Venezuela: Rumbo a la recuperación del Esequibo
(Continuación)
La situación actual entre Venezuela y Guyana, permite hoy en día alertar, que mientras se lleva a cabo el avance tendiente a la reversibilidad en materia jurídica ante la Corte Internacional de Justicia, diferentes factores se han ido sumando a la disputa territorial sobre el Esequibo, en el que no puede ocultarse el
sol con un dedo ante las realidades que resaltan claramente, exacerbando la debilidad institucional y económica que ha sido tan evidente ante los distintos acontecimientos que se manejan. La implosión económica de Venezuela a raíz de las sanciones internacionales que se han ido incrementando, pese a que en materia petrolera aún se mantiene un relativo crecimiento a favor de país, aunado a la actual inestabilidad política, han generado un nuevo y sensible aumento del flujo de migrantes, en el que una parte de éstos lo han hecho desplazándose hacia Guyana. Verbo y gracia, pueden revisarse las estadísticas correspondientes.
Adicionalmente, los indicadores socioeconómicos actuales del país, que vienen ubicándose cada vez más por debajo de la media regional, han colocado a Venezuela antagónicamente a las inmensas riquezas que posee, como uno de los más pobres del continente americano. Aunado a lo anteriormente señalado, resulta que la descomposición socioeconómica reinante en la actualidad, ha permitido el florecimiento de diferentes grupos de delincuentes que se han encargado de controlar la economía local en la frontera respectiva entre
Venezuela y el Esequibo, dado que los Estados fronterizos entre Venezuela y el Esequibo (Delta Amacuro y Bolívar), están dominados por la minería ilegal de oro y de otros minerales, factor que ha jugado estadísticamente, el rol más importante para el fortalecimiento de esas bandas criminales, que continúan luchando entre sí por el control de los recursos. A ello hay que agregarle la carencia de recursos, medios y presencia del Gobierno de Guyana como supuesta administradora de la zona en reclamación, cuya presencia brilla por su ausencia.

A pesar del supuesto crecimiento derivado del boom petrolero, que ilícitamente ha llevado a cabo escalonada y sistemáticamente el Gobierno de Guyana con la exploración, explotación y comercialización del recurso energético proveniente del bloque Stabroek en los espacios acuáticos del Atlántico frente al Esequibo, aunado a la presencia limitada del Estado venezolano en la zona fronteriza con el Estado Guayana Esequiba, existe una significativa carencia de infraestructuras básicas que dificultan su presencia, lo cual se ha traducido en la facilidad y apertura al deterioro ecológico derivado de la minería ilegal, a lo cual se han sumado en el tiempo algunas demandas provenientes de los aborígenes, cuyas peticiones han sido subestimadas en el tiempo, abriendo brechas a un desorden ya florecido, con sensibles ocultamientos. A buen entendedor, pocas palabras.
Pero también hay que tomar en consideración, que a pesar de los señalamientos realizados, lo cual incluye la necesidad derivada de los pormenores en la Reunión de Argyle y de Brasilia, en el que sonaron coyunturalmente tambores conflictivos provenientes de las tensiones entre ambos países, hasta la
fecha actual, los incidentes fronterizos ocurridos entre las partes han sido verdaderamente limitados, pero no podría descartarse la posibilidad de nuevos incidentes, si se agrava la situación política, económica y social en Venezuela, tomando como premisa el marco referente a las pasadas elecciones del 28 de julio del 2024, panorama muy similar que había sido aprovechado en su época por países como Colombia y Argentina, ante las situaciones que afrontaban en 1987 y 1982 respectivamente.
Con base a lo antes señalado, el escenario reinante en la actualidad como puede observarse, es altamente inestable, en el que continúan emergiendo a flor de agua las variables más influyentes apuntaladas hacia la realidad del Estado Guayana Esequiba, con alto índice de criminalidad regional latente, incluyendo la
destrucción ambiental de una de las pocas regiones vírgenes del mundo, la explotación indiscriminada de los recursos mineros, la inestabilidad política venezolana, la debilidad institucional de ambos países y los bajos índices socioeconómicos, especialmente de Venezuela. No destapar y abordar estas realidades, es continuar embistiendo el tema colateralmente bajo falsos positivos, razón sostenida y obligante para establecer nuevamente por la vía diplomática, una mesa de entendimiento entre las partes, que de manera
directa bajo lo establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966, conlleve a llegar a una solución satisfactoria, aceptable y práctica para ambas partes, y con ello, permita que en el marco geopolítico, se delimite el territorio en disputa.
De acuerdo a la realidad efervescente que se maneja en la actualidad, el panorama reinante en Venezuela, indica que lo antes señalado, es factiblemente de baja probabilidad de ocurrencia, sumado a las complicadas relaciones que existen entre ambos países, en el que los intereses de Guyana apuntan en direcciones diferentes, por lo que los señalamientos realizados en artículos anteriores, buscando que se consolide la conformación del Grupo económico atlántico entre Venezuela, Guyana, Surinam y Guayana Francesa, estableciendo la inclusión de la disputa territorial sobre el Esequibo dentro de la organización, permitiría que en conjunto, se reduzca la continuidad de la degradación social y económica en el Estado Guayana Esequiba, evitando que se agrave la debilidad latente del citado Estado en ambos lados de la frontera.

Las muy respetables cantidades de reservas petroleras encontradas hasta la fecha en millones de barriles de crudo liviano y mediano presentes en la zona atlántica del Esequibo, lo cual había sido apropiado con desconocimiento total sobre la existencia de dicho recurso energético, como consecuencia ilegítima del Laudo Arbitral de París de 1899, lo cual fue propiciado por entendimiento bilateral acordado a espaldas de Venezuela entre Rusia e Inglaterra, y hoy en día autorizado para su comercialización por el Gobierno de Guyana a la empresa transnacional petrolera estadounidense Exxon Mobil, conllevó a prestarle más atención a Venezuela y elevar la prioridad proyectada sobre los intereses de los Estados Unidos de América en materia de seguridad global; sin embargo, en el Congreso de los Estados Unidos de América, se propuso esta semana la creación de una Ley para eliminar el comercio petrolero con Venezuela, hecho que sería a criterio del suscrito, un tanto dificultoso de convenir, pensando que se pudiese llegar a un extremo sobre este particular considerando los intereses en el hemisferio occidental, y más aún, en un período electoral inmerso en problemas inflacionarios.
He aquí donde se desprende la obra titulada “La habitación donde ocurrió”, escrita por John Bolton, exasesor de Seguridad Nacional del ex Presidente norteamericano Donald Trump, en el que fue señalado que Venezuela se había convertido en una amenaza, dado que en una coyuntura operacional realizada por el patrullaje de unidades navales venezolanas en los espacios acuáticos del Atlántico, habían intentado abordar los barcos de exploración de la empresa Exxon Mobil en esa zona, pero no se menciona en el mismo, que dichas acciones fueron suscitadas por las licitaciones ilegítima s otorgadas por el Gobierno de Guyana para la realización de actividades económicas en aguas territoriales venezolanas, o al menos, en espacios acuáticos sujetos a un proceso de delimitación que en tal caso se haría, posterior a la sentencia de la Corte Internacional de Justicia, en el que ayer, hoy y mañana, ha prevalecido y aún prevalece el compromiso firmado por Venezuela, Gran Bretaña y Guyana sobre el Acuerdo de Ginebra de 1966.

Así mismo, en el escrito presentado en la obra ya señalada, Venezuela en principio, es decir, antes del petróleo descubierto en los espacios acuáticos del Atlántico frente al Esequibo, no era una prioridad primaria para la seguridad nacional del país del norte, sabiendo éste último que la pertenencia de los recursos allí descubiertos son del patrimonio nacional, y el suscrito ratifica que el Gobierno norteamericano lo sabe muy bien desde su participación representativa de los intereses venezolanos en el Tribunal de París de 1897 a 1899, en el que éste asumió bajó presión la aceptación de la decisión aberrada que se adoptó, y cuyas falsedades fueron desmanteladas públicamente años después, por el propio Abogado Principal norteamericano Severo Mallet-Prevost.
El asunto de fondo que encierra la obra en sí, desnuda crudas realidades, en las que se sugiere además de los pilares defendidos a nivel internacional en el marco de la democracia y de los derechos humanos, la necesidad ineludible de obtener ganancias cuantiosas de recursos financieros, así como asegurar el
suministro de energía a los Estados Unidos de América a través de la comercialización petrolera con países del hemisferio occidental. En este contexto, el bloque Stabroek, ubicado en los espacios acuáticos del Atlántico frente a las costas del Esequibo, ha sido considerado como la segunda mayor reserva de
petróleo del mundo, y el Gobierno de Guyana ha venido autorizando ilegítimamente la comercialización de dicho recurso de manera unilateral, contraviniendo lo establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966, y Venezuela ha continuado manteniendo una actuación totalmente pasiva como parte de su extraña política exterior, ante esta aberración sin dar explicación alguna.

La empresa ExxonMobil ya había anunciado su estimación de recursos recuperables en Guyana, lo cual hoy en día supera los 10.000 millones de barriles equivalentes de petróleo, luego de los descubrimientos realizados en el bloque Stabroek. ¿Dónde está la acción interventora del Estado venezolano, para neutralizar el continuo abuso sobre esta gravedad cometida desde hace años por el Gobierno de Guyana con el silencio de Venezuela, en el que se contraviene el citado Acuerdo de Ginebra de 1966?
En paralelo, hace pocos días, el Gobierno de Guyana inauguró el Instituto de la Defensa Nacional (National Defense Institute), vinculado al sistema de seguridad regional del Caribe, y el Presidente de ese país expresó la necesidad de haberse creado dicha institución, dado que desde que obtuvieron su independencia, han estado sujetos a diferentes amenazas que atentan contra la integridad territorial del país, adelantando que la defensa de su país dejó de ser una opción, sino más bien un requisito esencial para todos aquellos que desempeñan un papel en la configuración de la arquitectura de la defensa y seguridad nacional, en virtud que el país requiere de planes de acción y análisis sobre una serie de amenazas y desafíos que enfrenta la región, como los patrones de migración y las bandas organizadas que buscan desestabilizar las sociedades, haciendo hincapié en las acciones encaminadas a la ciberseguridad. Obviamente, Venezuela encabeza la lista de esas amenazas.

Varios acontecimientos están latentes sobre la disputa territorial en la actualidad, en el que el escenario presentado desde finales del 2023 hasta el primer cuatrimestre del 2024, no es hoy en día ni la sombra de lo que fue, especialmente después de las elecciones presidenciales del 28 de julio del 2024, lo cual ha dado mucho que pensar e interpretar, aunado a que el statu quo continúa manteniéndose en beneficio unilateral de Guyana, permitiéndole a éste la extracción y comercialización de los recursos petroleros, mineros y forestales que se obtienen del territorio continental y los espacios acuáticos del Esequibo, sin una agenda de trabajo precisa derivada de la Reunión en Brasilia, lo que se complementa con los recientes roces generados ante el retiro del beneplácito al Gobierno de Brasil para la custodia y seguridad de la Embajada de Argentina en Venezuela por parte de Brasil, dejando en el tapete por parte del suscrito la interrogante que realmente cuesta expresar, pero que debo hacer corresponsablemente como venezolano, considerando los cambios acelerados que se han ido presentando a medida que pasa el tiempo, y es:
¿Qué tanto requiere y espera el Estado venezolano para reorientar su política exterior en aras de obtener la recuperación de un territorio por el que se ha venido pregonando con retóricas, pero con muy pocos hechos contundentes y racionales en el tiempo, que “el sol que brilla sobre Venezuela, nace en nuestra Guayana Esequiba”?
Por: C/A (r) Dr. José Chachati Ata
Nota importante:
Con inmenso dolor informamos a nuestros lectores que el pasado jueves 12 de septiembre, falleció el autor de esta columna, el Contra Almirante (r) Dr. José Chachati Ata. Recibimos de su parte, un día antes de su inesperada partida, lo que se convertiría en su ultima entrega. Descansa en paz, amigo José Chachati.
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