Un reciente informe del Miami Strategic Intelligence Institute (MSI²) de los Estados Unidos ha encendido nuevas alertas sobre el estado actual del sistema de defensa aérea de las Fuerzas Armadas Bolivarianas de Venezuela, el cual se encuentra en un punto crítico. Según los datos recopilados, más del 60% de las capacidades de vigilancia y detección del país están fuera de servicio, mientras que la aviación de combate presenta niveles operativos mínimos, dejando amplias zonas del espacio aéreo sin cobertura frente a incursiones ilegales y operaciones de narcotráfico.
El documento, elaborado por el analista Jesús Romero, sostiene que buena parte de los radares JYL-1 y JY-11B se encuentran inactivos por falta de repuestos, situación que afecta gravemente la capacidad de detección temprana. A ello se suma la escasa disponibilidad de aeronaves, donde los cazas Su-30MK2 de origen ruso vuelan solo de forma esporádica, los pocos F-16 que quedan están restringidos en su uso, y los entrenadores AT-27 y K-8W Karakorum tienen un papel casi simbólico. Este último modelo de origen chino, por ejemplo, opera con menos del 30% de disponibilidad y sin radar aire-aire operativo.
El informe denuncia que la operatividad real de defensa aérea se reduce a Caracas y la isla de La Orchila, puntos protegidos directamente por el círculo político más alto del país.

En estos sectores, se han desplegado recursos tecnológicos aportados por Irán, como los drones Mohajer-6 y sistemas de vigilancia electrónica. Sin embargo, no existe un esfuerzo por recomponer el sistema de defensa nacional de manera integral. China, por su parte, ha reducido su participación al mínimo, limitándose al envío de repuestos puntuales a través de intermediarios civiles.
Uno de los aspectos más delicados señalados es la creciente infiltración de redes delictivas en las estructuras castrenses. El informe vincula a sectores del Cartel de los Soles con manipulaciones intencionales en los horarios de activación de los radares, permitiendo el paso de aeronaves no identificadas asociadas al tráfico de drogas.
A esto se suman recientes casos de defecciones y fracturas internas, como el accidente del jet Citation YV3217, donde fallecieron familiares de altos mandos de la defensa aérea.
El deterioro también se refleja en la falta de proyección externa. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana carece de capacidad para operar fuera del eje Caracas-Maracay. La Aviación y la Armada están prácticamente inactivas, y las fuerzas terrestres no cuentan con los medios logísticos necesarios para un despliegue estratégico.
Según el documento, incluso una insurrección interna apoyada desde el exterior podría superar sin grandes dificultades a las defensas convencionales en varias regiones del país.
El reporte concluye que la defensa aérea venezolana ha sido subordinada a los intereses del régimen, quedando en manos de una lógica política y criminal que impide su funcionamiento como instrumento soberano. Las pocas ayudas externas han servido para reforzar la seguridad del poder central, pero no para garantizar una cobertura nacional efectiva.
Con una calificación general de 2 sobre 10 en capacidad operativa, Venezuela se mantiene vulnerable frente a amenazas externas, incursiones ilícitas y posibles escenarios de colapso regional.
Curadas / Vía ZONA MILITAR
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