Cuenta la leyenda que, al abrir la tumba de Tamerlán en Samarcanda, los arqueólogos soviéticos soltaron una terrible maldición
«Bajo un magnífico mausoleo reposan los restos de Tamerlán el Grande, responsable de la destrucción de imperios enteros. Pero su sepulcro guarda algo más que historia… una advertencia escrita para quienes se atrevan a abrirlo.» La tumba maldita del Rey Tamerlán.
La tumba maldita del Rey Tamerlán.
Samarcanda, Uzbekistán.
Cerca del centro de esta antigua ciudad de Asia Central hay un mausoleo conocido como Gur e Amir, que en persa significa tumba del rey, ya que bajo su magnífico domo reposan los restos de uno de los gobernantes más temidos de la historia, Tamerlán, el Grande Tamerlán.

A menudo es considerado el último de los grandes conquistadores asiáticos al estilo de Henjis Kang. Sus inicios son los de un líder tribal poco importante, pero luego se embarcó en una carrera de 35 años de constante guerra y conquista durante la cual con frecuencia se le acredita la aniquilación de un 5% de la población del planeta.

Tamerlan era muy adepto a la guerra psicológica, a jugar con la mente de sus adversarios. Su marca más escalofriante luego de una batalla era erigir grandes cantidades de torres, por así decirlo, en la ciudad conquistada.
Torres hechas a partir de las cabezas cercenadas de las víctimas de su avance. Una espantosa advertencia para todo aquel que siquiera pensase en revelarse. Este será tu destino si te atreves a oponerte a mí. Te voy a destruir y también a tu ciudad.
En 1405, Tamerlan murió de una fiebre a la edad de 69 años. Para ese momento, sus dominios se extendían desde Siberia hasta el mar Mediterráneo. Pero algunos creen que aún habiendo muerto, Tamerlan no había terminado de ejercer su poderío sobre el mundo, porque se cree que su tumba está protegida por una maldición mortal.
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