virgen en múltiples sectores geográficos, aunado a su conexión directa con el Amazonas, al momento de la recuperación del territorio, se le ofrecería al país en materia ambiental y forestal, una variedad de selvas nubladas, llanuras costeras e inundadas, conformando una arquitectura de bosques litorales y de galería. En el ámbito energético y minero, existen grandes reservas de oro, petróleo, gas natural, bauxita, diamante, manganeso y uranio.

Estratégicamente, la costa ampliada de Venezuela en el Atlántico entre los Estados Delta Amacuro y Guayana Esequiba, concederían una salida al mar con una plataforma continental que representaría por un lado la anexión de 280 kilómetros de línea costera, y por el otro, la conformación de un posible mar patrimonial ampliado, una vez que ello sea expuesto y aprobado ante la Convención del Mar de la Organización de las Naciones Unidas, lo que incrementaría el espacio de soberanía de Venezuela sobre la plataforma continental atlántica, concediendo espacios acuáticos que continuarían más allá de la línea de la zona económica exclusiva hacia alta mar. Un valor estratégico de primer orden.

No puede dejarse de lado, la creación venezolana del área marítima correspondiente al desarrollo de la fachada marítima del Atlántico, hecho por el que se dispondrían también de mayores espacios marítimos para las diferentes actividades de pesca, además de las exploraciones y explotaciones existentes en el subsuelo marino, sumatoria de hechos, que incrementarían el marco de actuación y de los planes de desarrollos estratégicos de Venezuela, así como se ampliaría el espectro de actuación del país en materia de seguridad, defensa y desarrollo integral, razón por el que el Estado venezolano a través de la Armada, tendría que incrementar su presencia, control y actuación en la zona Atlántica, sin limitar el soporte logístico y operacional de esta a la Base naval Gutiérrez, ubicada en Puerto Hierro, al sur de la Península de Paria, en el Estado Sucre.

Todos estos señalamientos realizados, están siendo aprovechados en la actualidad y de manera ilícita por el Gobierno de Guyana, quien se ha venido valiendo de su posición como administradora del territorio en disputa, desconociendo su compromiso establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966. El hecho de apuntar continuamente a la recuperación del Esequibo, asumiendo que este es parte del espacio geográfico integral venezolano, permitiría ir en paralelo planificando acciones que conlleven a la obtención de forma ecológica, sobre el aprovechamiento fluvial de la zona, el potencial de recursos allí existentes, y con miras al incremento del potencial eléctrico multifacético que tanto le hace falta al país hoy en día y a los países vecinos.

Paralelamente, el Esequibo posee variadas bellezas naturales que abrirían campo al desarrollo turístico, aunado a que la autopista marítima limitada y congestionada en el Caribe, tendría como medio alterno el Atlántico, mediante la conformación de medios para el fortalecimiento de los intercambios comerciales enlazados con distintos países de Europa y de África.

Estratégicamente, una mayor extensión territorial le brindará a Venezuela una huella ecológica significativa, concepto que ha sido muy poco manejado en la administración pública nacional, que en parte, ello ha sido por el mero desconocimiento de la mayoría que conduce la administración de políticas, planes y proyectos del país. Una mayor huella ecológica para cada venezolano, superaría los valores comparativos con los habitantes de Brasil o Argentina, acercándose cuantitativamente a los de Estados Unidos o Canadá. Sería muy importante que quienes toman decisiones sobre el asunto del Esequibo o de la política exterior venezolana, estuviesen claramente identificados con el espectro que abarca la huella ecológica y su importancia en la disputa territorial actual, pues ello no puede tratarse de un asunto de viveza como lo pretende el Gobierno de Guyana, sino de un derecho soberano que le pertenece únicamente a Venezuela.

La situación actual del país es un tema primario hoy en día, pero no podemos olvidar que tenemos un compromiso de envergadura, que intenta pisar los talones de los venezolanos, sin menospreciar y olvidar que desde ya, los conflictos y enfrentamientos por el agua serán más brutales y violentos que las guerras por el propio petróleo, dado que sin el agua, el ser humano no puede subsistir. En el mundo, existen actualmente aproximadamente 1.000 millones de personas en 43 países, que sufren severas consecuencias por la escasez de agua, aunado a que 3.500 millones de personas en el planeta, carecen de servicio de agua potable en sus hogares, incluyendo la falta de electricidad. La proyección realizada para el año 2025, conlleva a que por incidencias del cambio climático global, en correlación al crecimiento de la población planetaria, la cifra anterior superará los 4.500 millones de habitantes.

Bajo las alarmas significativas que están latentes en el planeta, es indiscutible que la necesidad de acceder a la recuperación del territorio que le fue usurpado al país desde el siglo XIX, le genere una mayor sensibilización al gentilicio nacional, pese a que existe actualmente una coyuntura anormal en el país; hecho que indiscutiblemente representaría a pesar de los acontecimientos actuales, el fortalecimiento del sentido de integridad territorial lacerado impunemente en el pasado por actores inescrupulosos, y con la realidad de todo cuanto ha venido ocurriendo, es importante entender que existen variables con las que está lidiando el país ante la Corte Internacional de Justicia, y que estas no están apuntaladas únicamente sobre pilares jurídicos, por lo que el juego de intereses sobre el tablero estratégico mundial, requiere mucha prudencia y sentido de la oportunidad venezolana, asumiendo de entrada, errores que se han venido cometiendo y necesitan su resarcimiento inmediato, con miras al fortalecimiento del sentir nacional por el que “el sol que brilla sobre Venezuela, nace sobre nuestro Estado Guayana Esequiba”.

Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata

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