La Guardia Costera y el ejército estadounidense han intensificado la persecución del Bella 1, un petrolero sancionado que huye del bloqueo naval en el Caribe.
Tras negarse a ser abordado y emprender una huida a alta velocidad, Washington ha movilizado a sus unidades tácticas de mayor rango para tomar el control del buque por la fuerza, marcando el punto más crítico de la actual vigilancia sobre la industria petrolera venezolana
Lo que comenzó como una interceptación de rutina para EE UU, se transformó en una persecución de alta mar que ya supera los cinco días.
El Bella 1, un petrolero de dimensiones masivas (equivalente a tres campos de fútbol de largo y 20 pisos de altura), se encuentra en el centro de una operación militar estadounidense tras desafiar las órdenes de abordaje de la Guardia Costera.
Según informes obtenidos por The Wall Street Journal, el buque realizó maniobras inusuales el pasado fin de semana, dando media vuelta y alejándose a toda velocidad de las costas venezolanas para evitar la inspección.
Ante la resistencia de la tripulación, el Pentágono y la Guardia Costera están reuniendo un contingente de refuerzo que incluye al Equipo de Respuesta Especial Marítima, una fuerza de élite entrenada específicamente para el abordaje de buques hostiles en condiciones adversas.
El contralmirante retirado William Baumgartner sugiere que el comportamiento errático del Bella 1 indica que la tripulación recibe órdenes externas de «personas mal intencionadas», rompiendo con la tendencia habitual de las tripulaciones comerciales que suelen acatar las órdenes de las fuerzas armadas para evitar represalias legales.
EE UU, vínculos con el terrorismo y la «flota fantasma»
El Bella 1 no es un actor menor en el mercado negro. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo vincula directamente con la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, acusándolo de transportar crudo para financiar a organizaciones como Hezbolá y los rebeldes hutíes de Yemen.
El buque es señalado como un componente clave de la «flota fantasma»: una red de petroleros antiguos y de propiedad opaca que operan bajo banderas falsas (en este caso, fingiendo un registro en Guyana) y desactivan sus transpondedores de ubicación para realizar transferencias de crudo de barco a barco en alta mar, ocultando así el origen ilícito del combustible.
The Wall Street Journal aseguró que esta operación forma parte de la agresiva campaña de la administración para cortar las vías de ingreso de Nicolás Maduro, a quien acusan de inundar Estados Unidos con narcóticos.
Mientras Maduro denuncia estas acciones como «piratería naval» y un intento de robo de recursos naturales, Washington ya ha incautado con éxito otros buques, como el petrolero Centuries, que transportaba dos millones de barriles y se dirige actualmente a Texas.
A diferencia de las incautaciones anteriores, el Bella 1 representa un riesgo de seguridad mayor, reseñó The Wall Street Journal.
Las autoridades indicaron que, amparados por el derecho internacional y órdenes judiciales del Departamento de Justicia, el protocolo de abordaje podría escalar gradualmente. Desde advertencias por radio y disparos de advertencia, hasta el descenso de comandos por cuerdas rápidas desde helicópteros para tomar el puente de mando.
El objetivo final es escoltar al buque a aguas estadounidenses, confiscar la carga y retirar definitivamente el activo de la red de contrabando iraní-venezolana.
Curadas / Vía El Nacional
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